viernes, enero 01, 2010

La doble muerte de Martin Heidegger

En la foto, el escritor chileno Víctor Farías. Según Farías, el fascismo sería "lo más abyecto que conoce la historia humana". Bajo el régimen de Mussolini fueron, empero, ejecutadas 20 personas en total, tras un juicio por terrorismo en la mayor parte de los casos. Sólo la banda marxista-leninista ETA ha asesinado en España ya a más de 1000 ciudadanos inocentes y, por supuesto, sin juicio ni causa. El comunismo ha exterminado a 100 millones de seres humanos en todo el mundo, acusándolos, como ETA,  de "fascistas", es decir, empleando el mismo lenguaje escatológico que Farías. Por cada víctima del nazismo, se cuentan 4 del marxismo. Si todas los hombres son iguales como prescribe la Declaración Universal de los Derechos Humanos, podemos preguntarle: ¿sabe usted sumar, Sr. Farías?

Preguntar es cosa de filósofos

Sigamos haciéndonos preguntas que afectan al Sr. Farías. ¿Cabe juzgar la validez de una filosofía, la fundamentación de un pensamiento, la verdad de una idea, en función de sus connotaciones políticas? ¿No sería ésta una mera práctica política, y además de carácter totalitario, irracional, obscurantista? Por otra parte, y hablando de prácticas indecentes, se puede morir varias veces, como bien saben las víctimas de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, del sionismo o del comunismo, asesinadas y luego olvidadas por decreto a fin de que no desmerezcan las del holocausto, cuyo martirio deniega toda "competencia victimista" (un hecho que no debe extrañarnos si pensamos que el genocidio judío ha sido convenientemente inflado, exagerado y reiterado, de suerte que cualquier comparación podría poner en evidencia la fragilidad del montaje propagandístico y, con ello,  dañar la buscada impunidad de la organización criminal denominada Estado de Israel).

Pero un pensador también puede morir dos veces, una en tanto que persona y otra en tanto que obra. Los libros reciben a menudo el "tiro en la nuca" del comisario político de turno. El diario "El País" noticiaba con el título "Ha muerto Martin Heidegger" el fallecimiento del filósofo alemán el 27 de mayo de 1976. Conviene leer la noticia entera, puesto que este diario de corte izquierdista y antifascista valoró a Heidegger como "el mayor pensador de nuestro tiempo":

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Ha/muerto/Martin/Heidegger/elpepicul/19760527elpepicul_7/Tes/

Martin Heidegger, una de las máximas figuras de la filosofía moderna, ha muerto ayer, en la misma aldea de la Selva Negra en la que nació hace ochenta y seis años. Su obra filosófica, vinculada a Kant, a Kierkegaard, a Husserl y a los grandes filósofos griegos de la antigüedad, ha condicionado de uno u otro modo el pensamiento metafísico del siglo XX. Su estudio mas divulgado apareció en 1927, bajo el título «Sein und Zeit». («El ser y el tiempo» en traducción española de José Gaos). Desde entonces, la producción científica y ensayística del filósofo germano ha sido muy extensa, para cerrarse con las lecciones sobre Heráclito, en Friburgo, y sobre Kant, en Provenza. Desde 1969, Heidegger vivía en su localidad natal, Messkirch, con su mujer; ella y algunos discípulos acompañaron al venerado profesor hasta su muerte. La vida pública del filósofo resultó gravemente alterada con la irrupción del nazismo. Heidegger tuvo alguna complacencia hacia el régimen de Hitler, cuyo orden externo elogió en los meses iniciales del III Reich. Desconcertado por la evolución posterior del sistema y por la guerra, saldría de la Universidad en 1945, separado de sus funciones. Al cabo de seis años, regresaría a su cátedra como profesor honorario.
Martin Heidegger, el gran filósofo alemán, murió ayer, a los ochenta y seis años de edad, en su aldea natal de Messkirch, en la Selva Negra. Pese a ser considerado como el pensador más importante de nuestro tiempo, Heidegger hizo pocas concesiones a la publicidad, sobre todo, en los últimos años de su vida, transcurridos en el ambiente primitivo e idílico de su aldea natal. Alumno de Husserl, y considerado como el fundador de la filosofía del existencialismo, de la que posteriormente se distanció, comenzó a darse a conocer con su obra maestra Ser y Tiempo, escrita en 1927. Desde 1952 se encontraba retirado en su aldea natal, y a finales de 1974 se iniciaron los preparativos para la edición de sus obras completas, que se compondrán de 70 volúmenes. El filósofo había pedido a sus familiares que no dieran la noticia de su muerte hasta que su cadáver fuera inhumado, voluntad que no ha sido cumplida al hacer ayer pública la noticia de su muerte el alcalde de la aldea.

