sábado, noviembre 20, 2010

20-N en España: fascismo y filosofía






















El llamado 20-N es en España el día en que los falangistas (fascistas españoles "de época") y la extrema derecha, celebran revueltos la confusión que el régimen anterior promovió al hacer coincidir artificialmente la muerte del derechista reaccionario Francisco Franco Bahamonde, caudillo de España por la gracia de Dios, y del nacional-sindicalista José Antonio Primo de Rivera.

Pero el 20 de noviembre también es, para fastidio de muchos intelectuales "progresistas" antifascistas de cheka y gulag, el día mundial de la filosofía. Quizá sea ésta una oportunidad que nos brinda el destino para deshacer la nefasta confusión de fascismo, ultraderechismo, racismo, antisemitismo, "el Holocausto" (Finkelstein), tan útil a los propagandistas del sistema oligárquico, pero que, frente a Ramiro Ledesma el fundador, el propio catolicismo joseantoniano favoreció sin querer. Se puede ser católico y decente, sin duda, José Antonio es una prueba de ello, pero no se puede ser cristiano y nacional-revolucionario sin pervertir la  metapolítica de Nietzsche, ateo-pagana hasta la médula.

Giorgio Perlasca, el fascista
que salvaba judíos

Nuestros respetos hacia la figura de José Antonio como persona y como dirigente político honesto que buscó unir lo nacional y los social en una causa que, ante todo, tenía que ser ética (y hasta estética) para poder llegar a ser verdaderamente política.

Pero no vamos a hablar aquí de José Antonio, sino de fascistas como Giorgio Perlasca, voluntarios del bando nacional en la Guerra Civil Española (1936-1939) que arriesgaron sus vidas para salvar a miles de hebreos italianos perseguidos por la Gestapo. ¿Cómo? ¿Fascistas amparando a judíos? Quisiera subrayar una vez más (véase "La criminalización del fascismo") que en el Partido Nacional Fascista (PNF), los judíos estuvieron marcadamente sobrerrepresentados en relación a su proporción étnica entre la población italiana. También hay que refrescar la memoria sobre la amante judía de Mussolini, sobre las declaraciones del dictador italiano en favor del retorno de los judíos a Israel, sobre el papel de un filósofo judío espiritualista, Henry Bergson, en la génesis ideológica del fascismo ... Quizá no resulte entonces tan extraño el apoyo que los judíos recibieron no ya sólo de la población italiana, sino de dirigentes de la jerarquía fascista cuando las autoridades nazis de ocupación reclamaron a los hebreos en represalia por los bombardeos incendiarios británicos contra la población civil alemana. Se quiere hacer del fascismo un equivalente del racismo, del antisemitismo y, por ende, de "Auschwitz", pero los datos no cuadran. El fascismo como tal no era antisemita, al contrario: inspirado en Nietzsche, rechazó el antisemitismo hasta que las presiones de la alianza con la Alemania nazi forzaron en 1938 un racismo artificial, de maquillaje, que la población y el partido no sentían, mucho menos hacia los judíos.

¿Qué es el fascismo?

La filosofía significa preguntar. Preguntemos, pues. ¿Qué es el fascismo? Mas lo cierto es que un siglo después de su surgimiento, los historiadores todavía no saben lo que es el fascismo. Así, Emilio Gentile, uno de sus más eminentes estudiosos, puede decir:

"Noventa años después de su aparición en la Historia y tras más de medio siglo de su caída como protagonista de la actualidad política, el fascismo aún parece ser un objeto misterioso y huidizo del intento de una clara y racional definición histórica a pesar de las decenas de miles de libros, artículos y debates dedicados a este movimiento político del siglo XX. Extraña y singular es también la historia de las interpretaciones del fascismo. De hecho, éstas oscilan entre visiones opuestas e inconciliables entre sí hasta tal punto que podríamos considerar vana la esperanza de llegar algún día a definir la naturaleza del fascismo en términos ampliamente compartidos" (Gentile, E., Fascismo. Historia e interpretación, Madrid, Alianza, 2004, p. 15).

El filósofo francés más señalado de la postmodernidad estructuralista, alguien que, además, es de procedencia judía, a saber, Jacques Derrida, afirma más o menos lo mismo sobre el nazismo: "No creo que podamos todavía pensar lo que es el nazismo". Tenemos el deber de preguntarnos, como filósofos, pero también como ciudadanos que viven en una sociedad supuestamente democrática, basada en la razón, donde existe algo así como una ciencia neutral, una universidad, una institución académica: ¿por qué no podemos saber hoy lo que el fascismo es? Se trata quizá de la pregunta más esencial de la filosofía, pues el fascismo se alimentó de Nietzsche, el último filósofo, el último metafísico occidental según Heidegger. Quizá en el fenómeno del (anti)fascismo se encierran las claves de occidente, de nuestra civilización europea, una historia que ya toca a su fin, pues el tiempo se ha cumplido.

