martes, agosto 28, 2012

Ernst Nolte o el historiador heideggeriano (1)

La soledad del héroe.


Conocida es la distinción de Norman G. Finkelstein entre el holocausto como hecho histórico y "el Holocausto" (con mayúsculas) como ideología e instrumento de propaganda sionista al servicio del Estado de Israel. La industria del Holocausto comienza con las siguientes palabras: "Este libro es tanto una anatomía como una denuncia de la industria del Holocausto. En las páginas que vienen argumentaré que 'el Holocausto' es una representación ideológica del holocausto nazi". Y añade en nota: "En este texto, la expresión holocausto nazi se emplea para designar el hecho histórico real y Holocausto, para referirse a su representación ideológica". La ideología del Holocausto "como la mayoría de las ideologías, posee cierta relación con la realidad, aunque sea tenue" (Finkelstein, N. G., La industria del Holocausto, Madrid, 2002, p. 7). La obra de Nolte se sitúa en el crucial intersticio entre el holocausto "real" y su "representación ideológica", mientras otras, para satisfacción de Sión, cometen la torpeza de negar hasta los crímenes racistas, perfectamente probados, de los Einsatzgruppen. Nolte es quizá el único historiador de oficio capaz de plantear, prácticamente solo, semejante desafío, verdadera amenaza para la "ideología antifascista" (siendo así que ataca su núcleo central) y, por lo tanto, para el dispositivo de poder -el "sistema"- que dicha ideología legitima, justifica o fundamenta de facto. César Vidal reconoce implícitamente este extremo "estratégico" en su impresentable panfleto La revisión del Holocausto (1994):

Sin embargo, los ataques dirigidos contra la memoria del Holocausto no se han ceñido a su negación. Por el contrario, en algunos casos admiten, de mayor o menor buena gana, su realidad histórica. Esta versión, a la que estamos asistiendo desde hace algunos años, resulta más sutil, más refinada y, precisamente por ello, tanto o más peligrosa que la negación desnuda. Me estoy refirendo a lo que yo denominaría  la trivialización del genocidio. Ésta consiste en la aceptación fría y aséptica de que el mismo tuvo lugar, pero acompañada de la relativización ética, de la comparación desproporcionada con otras catástrofes históricas, de la aceptación de que el mal más horroroso es inevitable y que, por tanto, como consecuencia lógica, el Holocausto no deja de ser algo vulgar, corriente, trivial en suma, dentro del devenir histórico (Vidal, C., La revisión del Holocausto, Madrid, Muchnik, 1994, pp. 167-168).

Para quienes conozcan mínimamente la obra de Nolte, pretender que éste considera el holocausto como algo "trivial" incurre en una falsificación consciente pura y simple. Pero César Vidal ya nos tiene acostumbrados a ello, y la "obra" en cuestión, repleta de fraudes, plagios y manipulaciones, es un buen ejemplo de su deshonestidad intelectual integral. Pero salvando tal obviedad, Vidal atestigua que, para los sustentadores y promotores académicos de la ideología del Holocausto, Nolte y, en general, los historiadores de la línea noltiana, representan un peligro harto más acuciante que los escritores negacionistas. Para empezar, porque Nolte desarrolla su trabajo desde el interior de la institución académica funcionarial respetando -a los ojos del sistema, que impone un dogma bajo amenaza penal- todas las pautas metodológicas de la ciencia historiográfica, sin ceder ni un palmo de rigurosidad a presuntos imperativos políticos filofascistas. El precio que Nolte tiene que pagar por la satisfacción de este requisito de carácter a su vez político y, en el fondo, inquisitorial, es a nuestro entender muy alto en términos teóricos, pero si analizamos hasta dónde ha llegado en su tarea de crítica a la ideología antifascista, podremos medir también el espesor de la autocensura a que está sometida la ciencia en el presunto "mundo libre".

Sólo Nolte podría transcribir, en un debate sobre la influencia de la comunidad judía rusa en la revolución bolchevique, el siguiente fragmento de Jerry Z. Muller, publicado en "Commentary" (1988), "órgano de la derecha judía en Estados Unidos":
Si bien los judíos fueron muy visibles en las revoluciones de Rusia y Alemania, en Hungría parecían estar presentes en todas partes. (...) De los 49 comisarios estatales, 31 eran de origen judío. (...) Racosi bromeó más adelante que si Gorbay (un gentil) había sido elegido para su cargo fue "para disponer de alguien que pudiera firmar las penas de muerte los sábados". (...) Pero el notable papel de los judíos en las revoluciones de 1917-1919 le dio al antisemitismo (que en 1914 pareció menguar) nuevos ímpetus. (...) Los historiadores que enfocaron su atención en los ideales utópicos expuestos por los revolucionarios judíos han desviado su atención del hecho de que aquellos comunistas de origen judío, no menos que sus colegas no-judíos, fueron arrastrados por sus ideales a participar en crímenes nefandos -contra judíos y no-judíos por igual (citado por Nolte, E., Después del comunismo. Aportaciones a la interpretación de la historia del siglo XX, Barcelona, Ariel, 1995, p. 194, original en alemán Lehrstück oder Tragödie?, Colonia, 1991).
Nolte no se limita a citar,  sino que pregúntase por la procedencia de esos "ideales" (¿criminógenos?) en nombre de los cuales judíos y gentiles exterminaron a cien millones de personas:
(...) difícilmente se les hará justicia a los judíos si sólo se ve en ellos a una débil minoría y no, como sería más lógico, a un "pueblo que dio a la humanidad una religión mundial en la que aún había presentes elementos de una antigua religión tribal que ellos trataban de conservar". (...) / Por otra parte, ¿no se daba un íntimo parentesco entre el mesianismo del socialismo y el mesianismo del Antiguo Testamento? (Nolte, op. cit., p. 195).
La primera observación relevante, a efectos de nuestros intereses, en torno a la figura de Ernst Nolte, sería que se trata de un historiador, no de un filósofo. Pero de un historiador discípulo de Martin Heidegger, cima del pensamiento del siglo XX y, al mismo tiempo, militante nacionalsocialista. Dato que, de alguna manera, justifica la presunción -o la "sospecha", según se mire- de detectar la huella del pensamiento profundo, a la par que la influencia metapolítica del maestro, en sus investigaciones sobre el fascismo y el nazismo, es decir, en aquellas obras que, a la postre, consagraran a Nolte, bajo la tempestad de una estrepitosa polémica, en el pedestal de su celebridad non political correctness.  La segunda observación relevante, que, de alguna manera, despréndese de la anterior, es que Nolte no es un historiador mediocre, tampoco un historiador revisionista, sino un historiador profesional descollante, reconocido y distinguido como tal -con todas las objeciones y excomulgaciones políticas que se quiera- por la institución académica "oficial". Este dato tiene ventajas e inconvenientes a la hora de valorar la obra de Nolte, pero, en cualquier caso, avala la suposición de que no se puede utilizar el habitual método del ensordecimiento para "refutar" a Nolte como se ha hecho, por ejemplo, en España, con Pío Moa (a pesar de la absoluta profesionalidad de Moa, conviene subrayar). En este sentido, publicaba el diario "El País" la siguiente noticia ("Un premio con escándalo. Polémica en Alemania por el galardón a un historiador que ve una 'base racional' en el nazismo", 23 de junio de 2000):

Alemania vive estos días un grave debate ideológico sobre su pasado bajo el régimen nazi, después de que uno de los galardones literarios más importantes del país haya ido a parar a manos de un historiador que ha justificado en varias ocasiones la destructiva ideología de Adolf Hitler. El autor en cuestión se llama Ernst Nolte, y se le conoce por argumentar que el antisemitismo del régimen nazi tenía una "base racional", y que el nazismo no era, en su esencia, más que una respuesta al bolchevismo soviético. Este mes, Nolte ha recibido el Premio Konrad Adenauer de literatura, causando un escándalo que ha salpicado de reacciones de desprecio las páginas de todos los periódicos del país y ha provocado una profunda división en la histórica institución que lo otorga.
El premio, otorgado también en su día al mismísimo excanciller Helmut Kohl, es adjudicado por la Fundación Alemania, según sus bases, a trabajos que "contrinuyen a un futuro mejor". La organización, con sede en Múnich, es conocida por su conservadurismo y se le atribuye cierta proximidad con el ala derecha de la Democracia Cristiana, pero nunca se la había considerado reaccionaria hasta ese punto.
En agradecimiento del premio, Nolte tampoco se hizo un favor. "Debemos dejar atrás la idea de que todo aquello que se opone al nacionalsocialismo es lo correcto", proclamó. También añadió que, al ser el nazismo "la fuerza más poderosa" de las que se oponían al bolchevismo, y al ser éste un movimiento con gran apoyo de la comunidad judía, Hitler tenía una base "racional" para atacar y perseguir a los judíos.
En Alemania y Francia se ha hecho patente una reacción de los conservadores ante lo que los franceses llaman "la izquierda angelical", el nuevo progresismo, al que acusan de poner en práctica una política europeísta que amenaza al tradicional modelo de Estado-nación con una especie de marea multicultural integradora.
En este contexto, Nolte se presenta con éxito como un iconoclasta de sesgo conservador. Pocos días después de recibir el premio, recibió aplausos entusiastas al término de una conferencia en París, donde, de nuevo, expuso sus tesis sobre la persecución a los judíos.
En opinión de Charles Maier, historiador de Harvard, "premiar el trabajo de Nolte es un claro manifiesto político para apoyar la idea de que, en comparación con lo que se hizo en la Unión Soviética, no es correcto demonizar el nazismo". "En el contexto de Alemania, es exculpatorio, y también absolutamente escandaloso", añade.
La indignación en Alemania ha sido alimentada, además, por el hecho de que otro prestigioso historiador, Horst Moller, director del Instituto de Historia Contemporánea, decidiera hacer el discurso de presentación de Nolte. Moller destacó en su texto que no estaba de acuerdo con las tesis del galardonado, pero alabó "toda una vida de trabajo de alto nivel", y lanzó un potente ataque contra los intentos "demagógicos y llenos de odio" de acabar con este debate en Alemania.
La masiva reacción a sus palabras se ha plasmado en los periódicos, llenos de cartas de otros historiadores que piden la dimisión de Moller. En una carta abierta al diario Die Zeit, Heinrich Winkler, profesor de Historia en la Universidad Humboldt de Berlín, dice: "El profesor Moller se permite tomar partido en una corriente intelectual que trata de integrar las posiciones revisionistas y de ultraderecha en el discurso conservador".
Pero Nolte está decidido a luchar contra la eterna victimización alemana por el holocausto. En su discurso, atacó a aquellos que defienden "una imparable transición hacia la globalización". También denunció amargamente lo que considera una "acusación colectiva" permanente contra Alemania desde 1945.
El historiador, autor de libros como Tres caras del fascismo y La guerra civil europea, es conocido por este tipo de argumentos acerca de Hitler, Stalin y los judíos desde hace años. Pero nunca antes una prestigiosa institución como la Fundación Alemania le había apoyado de manera tan contundente, un gesto que sugiere que la propia ala derecha de la Democracia Cristiana está dispuesta a adoptar la idea de que los horribles crímenes nazis no fueron los únicos en aquella época y que han sido injustamente singularizados.

Como el artículo de la secta acredita, no es necesario "negar" el holocausto in toto para desencadenar las iras de los testaferros intelectuales de la oligarquía. Nolte no es un historiador negacionista. Ya veremos su matizada e interesante posición sobre el revisionismo. Sea como fuere, los brutales ataques que sufre, la excomunión de Nolte por parte de un sector de la academia, es decir, del sionismo y del antifascismo de cátedra, así como la ascendencia filosófica de aquél, autorizan a otorgarle un mínimo de credibilidad como fuente de información. Y si no él, ¿quién? En una entrevista fechada el año 2005 le preguntan a Nolte sobre la crisis de la historiografía como ciencia. La respuesta de Nolte es la siguiente:
Es konnte sein, dass Geschichtsschreibung in dem Sinne, wie wir sie verstanden haben, bereits nicht mehr existiert und dass an die Stelle einer wissenschaftlichen Geschichtsschreibung, die immer auch abwägend und vergleichend vorgeht, so etwas wie eine neue mythologische oder dogmatische Grunderzählung tritt. Hier wäre "Auschwitz" als das Ereignis des Erscheinens des "absolut Bösen" zentral, das hinfort die Stelle des Opfertodes Christi einnehmen würde und alles Denken auf sich bezogen sein liesse. Jede Art von Kritik würde ebenso verboten, ja von vornherein undenkbar sein, wie es im Mittelalter gegenüber der Kreuzigung Christi der Fall war (Nolte, E., Siegfried Gerlich im Gespräch mit Ernst Nolte. Einblick in ein Gesamtwerk, Heidenheim, Antaios, 2005, pp. 16-17).
Traducción "libre": "Podría ser que la historiografía en el sentido en que nosotros la hemos entendido siempre ya no exista más, y que en lugar de una historiogtrafía científica, que siempre procede sopesando y comparando, irrumpa una nueva narración mitológica o dogmática. Aquí ocuparía el centro "Auschwitz" como acontecimiento de la aparición del "mal absoluto", que desplazaría de su lugar el sacrificio de Cristo y atraería hacia sí todo pensamiento. Cualquier suerte de crítica sería también prohibida (verboten), si no de antemano tenida por impensable, como respecto de la crucifixión de Cristo en la Edad Media". Para nosotros son éstas afirmaciones mucho más "subversivas" que las famosas desencadenantes de la Historikerstreit. Un anuncio del mundo orwelliano que nos espera, del mundo en el que ya vivimos en parte, profetizado por un historiador de la talla de Nolte. Todavía podemos detener la abominación, pero únicamente comprometiéndonos con la verdad racional.  !Éste es el mensaje!