Si nos detenemos por un momento en la versión que da el artículo sobre los vínculos entre Heidegger y el nazismo, podemos explicarnos que, por aquel entonces, la actitud de "El País" fuera objetiva con el filósofo. Dicho vínculo político se consideraba a la sazón puramente personal y anecdótico. Un error. Pero las cosas iban a cambiar en el futuro.

El eje filosófico del mal (1964)

La polémica sobre el nazismo de Heidegger comenzó ya inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, con las represalias que acompañaron a la "desnazificación". Karl Löwith vinculó la ontología fundamental con el nihilismo de Hitler. Eric Weil criticaba que Heidegger no fuera un demócrata liberal al uso (tampoco lo era Marx, ni ninguno de los intelectuales progresistas de la época, ¿recuerdan?). No se equivocaban, siempre que aclaremos primero en qué consiste ser "nihilista". Hete aquí una carta de Heidegger a su discípulo Beaufret (véase más abajo) en la que afirma que los nihilistas de verdad son los que eluden plantearse el problema de la nada:

http://www.heideggeriana.com.ar/cartas/jean_beaufret.htm

Para los estudiosos, anotaremos que el primer escrito público que anuncia la futura cacería lo escribe un judío alemán y ex discípulo de Heidegger, el filósofo Karl Löwith, bajo el título "Las implicaciones políticas de la filosofía de la existencia" (1946) en la revista de Sartre "Les Temps Modernes", págs. 355-356. Además, un viejo colega y "amigo" de Heidegger, Karl Jaspers, que siempre había sentido una envidia difícil de disimular ante la proyección mundial del filósofo de la Selva Negra, aprovechó la oportunidad del régimen de depuración para desacreditarle. Gracias al testimonio de Jaspers, Heidegger fue apartado de la enseñanza universitaria, a la que sólo pudo volver en los años cincuenta para tramitar la jubilación anticipada. Ya entonces, empero, y a pesar de la fama del existencialismo francés que le reivindicaba para usos muy dudosos (por mucho que Heidegger nunca se sintiera representado por Sartre), empezó la campaña de injurias, que nunca ha cesado del todo y que tiene como finalidad, lejos de la legítima clarificación histórica de sus vínculos con el nazismo, la prohibición docente de su filosofía. Así, en el año 1966, el filósofo François Fédier tuvo que publicar en la revista "Critique" una reseña de tres obras titulada "Trois attaques contre Heidegger". En concreto, el heideggeriano Fédier respondía a "In Sachen Heidegger" (1959), de Paul Hühnerfeld, "Nachlese zur Heidegger" (1962), de Guido Schneeberger, y "Jargon der Eigentlichkeit" (1964), de Theodor W. Adorno. Quizá la más conocida de las tres es la de éste último, el judío militante Adorno, traducida al castellano como "La ideología como lenguaje. La jerga de la autenticidad" en 1971. Aunque a finales de los años sesenta la pretensión de colocar el pensamiento "fuera de la ley" parecía haberse asfixiado en su propia obscenidad, mediocridad y absurdo, en la actualidad, la acción combinada de los propagandistas Víctor Farías y Emmanuel Faye se empeña en conseguir la "segunda muerte" de Martin Heidegger y de otros autores de alto rango (Nolte, Jünger, Schmitt), considerados "peligrosos". Éstos representarían el eje filosófico del mal. Y contra el "mal", como sabemos, vale todo, como contra Alemania en su momento.