En cualquier caso, no habría de extrañarnos que el fundador del fascismo español fuera un filósofo, Ramiro Ledesma Ramos; alguien que se dejara influir por Nietzsche hasta el punto se ser considerado nietzscheano, alguien que en su juventud escribe una novela titulada El sello de la muerte y una colección de ensayos, La filosofía, disciplina imperial, cuyo título ya habla por sí solo; alguien que traduce por primera vez a Heidegger al castellano. Pistas muy claras que señalan en una dirección concreta. Volveremos sobre esta cuestión también. Pero antes, abundemos en la duda, la sana duda cartesiana respecto de todo lo que nos ha enseñado la propaganda oligárquica.   

Jaume Farrerons
6 de diciembre de 2010

viernes, noviembre 19, 2010

Los asesinos que nos gobiernan (2)

Dick Cheney, vicepresidente de EEUU y sionista,  justificó públicamente la tortura al servicio de los intereses americanos. Cuando algo tan grave es legitimado y admitido con semejante chulería, debemos preguntarnos qué es lo que esconderá entonces el poder. Wikileaks sacó a la luz la verdad de la política estadounidense, bien reflejada en la  faz del propio Cheney. 
Los constantes escándalos de corrupción que salpican la vida pública de los países occidentales pueden hacer pensar que los políticos profesionales serían personas moralmente sucias, pero no criminales. Simpáticos pillos que, en el fondo, hacen lo que nosotros mismos haríamos si pudiésemos porque, como afirmaba Duran i Lleida, político de CiU, "nos gusta vivir bien". En países tan "civilizados" como Inglaterra no es diferente que en la triste España de la leyenda negra:
Julien Assange, responsable de Wikileaks
Nuestra tesis es, empero, que los políticos son corruptos e incompetentes, sin duda, pero también criminales. La evidencia de su corrupción no hace falta probarla ahora, una simple visita a las hemerotecas demuestra, no que se detecten aquí y allá "algunos" políticos corruptos, sino que el sistema economicista liberal se basa como tal en la corrupción. Ésta constituye un fenómeno estructural, inherente a la reducción de las relaciones políticas a relaciones puramente comerciales en todos los ámbitos de la society. Un ejemplo: la Sindicatura de Comptes puso en conocimiento del Parlament de Catalunya la existencia de irregularidades en el ayuntamiento de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) antes de que se produjera la intervención judicial. ¿Qué hizo el Parlament? Absolutamente nada. Nadie tenía interés en desvelar una trama de la que se beneficiaban como "casta" encubriéndose mutuamente unos a otros. Por ello, se puede afirmar que, por acción u omisión, todas sus putrefactas señorías son cómplices políticos del caso Pretoria. La situación no es mejor en el resto de los países occidentales de régimen liberal.


Abajo, niños palestinos víctimas
de la política sionista en Gaza.

Respecto a la incompetencia de los políticos, basta contemplar los extremos a los que ha llegado la crisis y, sobretodo, sus causas, para entender que existe una conexión intrínseca entre corrupción e incompetencia o mal funcionamiento del sistema. Cuando lo que importa de un político, alto cargo o funcionario es su fidelidad a la hora de amparar las corruptelas de sus superiores y no su capacidad, preparación y honestidad, el sistema económico tiene que entrar en quiebra antes o después. Es lo que ha sucedido tras décadas de impúdicos pelotazos. Los políticos corruptos e incompetentes, financiados por los bancos (a los que han sacado del agujero con dinero público para luego recortárselo a los pensionistas y a los trabajadores de la administración), consintieron el tipo de negocios crediticios podridos que están en la raíz del desastre financiero causante de la crisis. Son los políticos quienes han tolerado que el mundo del dinero pudiera hacer ciertas cosas sin incumplir la ley y son los políticos quienes permitirán, en el futuro, que esto siga siendo así, aunque de manera más disimulada, para que nada cambie y la oligarquía "antifascista" siga controlando la mayor parte del planeta.

Pero aunque huelan a mierda, insisto, ¿son nuestros políticos también unos criminales? ¿Unos genocidas? Por las informaciones que hemos ido ventilando en este blog sabemos que sí. Todo el sistema político actual se basa en la ocultación e impunidad de inmensos y espantosos genocidios, perpetrados por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y ocultados tras una pantalla de propaganda denominada "Auschwitz", holocausto, Shoah... Se utiliza un genocidio para encubrir otros genocidios. Cuando éstos son denunciados, la cláusula legal aplicada es la de banalización del genocidio judío. En suma, el Estado te acusará de banalización para... mantener impunes sus propios genocidios. Mas esta cortina de humo no sólo sirve para manipular el pasado, un historial vergonzoso que convendría maquillar, minimizar, olvidar..., sino que resulta muy útil sobre todo para seguir cometiendo crímenes en el presente. El juicio de Nüremberg ya resultó imprescindible para que los sionistas pudieran aplicar en 1948 el plan Dalet contra el pueblo palestino sin esperar más que meras "objeciones" de la ONU o de las tropas del mandato inglés.