HISTORIKERSTREIT

Nolte fue, por otro lado, el iniciador de la famosa Historikerstreit (polémica de los historiadores) con su famoso artículo "Die Vergangenheit, die nicht vergehen will" ("el pasado que no quiere pasar"), publicado el 6 de junio de 1986 en el "Frankfurter Allgemeine Zeitung".  Quizá el fragmento más famoso del documento es el siguiente:
Pero igualmente debe parecer lícito y casi inevitable el siguiente interrogante: ¿Llevaron a cabo los nacionalsocialistas, llevó a cabo Hitler, una acción "asiática" sólo porque ellos y sus semejantes eran víctimas potenciales o reales de una acción "asiática"? ¿El archipiélago Gulag no fue un antecedente de Auschwitz?
Reproducimos el texto íntegro del artículo (véase abajo en Documentación anexa) por su importancia histórico-mundial.


























































































En lengua castellana podemos disfrutar de la siguiente "réplica" de un historiador español que pone en evidencia la "gravedad" (para los guardabarreras docentes del sistema oligárquico) de las tesis de Nolte a pesar de que no niegan el holocausto:

Este último "detalle" es importante y debería hacer reflexionar a muchos supuestos socialpatriotas cuyo desprecio hacia la verdad resulta a la postre idéntico a aquél que atribuyen a los "lacayos del sistema".  No veo cómo se puede tener la más mínima noción de la verdad desde posiciones "mágicas" evolianas y mamarrachadas irracionalistas de similar jaez.
A la Historikerstreit dedicaremos, en su momento, una serie de entradas, que incluirán la traducción al castellano (hasta ahora, curiosamente, inédita) del famosísimo y casi mítico pero desconocido -por estos pagos- artículo de Nolte.
Rasgos generalísimos de la obra de Nolte

Aquello que caracteriza la obra de Nolte como historiador no es el cuestionamiento de ciertos hechos, sino su reinterpretación en un marco exegético o hermenéutico incompatible con el actualmente vigente. Nolte no niega los "horribles acontecimientos" repetidamente evacuados por Hollywood, sino que los enfoca desde una perspectiva alternativa y racional, poniendo en primer plano otros "hechos" incontestables que los historiadores a sueldo de la oligarquía omiten o simplemente ignoran, pero cuya "realidad" no se atreven a negar de forma explícita. La influencia de la filosofía de Heidegger, en Nolte, posibilita el ejercicio consciente del concepto de "construcción", interpretación, selección, ordenación y jerarquización de los hechos históricos en función de un Entwurf (pro-yecto) trascendental-constituyente, más allá del mero amarre empírico-positivista de datos tan típico del negacionismo. Conviene añadir que, una vez más, los presuntos nacional-revolucionarios no sólo han desechado por lo general, como sabemos, a Heidegger, sino que, a consecuencia de ésta su persistente incomprensión de la filosofía, tenían también que ignorar a Nolte. Para los seguidores de este blog, el punto de partida de Nolte resultará "familiar". En primer lugar, una historiografía que nuestro autor califica de "trágica":


Una historiografía que no quiera limitarse a describir los grandes conflictos del siglo XX, sino verlos "desde dentro" y de modo mesurado, tiene que distanciarse y tomar una dimensión europea, casi planetaria; y deberá ser finalmente trágica (Nolte, E., Después del comunismo. Aportaciones a la interpretación de la historia del siglo XX, Barcelona, Ariel, 1995, p. 211).
Y, en segundo lugar, la verdad:

La verdad es incómoda porque conduce a tensiones, pero al final acaba por despertar respeto allí donde, hasta entonces, sólo existió satisfacción entre los discípulos dóciles. La verdad histórica no es una suma de cosas singulares justas, o de resultados de investigaciones históricas especializadas, sino que existe sólo en la forma de intentos de interpretación global de la verdad, o de las verdades (Nolte, E., op. cit., p. 213).
No abundaremos más en esta entrada introductoria, donde solamente deben quedar dibujados, con gruesos trazos, los rasgos metodológicos generalísimos de una historiografía basada en la ontología fundamental de Heidegger. De la importancia de dicha exégesis ya no dudarán quienes hasta el día de hoy reducían la filosofía heideggeriana a un montón de frases ininteligibles sin ninguna trascendencia política. Recordemos, al respecto, que Sein und Zeit ("Ser y tiempo"), la obra señera de Heidegger, tiene como "objeto" el existente en cuanto ser temporario-histórico. La tránsito de Heidegger a Nolte no es forzado, sino la "aplicación" metodológica natual del concepto de Dasein (ser-ahí o ahí del ser) a la historia contemporánea y, por ende, al fascismo. En este sentido y no obstante lo dicho transcribiremos un último fragmento de Nolte que, en cuanto historiador, únicamente Nolte podía haber escrito:

Se ha realizadon en tres planos la caracterización del fascismo. En el primero fue concebido como fenómeno político y determinado como "antimarxismo", "que intenta destruir al enemigo mediante la constitución de una ideología radicalmente opuesta y sin embargo próxima, y el empleo de métodos casi idénticos, aunque realizados de modo característico, de los marcos inalterables de la arrogancia y la autonomía nacional". Esta formulación ha podido realizarse previamente en la introducción y se ha demostrado cada vez más claramente en el transcurso del análisis. Tiene validez para todas las formas de fascismo. / La segunda caracterización que lo definió como "lucha a muerte del grupo soberano, guerrero, de carácter antagónico" ya no le considera un fenómeno en el marco de la política, sino que se ve en él el fundamento natural de la misma política, llevada a la autocomprensión. Esto sólo se percibe en su configuración radicalfascista y pudo exponerse suficientemente en tal contexto. / En el tercer plano, que es el más difícil de alcanzar y es el más fundamental, fascismo se denominó "oposición a la trascendencia". Se puede observar esta definición en las manifestaciones más tempranas y posteriores: le caracteriza como fenómeno metapolítico. No puede hacerse comprensible mediante la referencia a detalles históricos, ni mediante simples interpretaciones. Requiere un nuevo principio si no quiere quedarse en la mera indicación oscura de una opinión (Nolte, E., Der Faschismus in seiner Epoche, Munich, Piper, 1963, edición española Barcelona, Edicions 62, 1967, p. 487).
Y añade:
Puede parecer que nuestra exposición se ha alejado mucho del fascismo y ha pasado a lo impenetrable dentro de la terminología filosófica. Pero el punto de alejamiento más acusado significa también acceso a la evidencia de un nexo. Pues el intento de una caracterización trascedental del fascismo no tendrá base mientras no se sepa captarla en un proceso ideológico previo. El fascismo en cuanto tal no ha sido nunca propiamente objeto de una reflexión trascendental continuada (Nolte, E., op. cit., p. 492).
Nuestra propia interpretación del fascismo y de la Segunda Guerra Mundial se inspira así en el planteamiento de Nolte, pero, debido a las tempranas raíces filosóficas autónomas, con un "añadido" no anecdótico: que hemos apurado, obedeciendo empero a la misma metodología heideggeriana, ontológico-fundamental, algunos de los enfoques y conclusiones del historiador alemán. Nolte sostiene que el gulag precedió a Auschwitz y explica el surgimiento del fascismo como reacción frente a aquél. Para nosotros, no sólo el gulag precedió a Auschwitz, sino que, además del gulag, Auschwitz fue precedido de un plan de exterminio del pueblo alemán, un "hecho" perfectamente conocido y documentado, pero ensordecido por el academicismo oligárquico y no digamos ya por los "medios de comunicación" sistémicos. Dicho plan, que denominaremos aquí Kaufman-Morgenthau y que comienza a aplicarse con los bombardeos terroristas ingleses contra las ciudades alemanas, fue "aquello que" (siempre obviado) desencadenó Auschwitz. 

Debemos subrayar, sin embargo, que en este blog no compartimos la mayoría de las tesis de Nolte, las cuales consideramos bien encaminadas pero, en definitiva, erradas en su trasfondo filosófico último, precisamente aquello que, en primera instancia, las hacía más fructíferas. Nolte nunca llega hasta el final y permanece deudor de posiciones políticas conservadoras. El debate de las teorías noltianas nos aleja, en todo caso, del terreno habitual de las pseudo polémicas teledirigidas alrededor del fascismo y nos permite abordar con desahogo teórico una discusión verdaderamente libre y fecunda de los temas cruciales de nuestro tiempo. Con Nolte la historiografía escapa a la camisa de fuerza del hospital psiquiátrico yanqui-estalinista (donde internaron, por ejemplo, a Ezra Pound) y toma vida propia. Hacemos pues nuestro el contexto noltiano, no, empero, su exégesis ni, mucho menos, algunas de sus harto dudosas conclusiones sobre la singularidad del holocausto y el carácter contrarrevolucionario del fascismo, entre otras.

Este planteamiento interpretativo historiográfico es perfectamente compatible con un revisionismo moderado y, por nuestra parte, rechazamos, como no probada, la existencia de un plan estatal de exterminio de los judíos bajo el régimen nacionalsocialista. Las actuaciones de los Einsatzgruppen en el frente del Este fueron ordenadas por Berlín, sin duda alguna, pero su finalidad es inseparable del contexto de la guerra anticomunista contra el "judeobolchevismo" (tal como era concebido por los ideólogos nazis); tiene esa masacre, sin duda, carácter genocida e intencional, pero no busca la supresión del pueblo judío en su totalidad. Cuestionamos, asimismo, la importancia concedida a las cámaras de gas, las cuales, en el supuesto de que realmente existieran tal como se las ha descrito (algo que no ha sido tampoco probado jamás de forma satisfactoria), no tuvieron ni mucho menos el exagerado papel que se les atribuye. Finalmente, negamos la cifra de 6 millones de judíos exterminados, un dígito enormemente hinchado por la propaganda con fines políticos. Concedido esto, conviene aclarar lo siguiente: la escuela funcionalista de historiadores oficiales ya ha rechazado la existencia de un plan de exterminio de los judíos y se atiene a la evidencia de una persecución y maltrato "difusos", no planificados, espontáneos (al modo de un pogrom). La inflación fraudulenta de todo lo relativo al uso del Zyklon B fue denunciada nada menos que por Daniel Goldhagen en su famosa y nauseabunda obra Los verdugos voluntarios de Hitler. Y la cifra de 6 millones fue mucho tiempo ha objeto de recortes por instituciones comunistas nunca contestadas del lado de los historiadores "científicos", quienes ya antes de 1989 hablaban de 5,1 millones y hasta de 4,5 millones de víctimas hebreas (no contamos aquí los prisioneros rusos, los gitanos, los opositores al régimen, etc). El reconocimiento oficial de que en Auschwitz no perecieron 4 millones de personas, sino a lo sumo 1,5 millones, fuerza a restar al menos algunos millones a los 4,5 millones admitidos antes de la caída del muro de Berlín, con lo que tenemos un total de víctimas judías que no rebasa los 2-3 millones. De ellos hay que descontar además los que fallecieron, como resultado del brutal y provocado descoyuntamiento de Alemania en los últimos meses de la guerra, por epidemias de tifus y otras "causas naturales". Lo que reduce a aproximadamente 1,5 millones el número de los asesinados por motivos raciales, buena parte de ellos a manos de los Einsatzgruppen (en el frente del Este). Un millón y medio de víctimas, incluyendo ancianos, mujeres y niños, es ya un genocidio, pero las autoridades del bando vencedor no admitirán nunca esta "verdad" en la medida en que se pretenda que "el Holocausto"  siga siendo utilizado, a lo largo de un nuevo siglo "sionista", como instrumento de propaganda para reducir el fascismo al "mal absoluto". Obsérvese, además, qué ocurre cuando se compara ese millón y medio de víctimas judías con las actuaciones genocidas de los aliados. En efecto, el volumen de "liquidados" por el plan de exterminio emprendido antes de que empezara el holocausto contra el pueblo alemán asciende a 13 millones de personas, civiles o militares desarmados (no se incluyen en el cómputo los caídos en combate). !Y todo ello impunemente y en nombre del pacifismo, la democracia , el progreso y los derechos humanos! 
En consecuencia, parece obvio que no es necesario "negar" el holocausto para sembrar la histeria y el pánico entre los relatores y escribientes de la narración mítica hollywoodiense. Más eficaz que eso es reconocer la verdad, admitir la persecución nazi de los judíos y la existencia de millones de víctimas de los nazis, judías o no judías, pero rechazando al mismo tiempo la interpretación política y periodística (o cinematográfica, que viene a ser lo mismo) de lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial. Nolte fue el primer historiador académico en señalar el camino; tendrá que ser la verdad, y no una versión política filofascista de los hechos históricos, la que, paradójicamente, más consecuencias políticas negativas genere en perjuicio de la oligarquía transnacional sionista.

Nolte y el revisionismo

Aunque Nolte no es un outsider revisionista, sino un historiador académico que acepta la existencia del holocausto, su singularidad y, además, desde una posición intencionalista, hay algo en él que alarma extraordinariamente a los intelectuales e historiadores orgánicos del sistema, a saber, su compromiso con la verdad, su honestidad y la evidencia de que no trabaja para la secta, sino que "va por libre". La soledad de Nolte en Alemania se debe, pues, menos a sus tesis en sí mismas que a su actitud independiente, desafiante y patriótica. A través de Nolte habla la Alemania ultrajada, calumniada, pisoteada..., convertida, como admite Furet, en chivo expiatorio de todos los males del siglo XX. De ahí que Nolte sea el único historiador académico dispuesto a reconocerle ciertos méritos al revisionismo. Veámoslo:
En 1984, en Stuttgart, se realizó un congreso en el que tomaron parte los más importantes especialistas del Holocausto, pertenecientes todos a la "escuela establecida", entre los cuales estaban Raul Hilberg y Yehuda Bauer. En esta ocasión, Bauer criticó la tesis aún en vigor en Alemania -donde es considerada inatacable-, según la cual el exterminio de los judíos había sido "decidido" durante la "Conferencia de Wansee". Hilberg insistió mucho en el hecho de que la cifra expresada con frecuencia de dos millones y medio de víctimas judías en Auschwitz era una imposibilidad: esa cifra no podía superar el millón. (Algunos años más tarde, esta revisión se convirtió en la versión oficial: en las placas commemorativas de Auschwitz, los "cuatro millones" fueron reemplazados por "de uno a un millón y medio"). Un miembro del Instituto Berlinés de Investigación sobre el Antisemitismo indicó que el zyklon B, "cosa que a menudo es desdeñada", con frecuencia había sido empleado para combatir los parásitos y que había sido de uso indispensable en los campos donde reinaba el tifus; ponía en guardia contra la "sobreestimación de la cantidad de quienes habían sido muertos en Auschwitz-Birkenau". Eberhard Jäckel se refirió a ciertas indicaciones según las cuales Göring y Goebbels, y hasta Himmler, habían expresado reservas ante las primeras ejecuciones en masa. Hilberg subrayó la gran importancia del "rumor" que habría representado un gran papel, incluso a la cabeza del aparato del partido nazi, es decir, de las declaraciones que no se apoyaban en la experiencia personal sino en lo que referían otras personas. No se mencionó que durante la guerra y la inmediata posguerra se había pretendido que para las ejecuciones en masa se procedía a inyectar vapor ardiente en habitaciones cerradas, haciendo pasar una corriente eléctrica sobre inmensas placas o utilizando cal viva. Este silencio sobre afirmaciones de este orden equivalía a declararlas tan manifiestamente erróneas como el rumor según el cual se había producido jabón a partir de los cadáveres de los judíos, y que no obstante, incluso recientemente en Alemania, fue retomado por los anuncios de prensa de un director conocido. Inclusive hasta los testimonios de visu, muy extendidos en los años cincuenta, del alto responsable de las SS y miembro de la Iglesia confesional, Kurt Gernstein, ya no son retomados en la bibliografía de investigadores totalmente ortodoxos. Y es sabido que Jean-Claude Pressac -quien, a pesar de los precendentes singulares, es reconocido como un investigador serio- recientemente redujo la cantidad de las víctimas de las cámaras de gas de Auschwitz hasta alrededor de medio millón.
(Nolte, E. / Furet, F., Fascismo y comunismo, Buenos Aires, FCE, pp. 85-87).