Morir por segunda vez (1987)

Se podría afirmar que, al principio, se cuestionó el compromiso personal de Heidegger con el nazismo, sin entrar en la calidad e importancia teórica, científica y filosófica de su obra. Pero esta idea sería un error, porque el compromiso personal de Heidegger sólo mostraba relevancia en función de su señalada filosofía, y se trataba de desacreditar un pensamiento que evidenciaba vínculos orgánicos, internos y esenciales con el fascismo. En Francia, Heidegger también tenía enemigos, como Robert Minder o Jean-Pierre Faye, pero, tras dos décadas de calma chica entorno al tema, sería un escritor de habla hispana, el chileno Víctor Farías, quien abriría la segunda oleada en la cruzada antifascista contra el pensamiento de Heidegger con la publicación de "Heidegger y el nazismo" (1987), libro traducido a catorce idiomas. Aunque no aportó muchas informaciones nuevas respecto de los resultados de las investigaciones del historiador alemán Hugo Ott (véase: "Martin Heidegger. Unterwegs zu einer Biographie", 1988, traducida al castellano como "Martin Heidegger", 1992), su tendencia a afirmar que la filosofía de Heidegger y el nazismo son una y la misma cosa señala claramente el rumbo que va a tomar el affaire a partir de entonces. En 2009, Farías publicará una edición corregida y aumentada de "Heidegger y el nazismo" que es, en realidad, un libro de nueva planta menos expuesto a la respuesta crítica de Fédier que el demagógico trabajo anterior. La tesis de Farías, insistamos en ello, es que la filosofía de Heidegger equivale a una recodificación en términos filosófico-académicos de la ideología nacionalsocialista. Hasta cierto punto, no miente.

Esta segunda edición del "expediente" de Farías contra Heidegger había sido precedida, empero, en Francia, por la publicación de "Heidegger, l'introduction du nazisme dans la philosophie" (2005), traducida al castellano como "Heidegger. La introducción del nazismo en la filosofía" (2009) de Emmanuel Faye. Este autor deja claro que ve su trabajo como la continuación de la Segunda Guerra Mundial en el terreno del espíritu, y hace extensivas las hostilidades a autores como Carl Schmitt, Ernst Nolte o Ernst Jünger:

"Todavía no nos hemos hecho cargo de lo que significa la propagación en el 'pensamiento' del nazismo y del hitlerismo, ese mar de fondo que se apodera progresivamente de las personas, las domina, las posee y suprime en el ser humano cualquier noción de resistencia. El triunfo de las armas no fue más que una primera victoria, sin duda alguna vital y que costó una guerra mundial a la humanidad. Hoy se desarrolla otra batalla, más larga, más sutil, pero en la que también está en juego el futuro de la especie humana. Por esta razón, es necesario tomar conciencia en todos los ámbitos del pensamiento, desde la filosofía hasta el derecho y la historia" (op. cit., p. 5).

Es la "tercera oleada" de la campaña. La ofensiva contra el pensamiento de Heidegger por motivos políticos se despliega ya a escala mundial. Resulta muy fácil de detectar entre los autores anglosajones, quienes pueden dedicar un capítulo de un libro sobre cualquier otro tema a desacreditar a Heidegger (diciendo, además, auténticas sandeces, dignas de la "filosofía para modistillas" que se produce en dichos países). Hace poco me referí a un artículo impresentable del historiador Henry Kamen, pero los ejemplos podrían multiplicarse. El esfuerzo central del ataque se detecta, empero, en Francia y Alemania. El escritor Julio Quesada intenta en estos momentos convertirse en el franquiciado español de la operación publicística en curso y a tales efectos ha publicado "Heidegger de camino al holocausto" (2008), pero el trabajo no se sostiene ya desde las primeras páginas, cuando pretende que, en Heidegger, la nada se identifica con el mal y el ser con el bien. Ni siquiera alguien que sólo se leyera las solapas de los libros de Heidegger podría atreverse a afirmar semejante barbaridad. La campaña contra Heidegger no tiene, empero, naturaleza filosófica, sino mediático-política. El nivel filosófico de Quesada, pero también de Faye y Farías, es ínfimo. Basta tomar un libro de Heidegger, leerlo con calma, y cotejar lo que dice con lo que estos propagandistas "dicen que dice", para tomar conciencia de la magnitud del fraude, que en ocasiones adopta la forma de la pura y simple manipulación o hasta de la falsificación de los textos.

Los heideggerianos y la defensa del maestro (2005-2007)

Heidegger ha tenido, empero, también sus defensores, especialmente entre los heideggerianos franceses. Singular es el caso de Jean Beaufret (1907-1985), autor de "Dialogue avec Heidegger" (4 vols., 1973-1985) quien, como castigo por su osadía, ha sido acusado de negacionista del holocausto e intelectualmente defenestrado. Beaufret cuestionó la importancia dada a las cámaras de gas y se solidarizó con el historiador negacionista Robert Faurisson después de que éste fuera físicamente agredido por sus ideas:

http://paris4philo.over-blog.org/article-11762713.html

Puede consultarse el homenaje a Jean Beaufret de François Fédier:

http://parolesdesjours.free.fr/beaufret.htm

Las réplicas académicas de defensa contra las sucesivas oleadas de la criminal campaña de desprestigio las ha dirigido el ya citado François Fédier. Así, ya hemos visto que en 1966 publica el artículo señalado en respuesta a Adorno y otros antiheideggerianos alemanes. Posteriormente, responderá a la segunda "cruzada" (Farías) con la obra "Heidegger: anatomie d'un scandale" (1988) y, finalmente, pero ya con graves problemas para encontrar editorial (Gallimard rechaza su libro en el último momento), a la tercera oleada: "Heidegger à plus forte raison" (2007). Véase la página sobre este libro y varios manifiestos difundidos por todo el mundo:

http://parolesdesjours.free.fr/scandale.htm

Manifiesto en defensa de Heidegger:

http://parolesdesjours.free.fr/philosophers.pdf

Firman también este libro Massimo Amato, Ohiliphe Arjakovsky, Marcel Conche, Henri Crétella, Françoise Dastur, Pascal David, Hadrien France-Lanord, Matthieu Gallou, Gérard Guest y Alexandre Schild, de los que pueden encontrarse artículos en la página enlazada. Los citados trabajos permanecen sin traducir al castellano y son, por tanto, bastante desconocidos para el público español no especializado. Se puede encontrar, sin embargo, el libro de Marcel Conche "Heidegger en la tormenta" (2006), que expone de manera sintética algunas de las razones de los heideggerianos franceses ortodoxos (para los que se interesen por los llamados heideggerianos heterodoxos, me remito a la obra de Jacques Derrida, pero advirtiendo que dicho autor poco tiene que ver ya en realidad con Heidegger). En el reino de Cervantes nadie ha salido, que yo sepa, en defensa de Heidegger, a pesar de que nuestro país está repleto de personal docente del más variado pelaje que se aprovecha de las ideas de Heidegger y que, sin ellas, no sería nada ni nadie en el mundo de la filosofía. Pero los "heideggerianos" españoles prefieren callar. Heideggerianos haylos en todo el mundo, principalmente en Europa y Estados Unidos, aunque muy pocos -ninguno, para ser exactos- están dispuestos a dar la cara por su maestro cuando se le imputan auténticas calumnias y difamaciones, como es el caso de Farías, cuyos escritos rezuman odio; mucho menos tratándose de asunto tan espinoso como el del "nazismo", donde los profesores se juegan la "reputación" y literalmente la continuidad de sus poltronas académicas.

La defensa de Heidegger, por otra parte, se ha basado hasta el momento en la idea de que, aunque el ciudadano Heidegger militara en el partido nazi, ello no afectaba a su filosofía. Pero si algo de positivo han aportado los trabajos de Faye, Farías y Quesada, a pesar de todos sus errores y manipulaciones, son documentos del propio Heidegger que vinculan pensamiento y política hasta tal extremo que resulta ya imposible sostener la apoliticidad de la ontología fundamental, aunque este factum, y de ahí el escándalo, no pueda convertirse ahora en una excusa para negar la validez del pensamiento heideggeriano. En realidad, habría que razonar a la inversa y, frente a quienes pretenden  que el vínculo con el fascismo desacredita la filosofía, sostener sin vacilar que una filosofía "fascista" válida nos obliga a revisar nuestras concepciones políticas. Es la postura adoptada por el eminente filósofo italiano Emmanuele Severino, quien, para escándalo de Farías, se atreve a concluir que "si una figura del rango espiritual de Martin Heidegger se había decidido por el nazifascismo se hacía necesario reconocer que en este movimiento político debía existir un fondo de importancia indiscutible" ("Panorama", 8 de noviembre de 1987, citado por Farías, "Heidegger y el nazismo", segunda edición revisada y aumentada, 2009, p. 14).

El supuesto de que ya no se puede seguir basando la "defensa" de Heidegger en la negación de los vínculos fascistas de su filosofía y de que es necesario revisar la concepción maniquea del fascismo impuesta por los doctrinarios antifascistas y los judíos de profesión es el punto de partida del presente blog. Dada la importancia del pensamiento heideggeriano, en este tema nos jugamos nada menos que el destino de la racionalidad occidental. Es necesario refutar a Farías y Faye, pero los argumentos de Fédier ya no bastan, a pesar de que pongan en evidencia el pedestrismo filosófico de los calumniadores, siendo así que no pueden negar la evidencia de los textos "fascistas" de Heidegger. Es necesario repensar el fascismo para poder repensar el pensamiento y ejercer la crítica contra el sistema supuestamente democrático que hizo posibles tantas décadas de impostura intelectual. Sin embargo, parece evidente que dicho sistema no va a seguir el camino honesto que aquí proponemos, sino que, allí donde antaño Heidegger era el mayor pensador de nuestro tiempo, colocará hogaño un artículo de Mario Bunge que lo califica de esquizofrénico o indecencias similares. Estamos ante el "caso Lyssenko" de la pseudo democracia liberal. Veámoslo.

Cambios en "El País" respecto de Martin Heidegger (2008)

¿Qué fue de aquél articulo en que "El País" admitía que Heidegger era "el mayor pensador de nuestro tiempo"? Este diario, siguiendo las prácticas que Orwell denunciara en su famosa novela "1984", ha olvidado sus propios artículos y ahora publica cosas como las siguientes:


O estas otras:


Se pueden encontrar artículos de semejante catadura en periódicos de derecha liberal como "El Mundo" o "La Vanguardia", con imputaciones tan o más graves que las del diario izquierdista, a las que ya hemos respondido en nuestro blog.

Aquéllos que se interesen por Heidegger no deben, pues, sorprenderse de encontrar autores, hostiles o no a Heidegger, que lo identifiquen con "la cima del pensamiento del siglo XX" (Eugenio Trías) o que hablen de "Ser y tiempo", la obra capital de Heidegger, como "el mayor acontecimiento filosófico desde la 'Fenomenología del Espíritu' de Hegel" (Habermas), mientras, por otro lado, escritores filosóficamente de segunda categoría como Farías y Faye o filósofos supuestamente "de verdad" como Bunge, reducen la obra de Heidegger al más absoluto de los ridículos o, en admitiendo su peligrosidad, a la maldad nazi. Pero la política, el antifascismo, sólo opera en los segundos, pues a Habermas, el mayor antiheideggeriano de Alemania, es de suponer que no se siente nada cómodo al tener que reconocer la importancia espiritual del "nazi" Heidegger. !Si lo hace -cosa que le honra- es a despecho de sus emociones políticas y ante una realidad palmaria! Aquéllos que todavía no hayan desarrollado criterios propios para decidir si un pensamiento filosófico es válido o no, deberán basarse en tales indicios: ¿qué podía llevar a "El País" o al reputado filósofo socialdemócrata Jürgen Habermas a investir a Heidegger como el mayor pensador del siglo, sino la evidencia de la calidad y veracidad de su obra? ¿Qué puede impulsar a negarla, una vez se han descubierto sus vínculos con el fascismo, sino el hecho de que tales vínculos demuestran el carácter culto del movimiento fascista, su fundamentación racional, su "verdad", que no era simplemente la de las armas o la violencia de los matones de las SA (!enfrentados a los matones comunistas, que todos hemos conocido!), sino también la de unas ideas incuestionablemente profundas? Como poco, deberíamos hablar de la extrema complejidad del fenómeno fascista, pero se prefiere matar al mensajero. Estamos ante el mayor escándalo intelectual de la pseudo democracia de Nüremberg, algo sólo comparable al silenciamiento de los genocidios, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad perpetrados por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Éstos atentan contra el hombre, contra los derechos humanos, contra la justicia; aquél pone en evidencia un atentado contra el espíritu en la raíz misma de la ideología antifascista vigente.
Jaume Farrerons
1 de enero de 2010

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