Abu Grahib (2004)
Nüremberg también sirvió para legitimar a las dictaduras estalinista y maoísta, que después de esa pantomima pseudo legal pudieron todavía exterminar a 80 millones de personas, es decir, muchas más de las que ya habían asesinado antes de la celebérrima "cruzada contra el fascismo" en defensa de los "derechos humanos". De Hiroshima a Vietnam, de la Nakba a Iraq. La impunidad de tales atrocidades se produjo y sigue produciéndose ante las narices de las Naciones Unidas, que ha permitido la organización, por parte del régimen genocida chino, de unas olimpiadas. Y los políticos socialistas del Parlamento Europeo se negaron a condenar el comunismo como doctrina contraria a las normas humanitarias internacionales, lo que en toda regla cabría tipificar como delito de banalización y conducir a la cárcel a centenares de ellos.

Acabamos de enterarnos de las torturas perpetradas y ocultadas por los Estados Unidos en Irak.

Esta información ha sido filtrada por una página web llamada Wikileaks. Las imágenes de los crímenes americanos son impresionantes, se puede ver, por ejemplo, como un helicóptero de los "buenos" ametralla a unos prisioneros desarmados:


Las torturas están pues totalmente probadas, decenas de miles de civiles han muerto bajo el imperio de los sionistas antifascistas de observancia occidental hollywoodiense... Y esto no ocurre por primera vez en Irak. Recordemos el escándalo de Abu Grahib en el 2004.

A la derecha, Höss, torturado por los americanos
según testimonios presenciales de su detención.
Pero lo peor no es eso. De la misma manera que, por ejemplo, la indignidad más radical del gulag no es el gulag mismo, sino su impunidad, podemos preguntarnos: ¿cómo ha reaccionado ese poder mundial incontestable ante la evidencia de las denuncias? Respuesta: como una auténtica organización criminal, intentando inculpar al responsable de la página web e imputándole en falso a tales efectos un delito de violación. La civilizada Suecia, el país de los premios Nobel a terroristas, no podía decepcionar esta vez tampoco a los amos oligárquicos del hemisferio occidental. Y una jueza "democrática" se ha prestado a ello. En resumen: el gobierno de los Estados Unidos actúa como una mafia, incurre en guerras de agresión basadas en mentiras, tortura y asesina sin empacho, comete o consiente verdaderos genocidios y, si alguien osa denunciar estos hechos con pruebas palmarias (imágenes de ametrallamientos), la Estatua de la Libertad intenta tapar la boca del díscolo involucrándolo en actos delictivos a base de falsas querellas presentadas por prostitutas a sueldo de la camorra sionista.

Son estos mismos ejemplares de bonhomía antifascista los que torturaron y amenazaron a Rudolf Höss, comandante de Auschwitz, para extraer de él las "confesiones" que iban a "probar" la existencia del relato oficial de "el Holocausto" (Finkelstein), cuando, de ser ciertas dichas acusaciones, hubiera bastado una simple pericial de los cadáveres para detectar la substancia mortal que los habría supuestamente asfixiado en cámaras de gas. Pero, ¿no fue Donald Rumsfeld quien reconoció que se había utilizado la tortura, de manera sistemática, en Guantánamo y otros lugares, con el fin de obtener información?


Es un hecho ya probado que los aliados torturaban de forma sistemática a los prisioneros alemanes. ¿Por qué hemos de suponer que en la posguerra, y estando en juego el relato de los hechos del mayor conflicto bélico de la historia que se transmitiría a las futuras generaciones, habría de ser diferente? El tiempo pone a cada cual en su lugar y ahora ya sabemos cómo son realmente los "defensores de la libertad" y demás santones de la propaganda de Hollywood. Hoy tenemos  la certeza absoluta de que su narración de la historia no es sólo dudosa o manipulada, sino ante todo un arma ideológica que debe permitirles acaparar el poder bajo la apariencia de una democracia,

Lo que significa, en último término, justificar y hasta legalizar la persecución policial de sus críticos y adversarios. Algo que no tiene absolutamente nada que ver con la idea "humanitaria" que justificó la Segunda Guerra Mundial.  Los "vencedores" no son mejores que los nazis y podemos empezar a plantearnos, con buenos motivos si, en realidad, son incluso peores. Todos las víctimas de la persecución racial, genocidios, crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad son iguales por definición. Reclamamos la aplicación objetiva de la legalidad vigente en materia de genocidio y memoria histórica. Que los criminales que nos gobiernan sean juzgados con la misma vara de medir que los nazis o, en su defecto, que se abolan las leyes correspondientes.