Y añade:

Semejantes correcciones de detalle no se distinguen esencialmente de ciertas afirmaciones que -que yo sepa- no sólo fueron hechas por "revisionistas": por ejemplo, que las primeras confesiones del comandante de Auschwitz, Höss, habían sido arrancadas bajo tortura; que las altas llamas que salían de las chimeneas de los crematorios observadas por cantidad de testigos visuales no eran más que ilusiones ópticas; que no estaban reunidas las condiciones técnicas para proceder a la cremación cotidiana de venticuatro mil cadáveres; que las morgues de los crematorios de los campos, que durante las epidemias de tifus debían contabilizar todos los días alrededor de trescientas muertes "naturales", eran lisa y llanamente indispensables, y que por lo menos en el transcurso de tales períodos, no podían ser utilizadas para las ejecuciones en masa (Nolte, E., op. cit., pp. 87-88).
La conclusión de Nolte sobre el revisionismo, una vez abordado el tema de las cámaras de gas, cuya existencia los revisionistas niegan (Nolte no se pronuncia al respecto, pero muéstrase en este punto un tanto escéptico con el revisionismo), es el siguiente:

Sin embargo, aun si estas dos afirmaciones fueran definitivamente refutadas, no bastaría esto para evacuar la cuestión de saber si un revisionismo que tomase distancia de la agitación provocadora y que procediese por argumentación no sería la forma extrema de revisiones en principio legítimas, y no debería ser aceptado como un fenómeno interno al desarrollo científico; es evidente que de este modo no se excluiría la crítica decidida sino que se la proseguiría. Me siento inclinado a responder a esta cuestión afirmativamente, pues ¡qué sería de la ciencia si no estuviera obligada sin cesar a volver a ejercer su crítica, sobre la base de un trabajo profundo, precisamente contra graves errores científicos, y a descubrir en los mismos errores otros núcleos de verdad! (Nolte, E., op. cit., p. 89).

Pero Nolte tampoco puede hallar refugio entre los neonazis. Las razones son obvias. Para la extrema derecha no se trata de la verdad, sino de una versión política que sustituya a la actual. Una versión filofascista que niega cualquier crimen o genocidio perpetrado por el régimen de Hitler. Sobre esta base se explican muchas otras cosas que suceden en el llamado campo socialpatriota, como que Evola pueda ser considerado un ideólogo. Desde luego, cuando Nolte habla de crítica racional, de ciencia, de verdad, etc., nos encontramos en las antípodas de Evola. Y es completamente consecuente que, en un campo político donde se promueve el irracionalismo evoliano a la par que la revisión de la historia, ésta termine cediendo a la compulsión de mentir en provecho del "Individuo Absoluto" (véase Evola, J., Fenomenologia dell'Individuo Assoluto, Roma, 2007, texto original Turín 1930). Nolte se encuentra así necesariamente, al igual que Heidegger, marginado por unos "patriotas" cuya supina inepcia no deja de favorecer al enemigo político de la nación. Es la soledad del héroe.
 
EXCURSUS

Relativo a la "situación local" de la idea de una reflexión trascendental en torno al fascismo.

Por nuestra parte, y pasando de lo abstracto a una experiencia concreta, podemos afirmar que la autocomprensión del fascismo se mueve habitualmente en el primer nivel de los tres señalados por Nolte, ignorando los otros dos. Al segundo nivel sólo llegaron, en España, Bases Autónomas y la Plataforma Nueva Europa; luego, pero desprendiéndose del primero, la Asociación Sin Tregua. En cuanto al tercer nivel, únicamente ENSPO fue aquí sujeto de "una reflexión trascendental continuada" del fenómeno fascista, cuya huella quedó inscrita en el opúsculo de Jaume Farrerons "El problema cultural del fascismo". Éste concibiose a la sazón al margen de noticia alguna de o sobre Nolte y sólo a partir de la lectura directa de Heidegger. Ni qué decir tiene que la coincidencia entre ENSPO y Nolte por caminos independientes carece de otro valor que el de la simple convicción personal. El intento de conservar los dos niveles previos fue en ENSPO, por otro lado, riguroso y coherente (nacionalismo hispánico, no español, desafío abierto a las fuerzas independentistas marxistas), pero puramente esquemático a pesar de las amenazas de la banda terrorista Terra Lliure. La actual Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) encarna la culminación ideológica y política del proceso que empendiera en su día ENSPO y la Plataforma Nueva Europa (fundada por ENSPO y el Movimiento Voluntad). Fuera de España, la reflexión trascendental sobre al fascismo está representada por el opúsculo "La esencia del fascismo", de Giorgio Locchi, que Farrerons ya conocía cuando redactó "El problema cultural del fascismo" (en el fondo, de alguna manera, una problematización crítica de aquél). Farrerons nunca ha ocultado sus deudas intelectuales, pero lo cierto es que mientras Locchi concible el fascismo como cosa de la "derecha" y encima como "mito", para Farrerons el fascismo empuña de forma inconsciente, no teórica, preteórica o existencial, la última etapa de la radicalización y consumación "izquierdista" del proceso de racionalización científica, emprendido por la ilustración, en lo que respecta a la negación de la moral cristiana y no sólo de la teología o las creencias religiosas monoteístas.


VERGANGENHEIT, DIE NICHT VERGEHEN WILL

Ernst Nolte
Mit der "Vergangenheit, die nicht vergehen will", kann nur die nationalsozialistische Vergangenheit der Deutschen oder Deutschlands gemeint sein. Das Thema impliziert die These, daß normalerweise jede Vergangenheit vergeht und daß es sich bei diesem Nicht-Vergehen um etwas ganz Exzeptionelles handelt. Andererseits kann das normale Vergehen der Vergangenheit nicht als ein Verschwinden gefaßt werden. Das Zeitalter des Ersten Napoleon etwa wird in historischen Arbeiten immer wieder vergegenwärtigt und ebenso die Augusteische Klassik. Aber diese Vergangenheiten haben offenbar das Bedrängende verloren, das sie für die Zeitgenossen hatten. Eben deshalb können sie den Historikern überlassen werden. Die nationalsozialistische Vergangenheit dagegen unterliegt- wie kürzlich noch Hermann Lübbe hervorgehoben hat - anscheinend diesem Hinschwinden, diesem Entkräftigungsvorgang nicht, sondern sie scheint immer noch lebendiger und kraftvoller zu werden, aber nicht als Vorbild, sondern als Schreckbild, als eine Vergangenheit, die sich geradezu als Gegenwart etabliert oder die wie ein Richtschwert über der Gegenwart aufgehängt ist.

Schwarz-Weiß-Bilder
Dafür gibt es gute Gründe. Je eindeutiger sich die Bundesrepublik Deutschland und die westliche Gesellschaft überhaupt zur "Wohlstandsgesellschaft" entwickeln, um so befremdender wird das Bild des Dritten Reiches mit seiner Ideologie der kriegerischen Opferbereitschaft, der Maxime "Kanonen statt Butter", der bei Schulfesten im Chor herausgeschmetterten Edda-Zitate wie "Unser Tod wird ein Fest". Alle Menschen sind heute Gesinnungspazifisten, aber sie können gleichwohl nicht aus sicherer Distanz auf den Bellizismus der Nationalsozialisten blicken, denn sie wissen, daß die beiden Supermächte Jahr für Jahr weitaus mehr für ihre Rüstung ausgeben, als Hilter von 1933 bis 1939 ausgegeben hatte, und so bleibt eine tiefe Unsicherheit, die den Feind lieber im Eindeutigen anklagt als in der Verwirrung der Gegenwart. Ähnliches gilt für den Feminismus: Im Nationalsozialismus war der "Männlichkeitswahn" noch voll von provozierendem Selbstbewußtsein, und in der Gegenwart neigt er dazu, sich zu verleugnen und zu verstecken - der Nationalsozialismus ist also der gegenwärtige Feind in seiner letzten noch ganz unverkennbaren Erscheinungsform. Der Anspruch Hitlers auf "Weltherrschaft" muß sich um so ungeheuerlicher ausnehmen, je unzweideutiger sich herausstellt, daß die Bundesrepublik in der Weltpolitik allenfalls die Rolle eines Staates von mittlerer Größenordnung spielen kann -"Harmlosigkeit" jedoch wird ihr gleichwohl nicht attestiert, und an vielen Stellen ist die Befürchtung noch lebendig, sie könne zwar nicht zur Ursache, aber doch zum Ausgangspunkt eines dritten Weltkriegs werden. Mehr als alles andere trug indessen die Erinnerung an die "Endlösung" zum Nichtvergehen der Vergangenheit bei, denn die Ungeheuerlichkeit der fabrikmäßigen Vernichtung von mehreren Millionen Menschen mußte um so unfaßbarer werden, je mehr die Bundesrepublik Deutschland durch ihre Gesetzgebung sich der Vorhut unter den humanitären Staaten hinzugesellte. Aber Zweifel blieben eben auch hier, und zahlreiche Ausländer glaubten und glauben ebensowenig wie viele Deutsche an die Identität von "pays légal" und "pays réel".
Aber war es wirklich nur die Verstocktheit des "pays réel" der Stammtische, die diesem Nichtvergehen der Vergangenheit widerstrebte und einen "Schlußstrich" gezogen wissen wollte, damit die deutsche Vergangenheit sich nicht mehr grundsätzlich von anderen Vergangenheiten unterscheide?

Steckt nicht in vielen der Argumente und Fragen ein Kern des Richtigen, die gleichsam eine Mauer gegen das Verlangen nach immer fortgehender "Auseinandersetzung" mit dem Nationalsozilismus aufrichten? Ich führe einige dieser Argumente oder Fragen an, um dann einen Begriff desjenigen "Verfehlens" zu entwickeln, das nach meiner Auffassung das entscheidende ist, und diejenige "Auseinandersetzung" zu umreißen, die von einem "Schlußstrich" ebenso weit entfernt ist wie von der immer wieder beschworenen "Bewältigung".
Gerade diejenigen, die am meisten und mit dem negativsten Akzent von "Interessen" sprechen, lassen die Frage nicht zu, ob bei jenem Nichtvergehen der Vergangenheit auch Interessen im Spiel waren oder sind. Etwa die Interessen der Verfolgten und ihrer Nachfahren an einem permanenten Status des Herausgehoben- und Privilegiertseins.

Die Rede von der "Schuld der Deutschen" übersieht allzu geflissen die Ähnlichkeit mit der Rede von der "Schuld der Juden", die ein Hauptargument der Nationalsozialisten war. Alle Schuldvorwürfe gegen "die Deutschen", die von Deutschen kommen, sind unaufrichtig, da die Ankläger sich selbst oder die Gruppe, die sie vertreten, nicht einbeziehen und im Grunde bloß den alten Gegnern einen entscheidenden Schlag versetzen wollen.
Die der "Endlösung" gewidmete Aufmerksamkeit lenkt von wichtigen Tatbeständen der nationalsozialistischen Zeit ab wie etwas der Tötung "lebensunwerten Lebens" und der Behandlung der russischen Kriegsgefangenen, vor allem aber von entscheidenden Fragen der Gegenwart - etwa denjenigen des Seinscharkters von "ungeborenem Leben" oder des Vorliegens von "Völkermord" gestern in Vietnam und heute in Afghanistan.

Das Nebeneinander dieser zwei Argumentationsreihen, von denen die eine im Vordergrund steht, aber sich doch nicht vollständig durchsetzen konnte, hat zu einer Situation geführt, die man als paradox oder auch als grotesk bezeichnen kann.
Eine voreilige Äußerung eines Bundestagsabgeordneten zu gewissen Forderungen der Sprecher jüdischer Organisationen oder das Ausgleiten eines Kommunalpolitikers in eine Geschmacklosigkeit werden zu Symptomen von "Antisemitismus" aufgebauscht, als wäre jede Erinnerung an den genuinen und keineswegs schon nationalsozialistischen Antisemitismus der Weimarer Zeit verschwunden, und um die gleiche Zeit läuft im Fernsehen der bewegende Dokumentarfilm "Shoah" eines jüdischen Regisseurs, der es in einigen Passagen wahrscheinlich macht, daß auch die SS-Mannschaften der Todeslager auf ihre Art Opfer sein mochten und daß es andererseits unter den polnischen Opfern des Nationalsozialismus virulenten Antisemitismus gab.

Zwar rief der Besuch des amerikanischen Präsidenten auf dem Soldatenfriedhof Bitburg eine sehr emotionale Diskussion hervor, aber die Furcht vor der Anklage der "Aufrechnung" und vor Vergleichen überhaupt ließ die einfache Frage nicht zu, was es bedeutet haben würde, wenn der damalige Bundeskanzler sich 1953 geweigert hätte, den Soldatenfriedhof von Arlington zu besuchen, und zwar mit der Begründung, dort seien auch Männer begraben, die an den Terrorangriffen gegen die deutsche Zivilbevölkerung teilgenommen hätten.

Für den Historiker ist eben dies die beklagenswerteste Folge des "Nichtvergehens" der Vergangenheit: daß die einfachsten Regeln, die für jede Vergangenheit gelten, außer Kraft gesetzt zu sein scheinen, nämlich daß jede Vergangenheit mehr und mehr in ihrer Komplexität erkennbar werden muß, daß der Zusammenhang immer besser sichtbar wird, in den sie verspannt war, daß die Schwarz-Weiß-Bilder der kämpfenden Zeitgenossen korrigiert werden, daß frühere Darstellungen einer Revision unterzogen werden.

Genau diese Regel aber erscheint in ihrer Anwendung auf das Dritte Reich "volkspädagogisch gefährlich": Könnte sie nicht zu einer Rechtfertigung Hitlers oder mindestens zu einer "Exkulpation der Deutschen" führen? Zieht dadurch nicht die Möglichkeit herauf, daß die Deutschen sich wieder mit dem Dritten Reich identifizieren, wie sie es ja in ihrer großen Mehrheit mindestens während der Jahre 1935 bis 1939 getan haben, und daß sie die Lektion nicht lernen, die ihnen von der Geschichte aufgetragen worden ist?
Darauf läßt sich in aller Kürze und apodiktisch antworten: Kein Deutscher kann Hitler rechtfertigen wollen, und wäre es nur wegen der Vernichtungsbefehle gegen das deutsche Volk vom März 1945. Daß die Deutschen aus der Geschichte Lehren ziehen, wird nicht durch die Historiker und Publizisten garantiert, sondern durch die vollständige Veränderung der Machtverhältnisse und durch die anschaulichen Konsequenzen von zwei großen Niederlagen. Falsche Lehren können sie freilich immer noch ziehen, aber dann nur auf einem Wege, der neuartig und jedenfalls "antifaschistisch" sein dürfte.

Es ist richtig, daß es an Bemühungen nicht gefehlt hat, über die Ebene der Polemik hinauszukommen und ein objektiveres Bild des Dritten Reiches und seines Führers zu zeichnen; es genügt, die Namen von Joachim Fest und Sebastian Haffner zu nennen. Beide haben aber in erster Linie den "innerdeutschen Aspekt" im Blick. Ich will im folgenden versuchen, anhand einiger Fragen und Schlüsselworte die Perspektive anzudeuten, in der diese Vergangenheit gesehen werden sollte, wenn ihr jene "Gleichbehandlung" widerfahren soll, die ein prinzipielles Postulat der Philosophie und der Geschichtswissenschaft ist, die aber nicht zu Gleichsetzungen führt, sondern gerade zur Herausstellung von Unterschied.
Erhellende Schlüsselworte
Max Erwin von Scheubner-Richter, der später einer der engsten Mitarbeiter Hitlers war und dann im November 1923 bei dem Marsch zur Feldherrenhalle von einer tödlichen Kugel getroffen wurde, war 1915 als deutscher Konsul in Erzerum tätig. Dort wurde er zum Augenzeugen jener Deportationen der armenischen Bevölkerung, die den Anfang des ersten großen Völkermordes des 20. Jahrhunderts darstellten. Er scheute keine Mühe, den türkischen Behörden entgegenzutreten, und sein Biograph schließt im Jahre 1938 die Schilderung der Vorgänge mit folgenden Sätzen: "Aber was waren diese wenigen Menschen gegen den Vernichtungswillen der türkischen Pforte, die sich sogar den direktesten Mahnungen aus Berlin verschloß, gegen die wölfische Wildheit der losgelassenen Kurden, gegen die mit ungeheurer Schnelligkeit sich vollziehende Katastrophe, in der ein Volk Asiens mit dem anderen nach asiatischer Art, fern von europäischer Zivilisation, sich auseinandersetzte?"

Niemand weiß, was Scheubner-Richter getan oder unterlassen haben würde, wenn er anstelle von Alfred Rosenberg zum Minister für die besetzten Ostgebiete gemacht worden wäre. Aber es spricht sehr wenig dafür, daß zwischen ihm und Rosenberg und Himmler, ja sogar zwischen ihm und Hitler selbst ein grundlegender Unterschied bestand. Dann aber muß man fragen: Was konnte Männer, die einen Völkermord, mit dem sie in nahe Berührung kamen, als "asiatisch" empfanden, dazu veranlassen, selbst einen Völkermord von noch grauenvollerer Natur zu initiieren? Es gibt erhellende Schlüsselworte. Eins davon ist das folgende:

Als Hitler am 1. Februar 1943 die Nachricht von der Kapitulation der 6. Armee in Stalingrad erhielt, sagte er in der Lagebesprechung gleich voraus, daß einige der gefangenen Offiziere in der sowjetischen Propaganda tätig werden würden: "Sie müssen sich vorstellen, er (ein solcher Offizier) kommt nach Moskau hinein, und stellen Sie sich den "Rattenkäfig" vor. Da unterschreibt er alles. Er wird Geständnisse machen, Aufrufe machen..."

Die Kommentatoren geben die Erläuterung, mit "Rattenkäfig" sei die Lubjanka gemeint. Ich halte das für falsch.

In George Orwells "1984" wird beschrieben, wie der Held Winston Smith durch die Geheimpolizei des "Großen Bruders" nach langen Folterungen endlich gezwungen wird, seine Verlobte zu verleugnen und damit auf seine Menschenwürde Verzicht zu tun. Man bringt einen Käfig vor seinen Kopf, in dem eine vor Hunger halb irrsinnig gewordene Ratte sitzt. Der Vernehmungsbeamte droht, den Verschluß zu öffnen, und da bricht Winston Smith zusammen. Diese Geschichte hat Orwell nicht erdichtet, sie findet sich an zahlreichen Stellen der antibolschewistischen Literatur über den russischen Bürgerkrieg, unter anderem bei dem als verläßlich geltenden Sozialisten Melgunow. Sie wird der "chinesischen Tschka" zugeschrieben.
Archipel Gulag und Auschwitz

Es ist ein auffallender Mangel der Literatur über den Nationalsozialismus, daß sie nicht weiß oder nicht wahrhaben will, in welchem Ausmaß all dasjenige, was die Nationalsozialisten später taten, mit alleiniger Ausnahme des technischen Vorgangs der Vergasung, in einer umfangreichen Literatur der frühen zwanziger Jahre bereits beschrieben war: Massendeportationen und -erschießungen, Folterungen, Todeslager, Ausrottungen ganzer Gruppen nach bloß objektiven Kriterien, öffentliche Forderungen nach Vernichtung von Millionen schuldloser, aber als "feindlich" erachteter Menschen.
Es ist wahrscheinlich, daß viele dieser Berichte übertrieben waren. Es ist sicher, daß auch der "weiße Terror" fürchterliche Taten vollbrachte, obwohl es in seinem Rahmen keine Analogie zu der postulierten "Ausrottung der Bourgeosie" geben konnte. Aber gleichwohl muß die folgende Frage als zulässig, ja unvermeidbar erscheinen: Vollbrachten die Nationalsozialisten, vollbrachte Hitler eine "asiatische" Tat vielleicht nur deshalb, weil sie sich und ihresgleichen als potentielle oder wirkliche Opfer einer "asiatischen" Tat betrachteten? War nicht der "Archipel GULag" ursprünglicher als "Auschwitz"? War nicht der "Klassenmord" der Bolschewiki das logische und faktische Prius des "Rassenmords" der Nationalsozialisten? Sind Hitlers geheimste Handlungen nicht gerade auch dadurch zu erklären, daß er den "Rattenkäfig" nicht vergessen hatte? Rührte Auschwitz vielleicht in seinen Ursprüngen aus einer Vergangenheit her, die nicht vergehen wollte?

Man braucht das verschollene Büchlein von Melgunow nicht gelesen zu haben, um solche Fragen zu stellen. Aber man scheut sich, sie aufzuwerfen, und auch ich habe mich lange Zeit gescheut, sie zu stellen. Sie gelten als antikommunistische Kampfthesen oder als Produkte des kalten Krieges. Sie passen auch nicht recht zur Fachwissenschaft, die immer engere Fragestellungen wählen muß. Aber sie beruhen auf schlichten Wahrheiten. Wahrheiten willentlich auszusparen, mag moralische Gründe haben aber es verstößt gegen das Ethos der Wissenschaft.
Die Bedenken wären nur dann berechtigt, wenn man bei diesen Tatbeständen und Fragen stehenbliebe und sie nicht ihrerseits in einen größeren Zusammenhang stellte, nämlich in den Zusammenhang jener qualitativen Brüche in der europäischen Geschichte, die mit der industriellen Revolution beginnen und jeweils eine erregte Suche nach den "Schuldigen" oder doch nach den "Urhebern" einer als verhängnisvoll betrachteten Entwicklung auslösten. Erst in diesem Rahmen würde ganz deutlich werden, daß sich trotz aller Vergleichbarkeit die biologischen Vernichtungsaktionen des Nationalsozialismus qualitativ von der sozialen Vernichtung unterschieden, die der Bolschewismus vornahm. Aber so wenig wie ein Mord, und gar ein Massenmord, durch einen anderen Mord "gerechtfertigt" werden kann, so gründlich führt doch eine Einstellung in die Irre, die nur auf den einen Mord und den einen Massenmord hinblickt und den anderen nicht zur Kenntnis nehmen will, obwohl ein kausaler Nexus wahrscheinlich ist.

Wer sich diese Geschichte nicht als Mythologem, sondern in ihren wesentlichen Zusammenhängen vor Augen stellt, der wird zu einer zentralen Folgerung getrieben: Wenn sie in all ihrer Dunkelheit und in all ihren Schrecknissen, aber auch in der verwirrenden Neuartigkeit, die man den Handelnden zugute halten muß, einen Sinn für die Nachfahren gehabt hat, dann muß er im Freiwerden von der Tyrannei des kollektivistischen Denkens bestehen. Das sollte zugleich die entschiedene Hinwendung zu allen Regeln einer freiheitlichen Ordnung bedeuten, einer Ordnung, welche die Kritik zuläßt und ermutigt, soweit sie sich auf Handlungen, Denkweisen und Traditionen bezieht, also auch auf Regierungen und Organisationen aller Art, die aber die Kritik an Gegebenheiten mit dem Stigma des Unzulässigen versehen muß, von denen die Individuen sich nicht oder nur unter größten Anstrengungen lösen können, als die Kritik an "den" Juden, "den" Russen, "den" Deutschen oder "den" Kleinbürgern. Sofern die Auseinandersetzungen mit dem Nationalsozialismus gerade von diesem kollektivistischen Denken geprägt ist, sollte endlich ein Schlußstrich gezogen werden. Es ist nicht zu leugnen, daß dann Gedankenlosigkeit und Selbstzufriedenheit um sich greifen könnten. Aber das muß nicht so sein, und Wahrheit darf jedenfalls nicht von Nützlichkeit abhängig gemacht werden. Eine umfassende Auseinandersetzung, die vor allem im Nachdenken über die Geschichte der letzten zwei Jahrhunderte bestehen müßte, würde die Vergangenheit, von der im Thema die Rede ist, zwar ebenso zum "Vergehen" bringen, wie es jeder Vergangenheit zukommt, aber sie würde sie sich gerade dadurch zu eigen machen.

martes, agosto 21, 2012

Jordi Pujol se ratifica en sus declaraciones racistas contra los andaluces

La verdad, la muerte, acecha a Pujol. De ésta no podrá escapar.


Es sabido que Pujol tuvo que retractarse ya en 1976 por las afirmaciones racistas contra los andaluces vertidas en su conocidísima e inencontrable obra Immigració, problema i esperança de Catalunya (1958), reeeditada en aquella fecha. Véase, al respecto:



En 1997 tiene que volver a disculparse Pujol por los pasajes claramente denigratorios del libro, concretamente por las páginas 65-67 de la obra, Barcelona, Nova Terra (los escritos de 1958 eran samizdat):


El libro en cuestión fue retirado de las bibliotecas y librerías de viejo (parece que se pagó por los ejemplares supervivientes para sacarlos definitivamente de la circulación). Sin embargo, todos los que tenemos alguna neurona no afectada por el lavado de cerebro de TV3 sabemos que esas retractaciones eran pura política y que Pujol seguía siendo, en la intimidad, el racista de tomo y lomo que siempre fue. Pujol y los suyos nunca han dejado de despreciar a los andaluces, a los extremeños y a los murcianos, por no decir a todos los españoles, considerados "invasores" y "ocupantes". De suerte que esta supuración ideológica tenía que salir por algún lado.


El Centre d'Estudis Jordi Pujol

Las posturas racistas de Pujol son de sobra conocidas. Nos limitaremos a reproducir los fragmentos del señalado libro una vez más para que no quede la más mínima duda sobre la gravedad y carácter delirante del "catalanismo" que se esconde dentro de la putrefacta cabeza del denominado, no se sabe por qué motivo, Molt Honorable (¿puede un canalla que ha convertido Cataluña en la finca privada de una organización mafiosa ser honorable y, encima,"mucho"?):
El hombre andaluz no es un hecho coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (...) es, generalmente, un hombre poco hecho, es un hombre que hace cientos de años pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de la comunidad. (...) constituye la muestra de menos valor social y espiritual de España. (...) es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza numérica llegase a dominar, sin antes haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y paupérrima, es decir, su falta de mentalidad.
Sorprendentemente, nos topamos en la página web de la Centre d'Estudis Jordi Pujol con el enlace donde se informa sobre el libro:

http://www.jordipujol.cat/es/jp/articles/11034

Nota de 31-10-2012: !ya lo han borrado!

Por si acaso se les ocurre suprimirlo a los descerebrados esclavos catalanistas, hemos copiado y colgado dicho enlace en otro sitio web,  o sea que ante toda falta de correspondencia con lo que viene a continuación recuérdese que la siguiente es la copia literal de lo que encontramos el 20 de agosto de 2012 en el sitio mencionado:


Como puede acreditarse, en relación con Immigració, problema i esperança de Catalunya la postura de la fundación  Jordi Pujol es la siguiente:
 

La immigració, problema i esperança de Catalunya

 
Jordi Pujol (Editorial: Nova Terra, 1976)
Libro / 18 de noviembre de 1976

 
Compilación caracterizada por el progresivo desarrollo de conceptos ya apuntados nuclearmente, y que testimonian una característica típica del autor: la absoluta coherencia de su pensamiento y de su acción actuales con las grandes líneas que inspiran su política nacional catalana.


 

¿Cómo puede testimoniar la "absoluta coherencia" del pensamiento de Pujol un libro racista del que el autor ha tenido que retractarse dos veces? !!!Absoluta coherencia!!! ¿Y dicho panfleto discriminatorio antiandaluz inspira la actual política nacional catalana? Pues habrá que denunciarlo.

Es evidente que, con esta formulación, el Centre d'Estudis Jordi Pujol y, por ende, el propio Pujol, se desdice sibilinamente de las rectificaciones, súplicas, peticiones de perdón y demás monsergas hipócritamente manifestadas por el milhomes (Josep Pla) en 1976 y 1997. Ahora tenemos de nuevo al Pujol genuino, el independentista de 2012, que recae en el autismo etnicista de 1958 o que, simplemente, arráncase la máscara con el desdén y prepotencia típicas de la casta. Pujol, insistamos en ello, jamás dejó de ser racista. Por tanto, más de lo mismo. Pero...

La cuestión es si esto les va a salir gratis a los "nacionalistas" el próximo 11 de septiembre. No podemos tolerar que esta piara de parásitos insulte al pueblo andaluz y a todos los pueblos hispánicos, incluido el catalán, con eslóganes genocidas como los escritos pujolistas.

Os rogamos que difundáis la presente entrada.

En el nombre de la nación hispánica y contra la vergonzante e incipiente manipulación del independentismo sionista-oligárquico enemigo mortal del pueblo catalán real.

!!!Plantemos cara a los corruptos, incompetentes y criminales que gobiernan la Generalitat!!!

INDEPENDENCIA= MAS CORRUPCIÓN.

viernes, agosto 17, 2012

Sionistas, catalanistas y taxidermistas: la estructura de la oligarquía local (4)

Que la verdad no sea ni siquiera buscada, respetada o concebida ya casi por nadie es un elocuente síntoma del arrollador ingreso de las masas en una rama u otra de la idolatría burguesa.

(Alfons Martí Bauçà)


Algunos usuarios nos han planteado la cuestión siguiente: ¿qué relación guardan en esta bitácora las series de entradas sobre filosofía o grandes temas históricos con aquellas otras sobre escándalos políticos que afectan "sólo" a España? Ya hemos explicado en alguna intervención que la Filosofía Crítica está obligada a saltar dialécticamente de lo abstracto a lo concreto y volver a encaramarse a lo abstracto enriquecida por la experiencia de la realidad tal como se nos "aparece" en nuestra experiencia cotidiana. No vivimos entre libros, sino entre fenómenos que nos afectan, en ocasiones de forma brutal (represión antisindical, intentos de desestabilizar el partido, campañas de difamación, etc). La filosofia no es únicamente una teoría exigente, racional, científica (allí donde deba y pueda serlo), es además una forma de rigor vital -el espíritu: Geist, en alemán- que implica un compromiso con la verdad, una conversión existencial. Ésta compete al filosofema más complejo de la tradición heredada, a saber, el ser,  pero desde ahí "desciende" hasta nuestras relaciones humanas públicas (e incluso privadas) y sumérgese en el turbio ámbito "trivial" de la existencia en tanto que "ser en el mundo" (Heidegger). Ábrese el existente al ser y totaliza el entramado todo de núcleos temáticos que brotan, aparentemente desconectados entre sí, restituyéndoles su radical y unitario sentido. La totalización, como un torrente semántico, se desborda y empapa los resquicios más insignificantes de la "vida real": nada está, entonces, a salvo de la crítica y del imperativo de fundamentación, de autenticidad, de sinceridad... Si los conceptos filosóficos poco tuvieran que decir respecto de aquello que nos envuelve, que nos atormenta o gratifica en el día a día del trabajo, la política, la familia, etcétera, entonces esos conceptos serían "falsos". Pero es el propio Jordi Pujol i Soley quien, con toda "naturalidad" (si algo así es posible en él), conecta los temas de este blog consigo mismo y, por ende, con la inmediatez política catalana:
Els jueus són els primers, durant la transició del desert i sota el lideratge de Moisès, que rebutgen la idea d'un Déu o de déus que són fets o persones o animals o objectes sensibles. En el tabernacle jueu no hi ha res. Ni ningú. Perquè hi ha Déu, que és infinit. Si hi hagués quelcom o algú, Déu seria limitat. I n'hi podria haver molts. Això és la base del monoteisme. I s'entén que això per la meva condició de creient, ho valori especialment (Pujol i Soley, Jordi, en Figuera, A., Pujol i els jueus, Barcelona, 2011, "Pròleg", p. 14).
 Añade Pujol:
(...) en el procés de formació del meu ideari nacionalista, el sionisme i Israel han jugat un paper important. Pero no l'únic. (...) I és cert que en aquesta síntesi el meu contacte amb el judaisme, el sionisme i tota la història de l'Estat d'Israel hi va tenir influència. Una influència forçosament limitada. Perquè realment, Israel, i el moviment sionista i el judaisme són un cas a part. Ho són per la seva història, per la seva consciència de ser el poble escollit, almenys un poble únic. Que no s'ha de barrejar amb ningú. Per tant, molt lluny de la meva doctrina sobre immigració i integració, per exemple. El nacionalisme jueu és radicalment ètnic. Tot i que els jueus tenen una formidable capacitat de fer coses i tenir idees de projecció universal. Però sempre des d'una identitat jueva estricta (Pujol, J., op. cit., p. 11, p. 12)
No cabe duda de que Pujol enlaza aquí las cuestiones más abstractas sobre el monoteísmo judío, su negación de la naturaleza y su etnicismo racista, con el nacionalismo catalán. Incluso cuando, en calidad de cristiano, apela Pujol-padre a una doctrina sobre inmigración e integración supuestamente opuesta a la del judaísmo, en el fondo confiesa su dependencia de la agenda cosmopolita nacionalista hebrea que guarda para los judíos la pureza racial y "regala" al resto de los pueblos del mundo, los gentiles, los procesos de "integración" que han de conducir a la producción de un mestizo universal anacional, desarraigado de toda matriz comunitaria; mientras la comunión eclesiástica, los comunismos y las comunas, el internacionalismo libertario, el "mercado mundial" y otros sucedáneos hebreomórficos, ocupan el lugar de las auténticas raíces... En buena lógica, el poble català debe desaparecer engullido por el crisol gentil que el judeocristianismo fomenta y construye desde hace milenios. Pujol es un racista que desprecia a los "charnegos", pero también un político conocedor de su emplazamiento estratégico en el seno del contubernio oligárquico. Pujol, aunque todas sus palabras afirmen lo contrario, ha sido decisivo en esa tarea de destrucción de Cataluña. Ya casi ha conseguido sus objetivos. El catalán es una lengua desacreditada gracias a los nacionalistas. Cataluña es una comunidad arruinada gracias a los nacionalistas. La administración autonómica es una organización criminal gracias a los nacionalistas. La etnia catalana extínguese gracias a los nacionalistas. ¿Alguien da más? Pronto llegará el remate con ese proyecto de convertir Cataluña en un faraónico casino -y casa de putas- donde personajes moralmente tan ejemplares como Núria de Gispert, Felip Puig, la llicenciada Ortega -!que no dimite ni a tiros!-, Josep Antoni Duran i Lleida, etcétera, podrán campar a sus anchas en el ilegalismo delincuencial más irrestricto; en suma, la pandilla se instalará de iure en el lugar donde de facto no ha dejado nunca de chapotear con placer, pues el "nacionalismo catalán, S. L." consiste en robar en nombre de "la patria" y asistir a algunas "comidas de trabajo" para planificar el siguiente "palo".  Punkt.

"Sóc català. Sempre estic amb
els que manen" (Xavier Cugat).
Por todo ello era necesario ensayar el análisis de una relación directa entre los extremos aparentemente más alejados de las cuestiones que interesan a la Filosofía Crítica. Así, cuando hable aquí de "trascendencia" (Yahvé) me remitiré, !oh sorpresa!, a Oriol Pujol i Ferrusola, el heredero de Jordi Pujol i Soley en la dirección política de la oligarquía catalana (franquicia local de la oligarquía sionista transnacional con sede en Washington y Tel Aviv). Pero  la transcendencia seguirá siendo entendida, al mismo tiempo, como "más allá" religioso,  mundo "idealista" paralelo al mundo material (platonismo), "vida después de la muerte", "resurrección de la carne", "reino de Dios en la tierra", "Icaria feliz" (del comunismo o del independentismo catalán, tanto da), comuna ácrata, "mercado mundial de consumidores satisfechos", etc. Entiéndase: no nos referiremos a esas irrealidades en sí mismas, sino a las ideas e ideologías tejidas en torno a ellas y a los efectos, estos sí,  reales, que fantasmagorías de semejante calaña -desde el elixir curalotodo del chamán y el charlatán de feria hasta el perdón de los pecados del sacerdote católico, desde los entusiasmos del cristiano ex alcohólico renacido a los colocones de marihuana del comunero ácrata o la cocainónama burbuja inmobiliaria liberal- tienden a desencadenar en el mundo fenoménico.


Todo ese imaginario colectivo utópico condensa en viñetas ilustradas para iletrados aquello mediante lo cual no sólo se estafa a cretinos de tiernos sentimientos, a  almas bellas convencidas de su bondad (ciudadanos laboriosos, decentes y creyentes o "rebeldes" transgresivos y antifascistas de kasa okupada), sino que, como efecto colateral, se difama y, a la postre, destruye la vida. Los discursos institucionalizados del amor, la esperanza y la felicidad no son, en efecto, en política más que estrategias de marketing para convencer, intoxicar, arrodillar, doblegar y, a la postre, explotar a la comunidad nacional, mientras un racismo despiadado, un gélido supremacismo étnico aterrestre que pone "huevos" (colonias) por todo el hemisferio occidental (la extrema derecha judía) va enterrando uno tras otro a los pueblos, las culturas, las etnias, las naciones del mundo ... En el nombre de Dios, la Humanidad, la Democracia, los Derechos Humanos, el Holocausto, el Progreso, etc., los cruzados del discurso humanista y los bombarderos de napalm UN (=United Nations) aniquilan a un enemigo inagotablemente diabolizado, eje del mal (de Berlín a Teherán) y novísima pero a la vez recurrente encarnación del Anticristo.

La "realidad" negada comprende empero todo ese maravilloso planeta donde impera la única verdad realmente existente: la bellísima flor que se marchita y muere. Aquello que Platón maldijo; lo "natural" de que, por otro lado, fuera maníacamente "purificado" el tabernáculo hebreo:

Alfons Martí Bauçà.
Pujol dixit:

En el tabernacle jueu no hi ha res. Ni ningú. Perquè hi ha Déu, que és infinit. Si hi hagués quelcom o algú, Déu seria limitat.
En el tabernáculo judío no hay nada. Ni nadie. Porque está Dios, que es infinito. Si hubiera algo o alguien, Dios sería limitado.

La vida fue, por tanto, expulsada del tabernáculo. Hubo que limpiarlo. ¿Cómo? Matándola. Veremos que en su lugar colocaron los oligarcas una serie numérica inyectada de sustancia vital vampirizada: el dinero. Pero antes crecía allí al menos una briza de hierba: arrancáronla. Ese "nacer y perecer", la helénica phýsis, es como el héroe caído alzando la bandera de su patria, orgulloso de su destino, desafiante del dios universal y de toda trascendencia. Resume la vida en la brizna una imagen que también podría ser un árbol, una cascada, un rayo... No hay otra figura más leal que la del "patriota popular", esa hoja anónima exenta de "yo" (=alma inmortal), la figura de quien ama a su tierra, la "madre" que le diera la vida.... Aquel otro que, por contra, promete un mundo "libre" de finitud, sustancial, metafísica u ontológicamente ajeno al nuestro, llámese judío, cristiano, anarquista, liberal, comunista, fascista o musulmán..., ese quiere sólo hipnotizar a su víctima antes de asestarle el golpe mortal. Los ideales trascendentes son todos de la misma procedencia doctrinal antiterrestre y guardan entre sí un parentesco filosófico fácilmente reconocible para el ideólogo nacional-revolucionario. Contra Evola o Guénon como contra Maimónides o Santo Tomás, nosotros proclamamos, fieles a Nietzsche en esto y en casi todo: aniquilemos la trascendencia. Sólo una "trascendencia" nos interesa, pero poco tiene que ver con el más allá: aquella que nos proyecta hacia el futuro para que la vida se eleve sobre sí misma erigiendo el Übermensch (sobrehombre) allí donde el hombre surgiera del animal.

Ese trans- biófilo -frente al trans- biocida- no es un fraude: ha sido verificado por la historia natural, pero también por el desarrollo cultural de un pensamiento griego y alemán que nada debe a las fábulas sobre los "derechos humanos" y el futuro "reino de Dios" (="mercado mundial").  La fidelidad a la vida no excluye, en efecto, la lucha por la justicia social, la democracia y otros ideales inmanentes.

Si no fuera así nos veríamos fatalmente abocados a convertirnos en bestias. Pero Filosofía Crítica no reivindica el darwinismo social.

La civilización, la cultura, la ética, la verdad, son, pues, "ideales"... pero terrenos, fenoménicos. !No se juegue aquí, como Bataille, a la letal confusión! En el mundo finito distínguese, para el que no quiera estar ciego, entre las estructuras ontológicas de lo real, aquello que es inherente a la vida en cuanto tal, finitud misma inclusive, de aquello otro que forma parte de determinadas estructuras sociales, históricas, contingentes: ónticas (para emplear la terminología de Heidegger). Éstas, cuya simple existencia puede atentar contra el desarrollo de la vida, sí son desechables; en cambiolo finito-ontológico, NO. Lo finito-ontológico (frente al monoteísmo o la ontoteología) es sagrado. Finito pero sagrado, !óiganlo bien, monoteístas! Y para empezar: finito y sagrado es nuestro propio pueblo, aunque, disculpen las molestias, pueblo gentil sea. Y todos los pueblos. El socialismo potencialista no representa, por tanto, una variante de la utopía, sino el resultado de la crítica racional del sistema oligárquico. Aquello que nos repugna de la oligarquía no es la diferencia, la jerarquía, el poder, sino el hecho incontestable de que nuestros oligarcas son ratas innobles, medrosas, estúpidas, parasitarias... Yo me niego a someterme a un Oriol Pujol Ferrusola: preferiría morir antes que servir a semejante garrapata con patillas.


Pero, entiéndase, no es nada personal: la estratificación social basada en el dinero resulta a la postre "moralmente" explosiva (cualquier cerdo puede hacerse millonario y, desde esta posición, reclamar y obtener poder público, fabricar verdades... o a la inversa) y es por ello que el liberalismo resulta incapaz de construir "en serio" una sociedad (todo se reduce aquí a teatro), porque la autoridad, aquello que hace posible la existencia de las grandes civilizaciones, carece de referentes institucionales y humanos en el marco capitalista de relaciones sociales. Es el drama de la modernidad burguesa cristiano-secularizada: la permanente crisis de soberanía. Una verdadera cúspide dirigente no busca privilegios, sino desafíos, metas y responsabilidades; no anhela el placer, como un Macià Alavedra, sino la sana autoafirmación en el heroico sacrificio; no hunde al pueblo llano en la miseria, como Artur Mas, sino que lo exalta para la realización de grandes tareas históricas que nada tienen que ver con un zurullo pestilente como el "pacto fiscal". Siempre habrá, en el mundo civilizado, una "élite" moral y cultural, a la postre inevitablemente política, primera enseñanza y premisa del "fascismo": el engaño demagógico de los pseudo revolucionarios proféticos ha consistido en creer y en pretender hacer creer a los demás -sobre todo a los oprimidos- que cabe "concebir" siquiera la posibilidad de una sociedad plana, desde el supuesto fraudulento de que el grupo dirigente deberá inevitablemente ostentar las repulsivas características axiológicas burguesas "desnacionalizadas" de quienes actualmente nos "gobiernan". Que la autoridad tiene que ir necesariamente asociada (aunque, lo confieso: hasta ahora casi siempre ha sido así) a vulgares y  obscenos privilegios materiales y no a deberes y cargas más pesadas, es, en efecto, puesto en forma de a priori dogmático, un concepto postulatorio, rotundamente falso. Que espíritu no equivale a listeza para manipular y robar, sino que, en determinadas circunstancias sociales, puede proporcionar nobleza de miras, profundidad y capacidad de comprensión, define la apuesta -arriesgada- que nos disuade del retorno ácrata a las cavernas à la John Zerzan. Aquello que, si me lo permiten y sin un ápice de soberbia por mi parte, todavía tienen que aprender los utopistas escatológicos, es que la vida no se puede medir ni juzgar por el rasero o criterio de la "felicidad"; los "izquierdistas" que, con su igualitarismo gregario, no han dejado de trabajar, aun inocentemente, para el dominio universal de Jerusalén, todavía están a tiempo de arrancarse las telarañas de los ojos. 

Noam Chomsky.
El actual grupo dirigente no es sólo, empero, un obstáculo para la vida como lo fueran en el pasado muchas otras élites una vez ya cumplido su ciclo histórico creador. La oligarquía transnacional sionista se construye "de forma autoconsciente" sobre la base de ideales trascendentes, la negación de los pueblos y naciones de la tierra en nombre de abstracciones universalistas biocidas. La élite de poder contemporánea, a diferencia de todos los grupos dirigentes del pasado, se comprende a sí misma como "vocación expresa de odio a la vida", "aniquilación de la vida en cuanto tal"...  O, mejor dicho, de toda aquella vida "distinta" (=inferior, finita) respecto de la "sagrada" y  "especial"  vida de un "elegido" cualquiera. Los pueblos en general identifican así al "enemigo" que la oligarquía ha puesto en su punto de mira. Todos los pueblos, sin excepción.

La trinchera de resistencia será siempre, por tanto, la nación. Son los patriotas, y no las "clases" sociales, los que, a la hora de la verdad, luchan. Noam Chomsky no tuvo empacho en reconocerlo hace ya muchos, muchos años:
Los esfuerzos de la "comunidad de servicios de inteligencia" para establecer la tesis de que el Vietminh se componía de agentes del comunismo internacional revelan muy claramente la función de la "conspiración comunista internacional" en la política exterior norteamericana de la posguerra. (...) Contrariamente a las fantasías de Walt Rostow... y de otros, los Estados Unidos no descubrieron primero que los hombres del Vietminh eran agentes de una conspiración dirigida por el Kremlin y luego procedieron a ayudar a Francia a rechazar la agresión rusa en el Sudeste asiático. Lo que hicieron los Estados Unidos fue simplemente aplicar en Indochina la política general de establecer regímenes pro-occidentales dispuestos a cooperar ("libremente") con Occidente y con el Japón, "culturalmente, económicamente y políticamente", y a "contribuir a una economía mundial más equilibrada", siendo la "economía mundial" en cuestión, por supuesto, la del "mundo libre"... En lo esencial, esta política no era fundamentalmente distinta a la política norteamericana en Italia en 1943 -pongamos por caso- o en Grecia y Corea poco después. Para llevar a cabo esta política en Vietnam, era necesario destruir las fuerzas que se "habían hecho con el movimiento nacionalista", puesto que estas fuerzas tenían en la cabeza un modelo distinto de desarrollo social y económico. Pero esto habría parecido demasiado cínico, de haberse dicho abiertamente. Por consiguiente, era necesario traducir la cuestión en términos "defensivos", y establecer que estas fuerzas nacionalistas eran los verdaderos agentes de una conspiración internacional, destinada en último extremo a destruir la libertad misma en los Estados Unidos (Chomsky, N., Por razones de estado, Barcelona, Ariel, 1975, pp- 131-132).
No ha existido una resistencia comunista al capitalismo. Toda resistencia, sépanlo o no los interesados, ha sido siempre, en última instancia, nacional. Por serlo, y no en razón de su marxismo-leninismo, era ya también revolucionaria. La alternativa al sistema oligárquico globalizardor tiene así forzosamente carácter NR, no hay otra. Por los mismos motivos, el concepto analítico y crítico-político por excelencia es la nación. Allí donde se nos cuenten los cuentos del universalismo humanitario, será siempre un poder nacional alevoso el que en realidad esté beneficiándose de esa campana propagandística protectora y legitimadora de la agresión sionista. Y si no encontrais a primera vista la nación, buscadla, siempre aparece, quizá en algún lugar lejano, por ejemplo en los alrededores de Tel Aviv.  Hete aquí la metodología. A la inversa, jamás puede haber genuino nacionalismo donde, como en casa de Pujol y Cía, no se detecta resistencia alguna contra la oligarquía transnacional, sino antes bien, alianza y sumisión. Porque el poder oligárquico no tolera un nacionalismo real, que en sí mismo y en cuanto tal es ya, como digo, "subversivo"; pero, sabedora de la fuerza de lo nacional, fomenta aquélla con gusto una parodia cipaya y burguesa de patriotería local filo-oligárquica. Conclusión: el nacionalismo catalán no existe. Es una estafa, un engaño, una impostura de cínicos vividores. De ahí su intrínseca debilidad: cuando "se ponen" patriotas, a los oligarcas sólo les "sale" una comedia musical, se vuelven ridículos.

En este sentido, conviene explicar también aquí las buenas noticias: en el nacionalismo hebreo de extrema derecha, racista y supremacista, el sionismo, camuflado tras el cosmopolitismo liberal, anida la semilla de  su propia auto-destrucción, porque ha sido acuñado como correlato político de una "trascendencia" simbólica que, al pervertir la naturaleza en su conjuntoha mancillado y degradado también la naturaleza interna del propio ultraderechista judío. Éste ya no es un ente natural, sino un tarado, la monstruosa encarnación de la antinaturaleza: reloj ritual-litúrgico de prohibiciones, estigmas, purificaciones, dietas, cábalas, supersticiones, fobias de contaminación..., que marcan todas las horas, minutos y segundos del decurso vital soteriológico integrista-ortodoxo. Es, el nacional-judío militante organizado en forma de banda criminal, expresión de la rebelión óntica contra lo ontológico, ergo, pura tiranía de un poder desnudo, estéril, ayuno de autoridad. Presumen estos ultras, por otro lado, de que el tabernáculo está vacío, pero en realidad anida allí un invisible sujeto-déspota que liquida la vida desde su interior mismo: la impostura afecta así a los propios estafadores, no lo dudemos, acuñando las características enfermizas y degeneradas típicas de la miserable dominación sionista. Un poder que, por definición, debe funcionar de forma cobarde, silenciosa, subrepticia -esencialmente anti-imperial- para extender su influencia como una subterránea y alevosa conspiración. Sectas, mafias, clubs, logias... Dependiente de la invisibilidad, el poder oligárquico se revela inepto para construir nada sólido, no da la cara, debe ocultarse, porque su esencia es la subversión del ser y, por ende, la esencial hipocresía y la mentira del traidor estructural.

Y así por toda la eternidad: cuando el dominio mafioso de la hedionda extrema derecha hebrea y sus aliados -en Cataluña, la oligarquía colonial local- sea desenmascarado -algo que, tarde o temprano, fatalmente sucederá-, ya nunca más podrá Sión levantar cabeza ni estafar a los "gentiles" con sus narcóticos fraternalistas utópicos de secular memoria. De una vez por todas, será  irreversiblemente derrotado Yahvé, el gran impostor. Es juego, el nacional-judaísmo (esa confluencia reciente de sionismo y ortodoxia religiosa, según Norberto Ceresole), de una sola baza, aunque de gigantesco perfil y procedencia milenaria. Sólo deseo, y digo esto con total sinceridad, que no exterminen entonces a "los judíos" cumpliendo un calendario idiota que únicamente ha favorecido a la propia ultraderecha hebrea, para que sean, en última instancia, ellos mismos, judíos -intelecto no les falta- quienes reconozcan y corrijan la abominable puñalada del extremismo trascendentalista e iconoclasta a la sagrada "causa" de la vida.

!Serán sin duda judíos críticos -ya lo son- aquellos que, después de Nietzsche, mejor puedan explicárnoslo! Ellos nutren esta nuestra nbitácora, empezando por Marx.

Karl Marx: el cristiano práctico se ha vuelto de nuevo judío
 
  
El (judeo)cristianismo, el antisemitismo incluso, es el eslabón histórico que encadena los gentiles al judaísmo. Sobre éste último tema se expresó con extraordinaria claridad el filósofo judío Karl Marx:

No busquemos el misterio del judío en su religión, sino busquemos el misterio de la religión en el judío real. ¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura. ¿Cuál su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero, es decir, del judaísmo práctico, real, sería la autoemancipación de nuestra época. Una organización de la sociedad que acabase con las premisas de la usura y, por tanto, con la posibilidad de ésta, haría imposible el judío. Su conciencia religiosa se despejaría como un vapor turbio que flotara en la atmósfera real de la sociedad. Y, de otra parte, cuando el judío reconoce como nula esta su esencia práctica y labora por su anulación, labora, al amparo de su desarrollo anterior, por la emancipación humana pura y simple y se manifiesta en contra de la expresión práctica suprema de la autoenajenación humana. Nosotros reconocemos, pues, en el judaísmo un elemento antisocial presente de carácter general, que el desarrollo histórico en el que los judíos colaboran celosamente en este aspecto malo se ha encargado de exaltar hasta su apogeo actual, llegado el cual tiene que llegar a disolverse necesariamente. La emancipación de los judíos es, en última instancia, la emancipación de la humanidad del judaísmo.

Y añade:
El judaísmo alcanza su plenitud con la sociedad burguesa, pero la sociedad burguesa sólo llega a su plenitud en el mundo cristiano. Sólo bajo el dominio del cristianismo, que convierte en relaciones puramente externas al hombre todas las relaciones nacionales, naturales, morales y teóricas, podía la sociedad burguesa separarse totalmente de la vida del Estado, desgarrar todos los vínculos genéricos del hombre, suplantar esos vínculos genéricos por el egoísmo, por la necesidad egoísta, disolver el mundo de los hombres en el mundo de los individuos atomizados que se enfrentan los unos contra los otros hostilmente. El cristianismo ha surgido del judaísmo. Y ha vuelto a disolverse en él. El cristiano era desde el principio el judío teorizante; el judío es por ello el cristiano práctico y el cristiano práctico se ha vuelto de nuevo judío.

Das Kapital. El capital. "Lo infinito" de Jordi Pujol es la serie matemática numérica: !hete aquí la verdad del tabernáculo! Convertir todo ente natural, y para empezar la vida, esclavizada, recategorizada como "materia prima" o "trabajo" y destilada en forma de fuerza abstracta de producción, primero; objetualizada, cosificada, después, en tanto que mercancía (que incluye, no lo olvidemos, el "mercado laboral", la gente),; y, finalmente, excretada qua valor de cambio (dinero, acciones, tarjetas de crédito, bonos, valores, contratos, ítems, bits y códigos electrónicos varios..., una cadena ficticia de signos en el ordenador bancario de un remoto paraíso fiscal...), en una palabra: transmutar la vida en "infinito", esto es lo que significa para la extrema derecha judía santificar el mundo, divinizarloVoilà la humanización bíblica. Me siento incapaz de distinguirla, pese a que ellos  no dejan de hablar de "alegría"..., de una fórmula para la aniquilación. Aunque el resultado, un desierto, nos devuelva al paisaje originario de las tribus beduinas del desierto y quizá al odio hacia aquellos otros pueblos -!malditos!- cuya patria había sido el bosque, la montaña, las aguas dulces..., no nos equivoquemos con el "progreso capitalista": tras de sí sólo deja un vertedero pestilente. El exterminio de la naturaleza, de los pueblos, de la cultura, del mundo entero, no es una metáfora: se está convirtiendo en la realidad, en nuestra realidad. Cuando frente a nosotros, a un lado se levante una inmensa montaña de basura (productos desechados) y al otro una no menos inmensa montaña de "capital", de "nada" (la cadena numérica del banco sionista-succionador central), se habrá consumado, en forma de devastación, el proyecto monoteísta judeocristiano de negación de la phýsis. Sobre el cadáver de la naturaleza y de todas las naciones, pueblos y culturas allanadas emergerá entonces el funerario Reino de Jerusalén. "El desierto crece", Nietzsche dixit. Y hacia ese destino caminamos, de grado o por la fuerza, a latigazos de la piara financiera y sus perros guardianes político-policiales. Todo ello gracias a los cristianos, colaboboradores histórico-mileniarios del monoteísmo abrahamánico en occidente; a los liberales biempensantes, individualistas temerosos del Estado pero no de la corporación, humanitarios de resorte que condenan el comunismo y el nazismo pero ignoran Hiroshima o Dresden; a los pseudo patriotas deseosos de mostrar su celo antifascista; a los izquierdistas autistas, atrincherados en sus cuatro consignas de no-pensamiento,  en definitiva: a las oligarquías locales (que todos aquéllos visitan hurgando la teta de la subvención administrativa), testaferros de los verdaderos amos del mundo. El signo de "el sistema" que podemos ver y palpar está delante de nosotros, paséase por las calles de Barcelona tranquilamente y, a casa nostra tiene un nombre: Oriol Pujol Ferrusola. !Nada "abstracta", pues, la filosofía crítica! Más claro no lo puedo decir ya sin que me visite la policía.

"¿Cuál su dios secular? El dinero" (Karl Marx).
Que el fundador del nacionalismo catalán sea un banquero católico, Jordi Pujol Soley, no es, por ende, una casualidad. Resume y condensa en una figura humana la verdad de esa "doctrina" y corriente política profundamente falsa, retorcida, repelente hasta la náusea, de mentirosos patológicos incurables, cuya impostura se remonta a la fundación del judeocristianismo, el fundamental fraude de occidente ("Cristo resucitó al tercer día, sométete y regresarás de la muerte..."). Éste se articula y concreta no sólo históricamente en distintas etapas de despliegue de su esencia, sino en ámbitos geográficos determinados. En nuestro caso: Cataluña, hoy. Último escalón de la dialéctica crítica descendente. Nada de "vivir entre libros". He identificado perfectamente al enemigo del pueblo. Que la oligarquía local catalana sea ya más judeocristiana incluso que católica y lo sea tanto en su vertiente CiU como en su vertiente "de izquierdas" (PSC), no resulta tampoco fruto del azar: es la evolución lógica que le corresponde a una realidad, inseparable de su dimensión autocomprensiva, donde el "patriotismo" (desde 1945) se ha esfumado y la nación, esa nació inventada para justificar las fechorías de distinguidos ladrones con corbata, constituye una pura coartada criminal, una empresa, un modus vivendi descarado, cínico, que toma conciencia tempranamente de sí mismo ya en la juventud, que impregna el ambiente dorado de las escuelas eclesiales en la Zona Alta de Barcelona, que convierte el hábito de mentir en sustancia de la  situación estructuralmente alevosa inherente a las élites catalanistas. Los nacionalistas catalanes, empezando por el propio Pujol, son en efecto, en primer lugar y ante todo, nunca lo olvidemos, traidores a Cataluña. No miremos, por un momento, a Hispania, ese subcontinente riquísimo, nuestra patria, atengámonos a las consecuencias que comporta el despotismo saqueador oligárquico para los propios catalanes anónimos -vulgares y corrientes-: ciudadanos, trabajadores, estudiantes, amas de casa... Han sido éstos siempre víctimas y aquél adversario implícito del pueblo en tanto que depositario y objeto -respectivamente- de la misión católica. Una doctrina cosmopolita, mundialista y antinacional que, ciertamente, arraigó tiempo ha en occidente preparando el tipo de sociedad capitalista liberal actual, apátrida por esencia, de que los catalanistas son simples herederos, pero asumida al fin por la oligarquía local de posguerra con todas sus consecuencias.

Le dije a López Rodó: "Cataluña tiene el complejo de haber perdido la guerra civil". Replicó él sin vacilación: "Pues yo soy catalán y tengo la impresión clarísima de haberla ganado" (Salvador Paniker, Segunda memoria, citado por Malló, O. / Martí, A., En tierra de fariseos. Viaje a las fuentes del catalanismo católico, Barcelona, Planeta, 2000, p. 8).

Humillaron, oprimieron y persiguieron no porque fueran especialmente feroces, sino porque esas eran las únicas maneras que conocían de estar por encima de los demás, de sentirse superiores, ya que carecían de toda superioridad real y no tenían ninguna función que cumplir en la sociedad española (Víctor Alba, Todos somos herederos de Franco, ibidem).


Los catalanistas contemporáneos han convalidado el fraude de forma consciente: han consumado adrede una larga trayectoria de subversión antinacional iniciada en las sinagogas de la Antigüedad romana tardía. Pujol marca el hito histórico, la línea divisoria, sin vuelta atrás, entre lo culposo y lo doloso. Pujol es un farsante, puro actor. El interior de Pujol está hueco, como el tabernáculo hebreo: a lo sumo, resuena allí el dring-dring de algunas monedas de plata, únicos habitantes de su oscura oquedad íntima.  El pacto catalán de sumisión ante Israel condensa la consumación de esta postrera vuelta de tuerca histórica del judeocristianismo. De manera que el ideal independentista, la destrucción de Hispania, coartada permanente y aparentemente inagotable del nacionalismo catalán, no se puede interpretar, como la interpretan sus inocentes y sinceros seguidores nacionalistas de base, en términos de un concepto político inmanentista: la independencia es la forma concreta que adopta en Cataluña, bajo la oligarquía local, el trascendentalismo hostil a la vida, es decir, en este caso, el trascendentalismo católico tradicional transmutado (Opus Dei mediante) en sionismo y "filosionismo euroamericano". Este katholon (=universal) ejecuta a la nación "fascista" hispánica y culmina con el sacrificio del primogénito (el pueblo) las tareas del cosmopolitismo antinacional-traidor, consustancial al cristianismo, en esta área de dominación oligárquica del mundo. Aniquila al país que expulsó a los judíos, condenado a muerte en Jerusalén por este imperdonable motivo. Que la élite catalana es enemiga del mismísimo ciudadano catalán de calle, es decir, de los hijos de la MARCA HISPÀNICA, pueblo al que, más allá de las polémicas catalanismo-españolismo, harto superficiales, busca ante todo oprimir y exprimir, lo acredita la desaparición del catalán, de la cultura catalana y de los catalanes autóctonos en tanto que "etnia". Es la oligarquía local la que erige la utopía de una Cataluña independiente como sociedad perfecta ayuna de máculas castellanas, pero sólo para mejor ir aniquilando a la sociedad catalano-hispánica, la única real. Por supuesto, su independencia es una Icaria siempre futura, ontológicamente inalcanzable, que ante todo desvía nuestras miradas, alzándolas en dirección al cielo, para que no olamos el hedor que emana la verdadera entidad beneficiaria de todo el cotarro provincial: una minoría putrefacta, fea, cobarde, degenerada, idiota y, en este caso, subrayemos el aspecto crucial, constitutiva y esencialmente vinculada a un poder extranjero. Traidora.

El anhelo de apropiación del Estado, de España, ya fue traducido a ensayos mucho antes del éxito logrado hoy día. Esto conecta con la profunda indiferencia de la burguesía que por todas partes veía las tradiciones patrias en calidad de obstáculo, de rémora. En su carrera por la violación de todas las leyes, la burguesía catalana debió fundirse con la española en la gran sangría de la guerra civil. Hasta que llegó el Generalísimo tuvieron que esperar esa figura histórica y renunciar a sus planes, soportando insolencias de unas masas divididas, unas facciones desfavorables. Barcelona se comportaba peor que nunca. No caía a sus pies.  (...) Entonces ocurrió lo consabido. Su catolicismo sui generis recibió un nuevo impulso, un élan vital diferente. (...) O sea, que se decidieron a denunciar la opresión de las leyes del Estado y su inmediato pasado cantando su amor con la intensidad propia de la frustración. Cuanto más exhibían su "amor" a la luz del día y en formaciones paramilitares, más expresaban la resistencia a a aceptar límites a los crímenes proyectados. "Los mataríamos a todos, pero como todavía está la policía fuera de la manada y no podemos, proclamamos que no lo hacemos por amor" (Alfons Martí Bauçà, op. cit., pp. 16-17).

Este es el sello del catolicismo burgués y catalán. Decir que se trata de algo rastrero y ratero sería dignificarlo (Alfons Martí Bauçà, op. cit., p. 17).

Si hay algo que odia el expansionismo burgués es cualquier forma de ley positiva. Si algo se yergue contra el anhelo de destruir todas las defensas de la propiedad privada e impide la inclusión de todo el mundo en la gran manada superflua, la gran  liga vampírica, eso es la solidez del Estado, incluso en sus versiones más corruptas. Entonces los burgueses afirman que aman a quienes no pueden asesinar (Alfons Martí Bauçà, op. cit., p. 14).

"Carecían de toda superioridad real" (Víctor Alba).
Porque quizá lo primero que convenga aclarar, a la luz de las explosivas declaraciones de Marx, es que el trascendentalismo, como negación de la vida y, por ende, de los pueblos, que son -y no los individuos- las unidadades básicas de la vida, pertenece partadójicamente a este mundo. Su objetivo lo constituyen los recursos materiales, la sustancia nutricia que succiona el parásito religioso aterrestre, en forma de trabajo, quintaesencia del tiempo-vida fenoménico estructurado (Dasein). A pesar de sus declaraciones, que pueden desorientarnos, y buscan deliberadamente hacerlo señalando con el dedo hacia un "más allá" (el ultra puede ser el cielo, pero tambíén "Madrid" o los futuros Països Catalans), el trascendentalismo articula la concreta y especialísima manera en que una "forma de vida" ontológicamente huésped puede existir en nuestro mundo. La trascendencia es sólo su justificación ideológica... En este contexto donde lo trascendentalista abstracto y lo concreto político "local" se anudan férreamente, sostenemos que la independencia catalana no debe llegar nunca: como el horizonte, se aleja cada vez que avanzamos hacia ella porque representa el pábulo psicológico de la "esperanza" popular catalanista. Mantiene aquélla a Hispania permanentemente emponzoñada, enferma, terminal, postrada, quebrada en lo simbólico (España=fascismo=holocausto) para mejor apoderarse de sus recursos (catalanes="judíos" de Hispania). El independentismo catalán es la fórmula local del utopismo secularizado, que da perfil autóctono a la típica idea transmundanista de procedencia monoteísta. El famoso pacto fiscal como "primer paso" hacia la independencia y, al mismo tiempo, como botín que Pujol exige a "Madrid" a cambio de renunciar a la independencia (el "doble lenguaje" es esencial en todo este negocio discursivo) significa sólo una cosa: dinero extra para la oligarquía, nada más. Y nada menos: el tabernáculo.

Símbolo del proyecto racista
católico de mestizaje universal.
La oligarquía catalana viene matando a sus mejores hijos desde hace siglos. Tiene que exterminarlos para que el dominio familiar endogámico se perpetúe tranquilamente sin temor a sacudidas inesperadas: la creación, el evento, la excepción... !La historia! Historia que debe quedar congelada para que no perturbe la silenciosa y placentera succión del hongo oligárquico (torrazas, coches deportivos, dietas, drogas, putas, arrogancia chulesca de un payasete sin media ostia, pero con un "cargo" y que te puede joder la vida...). En esto sigue la secta las directrices marcadas por el judeocristianismo para los pueblos católicos, en cuyo seno, a diferencia de lo que ocurre con los judíos, es decir, con los rabinos más inteligentes, apoyados por la comunidad hebrea organizada para que traigan al mundo tantos hijos como sea posible, los cerebros católicos brillantes devenían sacerdotes y excluían a priori, en observancia del dogma biocida del celibato, la posibilidad de una descendencia nacional genéticamente potenciada... La élite tenía, pues, tarde o temprano, que descomponerse. El entramado institucional católico es ya el primer factor que determina, cercenando de raíz la eugenesia espontánea del pueblo sano, la extraordinaria mediocridad cultural catalana. Pero el atentado contra la vida no termina aquí: a dicho precepto autodestructivo general con que el catolicismo ha debilitado a sus propios pueblos para provecho de esa versión gentil del monstruo universal enemigo de la vida que es la iglesia romana, nuncio-hongo del Jerusalén escatológico "para gentiles", la oligarquía local catalana añade un agravante, un fet diferencialhecho diferencial ignominioso, un extraordinario celo en la esterilización, en el debilitamiento espiritual y cultural del pueblo catalán, que habrá de permanecer, ante todo, encadenado a lo católico, léase: a lo "universal": no-catalán y sometido así a su élite degenerada o... desaparecer. Cataluña será cristiana per collons, si no, nos la cargamos (antes rota que roja, inversión del slogan fascista): aviso para navegantes. Cat-aluña es Cat-ólica: el pueblo-católico, círculo cuadrado, fórmula de la extinción en estado puro, se pudre por la cabeza, como el pescado que le hace las veces de símbolo al rebaño de Dios. La oligarquía debe controlar los azarosos milagros biológicos y espirituales que puedan poner en peligro el putrefacto sistema oligárquico regional, mientras, al mismo tiempo, garantiza la promoción social del aterrestre parásito oligárquico, del hijo tarado pero pío, del enchufado, del amiguete, del deforme sumiso dotado, a lo sumo, de rictus, del mezquino, pelota, cruel, prepotente con los "inferiores", contrahecho, nada raro en las filas nacionalistas... La oligarquía está obligada, de alguna manera, a neutralizar a los catalanes no castrados por Pujol, es decir, a los ciudadanos dispuestos a preservar como sea su dignidad y dotados de capacidad creadora autónoma.  La oligarquía intenta primero "captarlos" de buen grado para que se postren ante el judío Jesús y la sirvan, pero, si se resisten, envenénalos mediante el lento ahogo económico, el aislamiento social, la estigmatización, el ostracismo, la muerte civil, la calumnia, el descrédito... Todos los "genios" de Cataluña han terminado escupiéndole en la cara a la élite oligárquica catalana: Josep Pla, Eugeni d'Ors, Dalí... Obsérvese el destino de Verdaguer en el genial libro de Oriol Malló En tierra de fariseos (2000), un ejemplo perfecto de cómo funciona el dispositivo de exclusión.

Los católicos corruptos de tiempos anteriores al siglo XX recurrían con suma facilidad a la calumnia para ganarse la opinión pública y eliminar de la vida pública o asesinar y degradar a hombres rectos, cuya independencia o sentido del deber frenaban las intenciones de expolio y generación de poder de los jerarcas o los grupos privilegiados en el seno de la Iglesia. El apabullante ascenso de la burguesía y la imposición de su sistema filosófico tuvo la curiosa particularidad de verse acompañado de los primeros balbuceos del lenguaje fariseo moderno. (...) La Mafia funciona según el viejo esquema fariseo. (...) Coacción y miedo. Lanza sus amenazas y, acto seguido, ofrece sus favores a la víctima. "No te mato aunque pueda, luego me debes algo", reza su padrenuestro. (...) Repito que el ídolo burgués, con su insuperable hipocresía, desborda los límites de la corrupción eclesiástica (Alfons Martí Bauçà, "Prólogo", En tierra de fariseos, Malló, O. / Martí, A., op. cit., pp. 13-14).

Al envenenar los mejores frutos del árbol popular, verdadera trascendencia inmanente, la oligarquía ha frenado durante siglos el desarrollo finito de la Marca Hispánica. En lugar de esos ejemplares humanos magníficos del arte catalán que han superado todos los filtros de veneno eclesial, la oligarquía "coloca" y engorda, a costa de los recursos públicos, a sus hijos tontos (los que, por su incapacidad intelectual, no se hicieron sacerdotes y... se casaron). Los cretinos católicos constitutivamente antinacionales -cuyo único interés real es el dinero, la salvación del alma y la vidorra- pululan como cucarachas Lacoste en las zonas residenciales del país. Son los que atestan los mítines de l'hereu. Y se reproducen copulando sólo entre ellos, con las consecuencias de todos conocidas. A semejante "solidaridad familiar pseudo elitista" se la debería llamar por su nombre: acto de traición, proyecto de emponzoñar la vida, de asfixiar al pueblo, explotarlo, parasitarlo, aplanarlo, reducirlo a esa minoría étnica presta a despedirse del mundo que somos ya los catalanes. !Pero no ha sido "España" la causa de nuestras desgracias! !Ha sido una oligarquía local aterrestre, egoísta, cruel, estúpida, ignorante y arrogante donde las haya! !El govern dels millors!!Tamaña caterva de inútiles resume el nivelazo de nuestras élites! Cataluña se muere como morirán todos los pueblos bajo el dispositivo de poder del sistema oligárquico transnacional, cierto. Nosotros los catalanes, simplemente, llegamos los primeros al matadero gracias a nuestros gobernantes. El beneficiario de este lento y silencioso parasitaje que va consumiendo, poco a poco y de puro envenenamiento, su fuente humana sana, popular, es  la micosis fungoide generada por las 200 familias católico-oligárquicas. Éstas llevan siglos aferradas como chinches a las fuentes biosociales de riqueza, trabajo y creación catalanes, ahogando en la cuna, sádicamente, a cualquier hijo del pueblo que estos deformes endogámicos juzguen una virtual "amenaza para Cataluña": casi todos los mejores. La sucesión de Jordi Pujol por su hijo Oriol, respecto de la cual Artur Mas representa sólo el pudor electoral de la prepotencia dinástica, eleva a institución un mecanismo que viene funcionando a pequeña escala en todos los enclaves de la sociedad civil catalana (por no hablar de su administración pública), y que la política pujolista de inmigración (tráfico de mano de obra barata extranjera a costa de los trabajadores autóctonos) no ha hecho sino consolidar en forma de cinismo abiertamente anticatalán. La familias populares catalanas han sido, en efecto, heridas de muerte, para mayor prosperidad del negoci, por las mismas fechas en que los Pujol pactaban con Israel. La prevista designación de Pujol II como rei de la Generalitat culmina y fija simbólicamente, en este aspecto concreto, siglos de opresión oligárquica a manos del régimen familiar, al cual los catalanes hemos estado y seguiremos sometidos hasta nuestra desaparición total como pueblo.

Pero es que la burguesía catalana, abiertamente católica, es decir, farisaica, halló más obstáculos que sus correligionarios para llevar a cabo sus planes de exterminio del pueblo catalán. (...) El desprecio hacia el pueblo catalán iba más allá de lo concebible. Los conflictos con las corrientes anticlericales y la desesperación obrera anarquizante condujeron a un aislamiento todavía más marcado (Alfons Martí Bauçà, op. cit., p. 16).

Del catalanismo al extraterrestrismo no hay mucho trecho. (...) El etnicismo se convierte en argumento no para elevar el tren de vida de la propia parroquia, sino para hacer más suave el exterminio de la masa de compatriotas, quienes se ensañan en los despreciables extranjeros. (...) Marginados, negros, amarillos, !qué más da!, lo importante es la exhibición de "amor" por unos desafortunados, unos inferiores a quienes no hay manera de exterminar a causa del imperialismo americano, como en el seno de la raza local, los seglares y el populacho reciben amor y cariño en las fábricas de hermandades católicas, los clubs d'esplai, su escoltismo, su civismo, cuya vigencia se anuncia superflua si la "represión" de las repúblicas dejase las manos libres a esa raza extraterrestre que confunde a Dios con el poder de la masa y que a veces expresa su hastío por tanto "amor" estratégico... aunque siempre off the record. Como dijo un nazi notable: "No se dan cuenta de que están vivos gracias a nosotros". Y el mundo todavía sin extirpar a esos extraterrestres de su seno. !Paradojas peligrosas! (Alfons Martí Bauçà, op. cit., pp. 24.25).

¿Vamos a permitirlo? Es una cuestión de dignidad nacional que el pujolismo caiga, y además que lo haga empapado del lívido sudor del deshonor; no sólo eso: que las 200 familias traidoras, y singularmente sus 400 gusanos aterrestres enquistados "en todas las instituciones", muerdan el asfalto con sus propios dientes de oro, para así pagar la secular traición oligárquica al pueblo de Cataluña.

Resurrección: la gran estafa año cero.
El nacimiento de "la esperanza"

Este proceso empezó hace milenios: antes incluso de que existiera el pueblo catalán se establecieron los fundamentos institucionales judeocristianos que desembocarían en el capitalismo liberal y en el pansionismo al que sirve la oligarquía cipaya local  en perjuicio del pueblo de la Marca Hispánica. He aclarado todo lo anterior para que, en un primer paso argumental que nos debe llevar a la crítica del independentismo catalán, se comprenda el significado de una simple frase procedente del campo cristiano que, sin quererlo quizá, nos permite comprender algunas claves de la situación histórica actual, a saber, los tiempos en que la sociedad de consumo, la versión secularizada del judeocristiano "reino de Dios" -y no, como pretenden los católicos negando la paternidad del monstruo, el rechazo "ateo" de aquél- muestra las postreras consecuencias del ideal trascendente. El libro se titula El drama del humanismo ateo y su autor es un católico militante, Henri de Lubac; se publicó en un año clave que decidía el destino del mundo: 1943.  Henri de Lubac nos explica cuáles fueron los sentimientos de júbilo en que se incubara esta gran conspiración de los degenerados que empezó siendo, ante todo, una traición a Roma y la subversión del imperio por el papado (=la paparra):
Estas verdades elementales de nuestra fe nos parecen hoy banales, y aun nos olvidamos demasiado frecuentemente de su realidad. Nos cuesta imaginarnos la revolución que provocaron en el alma antigua. Al primer anuncio que se recibió de esto, la humanidad quedó sobrecogida por la esperanza. (...) Pero desde el comienzo esta idea había ejercido una acción más profunda. Por ello el hombre fue liberado de la esclavitud ontológica que hacía pesar sobre él el Destino. (...) Se acabó el ciego destino! !Se acabó la Eimarmeme! !Se acabó el Fatum! El Dios trascendente, Dios "amigo de los hombres", revelado en Jesús, abría a todos un camino que no se cerraría jamás. De ahí ese sentimiento de intensa alegría y de novedad radiante que se extiende por todos los primeros escritos cristianos (De Lubac, H., El drama del humanismo ateo, Madrid, Encuentro, 1990, pp. 19-20).
Si alguien quiere, rememorándola, experimentar esa alegría cristiana despojada de todo componente religioso, antropológicamente "pura", aunque hoy en horas bajas, evoque la "liberación de París" (1944) o incluso las escenas festivas que siguen a la destrucción de la Estrella de la Muerte en la tercera entrega de la trilogía "La guerra de las galaxias". !Llega la esperanza! !Bebamos una Coca-Cola! !El destino -las divisiones Panzer SS- ha sido vencido: como la muerte con la resurección! Pero en realidad ha llegado otra cosa. No se va a manifestar quizá de forma inmediata (a pesar de que la conversión de los sajones, por ejemplo, ya anticipa el "humanismo"): el poder más despiadado de la historia, aquel que, precisamente, gobierna mediante la promesa, la "pantalla total" (Baudrillard), de manera que los genocidios se inventan o dejan de existir según convenga. Un poder tanto más brutal cuanto que los críticos nada pueden oponerle  (ya sea el Destino, el Demonio o el Fascismo) que no "suene" diabólico, que no entristezca a esos nuevos drogadictos de la utopía ayuna de tiempo-muerte; aquellos que serán, de ahora en adelante, los heraldos cristianos del "amor" y, con ellos, las crisálidas espirituales de los futuros "ciudadanos occidentales" (liberales), depositarios del huevo mesiánico -incrustado en su alma por el parásito aterrestre- hasta la inminente "consumación fukuyámico-rabínica de los tiempos", ya cercana. Entonces el huevo se abre y el "cristiano-gentil" revienta para que nazca Jerusalén.

"La gran manada vampírica..." (A. Martí).
Pues bien, el resorte psicológico de esta esperanza soteriológica tan especial, la euforia antidestinal, presente en todo cristiano, aquí aún judío, es la que explota el independentismo catalán, nutrido por católicos que, cuando votan a CiU, no realizan un simple acto político, sino el secreto ritual religioso de la independencia, la destrucción de Hispania (la imperial), el advenimiento del paraíso que tiene-que-llegar,  el ardor esperancista como antídoto contra la experiencia humana antitética, la verdadera, siempre pisoteada e ignorada, de la finitud. Un complemento vitamínico-espiritual de la religión que se añade a la lotería, el fútbol y otros sucedáneos, pero fabrica muchos votos entre la cretinada biempensante si se sabe mantener viva la alegría con costellades y paellades populares, triunfos del Barça, lamentos recurrentes contra "Madrit" ("!Espanya ens roba!"), etcétera... Y, por supuesto, como en el caso del "reino de Dios", cuya gozosa parusía esperaron en vano durante siglos los chrétiens, tampoco advendrá jamás la independencia catalana, pues con su espantosa e incontestable "realidad" oligárquico-local, ridícula donde las haya, terminaría el cuento y, por ende, el negocio. No es que no llegue por culpa de la "fascista" España, es que -subrayémoslo- jamás ha de llegar; los propietarios de la pócima idiotizante son los primeros en administrar cuidadosamente su uso y dosis, siendo así que prefieren una Hispania eternamente culpable, en permanente peligro de división, que llevar al terreno de los hechos -y las consiguientes responsabilidades- los ideales independentistas, mucho más útiles como símbolos o mitos políticos que como conceptos politológicos o estratégicos efectivos. Las amenazas independentistas pueden canjearse por pactos fiscales y producir dividendos inmediatos para quienes han de aprovecharse de todo ello: no, por supuesto, los ciudadanos de Cataluña, sino los miembros de la oligarquía local. La independencia es, en definitiva, más que el logo de un negocio, el negocio mismo, como aquello de vestir Lacoste. Los oligarcas trafican con poderosas corrientes de sentimientos, pues poderoso es un sentimiento, la esperanza, que constituye el reverso de la angustia y de la desesperación, siempre más profunda y próxima a la auténtica realidad humana, por mucho que esta realidad sea negada y su negación háyase convertido en la definición misma del "hombre".

La tecnología acude a la cita con la idolatría. El grupo divinizado, portador de los atributos del Espíritu, muy irritado con las barreras del pensamiento, extrae el poder de sugestión que atrae a asesinos natos y fracasados rotundos a causa de la promesa de invertir, suplantándola, la verdad. La idea de razón debe comprenderse a la luz del proceso de divinización del poder, de la capacidad asesina de la manada. Y tener razón es un objetivo muy acariciado cuya más perfecta realización corre pareja a la promoción de la tecnología. Ese tipo de "razón" superior vendría a ser un saber esotérico, un sucedáneo del Espíritu que prohibe con arrogancia y despecho el fluir del verdadero pensar que opera al Espíritu (Alfons Martí Bauçà, op. cit., p. 21).

 .
El filósofo alemán Ludwig Feuerbach fue el primero en aplicar al concepto de Dios la metodología del desenmascaramiento antropológico -humano, demasiado humano- que luego Nietzsche convertiría en su ars magna: Dios como proyección de las necesidades insatisfechas de las masas esclavizadas, imagen ideal invertida del hombre real. Ese mismo método se hizo extensivo, en Nietzsche, a las versiones secularizadas de los "ideales teológicos": las "ideas modernas". Marx, por su parte, demostró que no se trataba sólo de una mera cuestión filosófica o teórica relativa a ideas, sino que las proyección de valores "espirituales" era sólo un aspecto, una superestructura, de un fenómeno material de explotación económica, de "valores", sí, pero en un sentido casi bursátil. Si cruzamos los conceptos críticos de Friedrich Nietzsche -secularización- y Karl Marx -explotación económica- podremos acuñar el instrumental analítico de una exégesis del concepto pseudo nacionalista catalán de independencia como trascendencia catalana secularizada y,  al mismo tiempo, como ideología (en sentido marxiano) al servicio de la vampirización secular del pueblo catalán.

Este análisis continuará en una próxima entrada y al hilo de nuevas noticias de la prensa sobre las corruptelas de Oriol Pujol.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
17 de agosto de 2012

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Nota: Las citas de Alfons Martí Bauçà no tienen sólo la finalidad de "fundamentar" el texto principal, sino de ilustrarlo en la radical ambigüedad o, mejor dicho, duplicidad nazi-sionista y (anti)fascista que las constituye, según ha reconocido el co-autor de la obra En tierra de fariseos, Oriol Malló. De hecho, dichos fragmentos sólo se iluminan desde la verdad del sionismo y proamericanismo del propio Martí Bauçà, con que carga, lamentablemente, como una suerte de superestructura filosófica, un libro cuyo cuerpo textual central es principalmente obra de Malló.

DOCUMENTOS ANEXOS

http://www.elconfidencial.com/espana/2012/08/21/asi-medraban-los-amigos-de-oriol-pujol-todos-vamos-colocandonos-en-un-puesto-103993/

Las escuchas de la trama de las ITV

Así medraban los amigos de Oriol Pujol: "Todos vamos colocándonos en un puesto"


Las escuchas a los detenidos por la trama de las ITV en Cataluña desvelan cómo se teje una red para ir copando poder y contactos. Por ejemplo, Sergio Pastor, uno de los principales implicados, pasa al consejo asesor de Fomento y a consejero del Idiada. O, como decían en sus conversaciones, “vamos haciendo cosas poquito a poco, pero todos vamos colocándonos en un puesto”. Una de sus metas era alcanzar la presidencia de la federación de entidades de certificación de España a través de una empresa que crearían con la firma Ficosa.
Ficosa era su gran baza y en las conversaciones descubren lo que necesitan: “Por ejemplo, que nos reciba alguno de importancia, de dentro del partido (CDC), ¿me entiendes? Decir, mire, el señor Pastor cuenta con nuestra confianza más absoluta porque es un hombre que creó un proyecto fabuloso para Cataluña”, afirma en otra conversación Sergio Pastor. Y Xavier Alsina, otro de los implicados, le responde: “Yo creo que la mejor opción será el propio Oriol (Pujol). Que él, como secretario general de CDC y como responsable del grupo parlamentario, y que te conoce, pueda decir que de la etapa en Industria [Oriol había sido secretario de Industria en el último Gobierno de Jordi Pujol], y que ha ido siguiendo el proyecto... por lo tanto, yo creo que sería la persona”.

Pastor quiere, asimismo, controlar el Colegio de Ingenieros porque lo consideraba un “tema importantísimo”. Por ello, hace que Alsina se lo haga saber a su amigo Oriol Pujol. El 28 de junio del año pasado, Alsina le responde que ya lo ha hablado con Oriol y que éste ve fundamental que Pastor esté dentro del Colegio.

Esta institución, según el empresario, se la reparten “los sociatas y los convergentes. En este momento, está Juan Torres, que era el concejal de Movilidad de la Policía hace unos años y que después ha sido presidente de los Ferrocarriles de la Generalitat. Pues bien, el que mueve todo (...) es Joan Torres, porque Vallbé [Joan Vallbé, exconsejero con Jordi Pujol] es un cero a la izquierda (...) entonces yo, directamente por la cara, cojo y le digo a Joan Torres: Joan, me han llamado entre los notables. Yo... eso significa que voy a estar en la junta directiva (...) el tema yo ya lo he hablado con Convergència (...) Porque el Colegio es un elemento de crítica por todo. Es decir, en cualquier programa que hagas, energéticos, de líneas eléctricas...o tienes al Colegio de tu lado o puedes tener muchos problemas. Es decir, si el Colegio te dice lo de las líneas de alta tensión, o sea, por transporte aéreo es una barbaridad, tienes un problema para tu plan eléctrico. Y así con un tema nuclear. Y con muchísimas cosas... tienes muchísimos problemas”.

Su meta era poder llegar a presidente de la institución. Y en otra conversación con otro empresario critica que "el Torres se está comiendo al Vallbé, es decir, que el que realmente está dominándolo todo es Torres, que representa a los socialistas". Solución: ponerlo a él para pararle los pies.

El clan intentó también colocar a Josep Tous como director general de Industria. Tous era compañero de clase de Oriol Pujol, pero se encontraron con las reticencias del consejero Francesc Xavier Mena, que quería en los puestos clave a independientes de su confianza procedentes de Esade. “Josep Tous era un gran perfil para Industria, pero no lo han querido. Y eso que lo han intentado por varios caminos, pero el Mena no lo ha querido”, se quejaba en una conversación Xavier Alsina.

La última iniciativa para conformar el lobby era la organización de cenas privadas, de 12 a 15 comensales, en un palacete de Pedralbes. El plan era que estos actos cobrasen tal relevancia “que la gente esté suplicando que alguien les invite a nuestra cena”.