Jaume Farrerons
19 de noviembre de 2010

jueves, noviembre 18, 2010

El plan oligárquico de exterminio del pueblo alemán y su ejecución

Tenemos el honor de hacer accesible a nuestros lectores el libro de James Bacque Other losses (1989), segunda edición revisada de 1999, que se ha traducido al francés como Morts pours raisons diverses (2004). La versión gala de los revisionistas permitirá leerlo sin problemas a muchos estudiosos españoles que tienen la desgracia, o la suerte, según como se mire, de no saber inglés.

Esta obra relata el calvario de los soldados alemanes prisioneros en campos de concentración franceses y americanos, donde fueron víctimas del plan de exterminio del pueblo alemán, diseñado por Theodore N. Kaufmann en 1941 y aplicado a partir de ese mismo año por el Bomber Command británico y desde 1945 por el banquero Henry Morgenthau, siempre con la entusiasta colaboración de las autoridades americanas de ocupación.

El plan aliado de exterminio se inició con los bombardeos incendiarios especialmente diseñados para quemar el máximo número de civiles alemanes, ancianos, mujeres y niños, con 1,1 millones de víctimas; continuó con los 2,5 millones de personas indefensas que quedaron en la cuneta tras la expulsión de los alemanes de las provincias del Este (Prusia, Silesia y Pomerania); con los 1,3 millones que no sobrevivieron a las brutales deportaciones de las minorías centroeuropeas germanohablantes; con los 1,1 millones de militares exterminados en los campos de concentración occidentales, los famosos campos del Rhin; con los 1,5 millones militares alemanes prisioneros asesinados en los campos de concentración soviéticos; con los de 4 a 8 millones de muertos víctimas civiles de las hambrunas planificadas por el perverso Morgenthau en la posguerra alemana; con las 200.000 mujeres, ancianas y niñas alemanas perdidas para siempre a causa de las violaciones planificadas por el carnicero Stalin y, finalmente, con los 80.000 civiles alemanes que perecieron en campos de concentración regentados por ex reclusos judíos después de la Segunda Guerra Mundial (Salomón Morel es el ejemplo más conocido de este oscuro episodio sobre el que ya hablaremos en otro post).

En total, alrededor de 13 millones de víctimas. El mayor genocidio que la historia recuerda. Para silenciar esta atrocidad y girar la tortilla del revés, había que inflar los crímenes nazis  hasta convertirlos en la expresión de un mal absoluto caído del cielo (o del infierno) y sacado de todo contexto interpretativo científico o historiográfico. De ahí la historia de "el Holocausto" (Finkelstein), patente de corso moral y política para la ultraderecha hebrea que ya se cobró los primeros dividendos mediante la ejecución del plan Dalet (1948) contra el pueblo palestino y la construcción de esa organización criminal (al amparo de la ONU) conocida como "Estado de Israel".

El libro de James Bacque fue cuestionado y su autor desacreditado en lugares eminentemente sionistas como la putrefacta y pedófila Wikipedia, donde se suprimieron las entradas referidas al tema. Sin embargo, años más tarde, un historiador de reconocido prestigio, Giles MacDonogh, publicó After the Reich. The Brutal History of the Allied Occupation (2007), que confirma en parte los hechos denunciados por Bacque. Sobre esta obra hablaremos también con más detenimiento en un post específico.

El proyecto anatema de exterminio del pueblo alemán se ha convertido ahora en una organización sistemática de la suplantación étnica en forma de política migratoria y de natalidad que afecta no sólo a Alemania, sino a todos los pueblos europeos, los cuales se enfrentan a su pura y simple extinción demográfica en las próximas décadas. El agente inductor de esta planificada querencia racista es la extrema derecha judía, supremacista y colonialista que, mediante los oportunos lobbies de poder económico, ideológico, cultural y mediático, controla las elecciones presidenciales, la política económica y exterior de los Estados Unidos de América (véase James Petras) y, desde ahí, extiende sus tentáculos por todo occidente. A su dominio apenas escapan países como Irán, Siria, Rusia y China. Pero también les llegará su hora a esos recalcitrantes díscolos, como le llegó su hora a Irak.

Os dejamos con Morts pour raisons diverses, primera obra sobre el tema de ese auténtico héroe de la verdad que es James Bacque:


Saludos.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica