jueves, febrero 28, 2013

Hessel: el elogio unánime de los políticos corruptos es un bochorno para los indignados

¿Indignado o indigno?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Examinemos los titulares de los periódicos y medios de comunicación todos: elogio casi unánime de los políticos, de los diarios, de las televisiones, de los opinadores, de los "intelectuales", del sistema oligárquico en su conjunto, a coro. Un auténtico bochorno para los indignados: ese clamor sistémico delata precisamente la verdadera calaña del "pensador" (¿?) Hessel. Se ha reconocido incluso, ya abiertamente, que en un momento de profunda crisis institucional, Hessel, el ex-expía, apareció de pronto en el escenario para apuntalar los valores del tambaleante dispositivo de dominación, como si dichos valores nada tuvieran que ver con la crisis misma. 
 
 
 
 
 
Hessel será un pensador, quizá, pero yo no conozco su obra (quizá la encuentren extraviada entre sus papeles póstumos). El insignificante panfleto !Indignaos! (2010) -o su cansina prolongación en el bodrio !Comprometeos! (2011)- puede ser calificado de cualquier cosa excepto de pensamiento. En fin, este entierro es un verdadero espectáculo donde los idiotas y los sinvergüenzas que pueblan el descompuesto universo occidental se mezclan en alegre charanga, invitados al óbito del personaje para evidenciar, precisamente, la decadencia de los indignados. La indignación quería ser una revolución pacífica, precepto que aplaudimos, pero una revolución pacífica cuyo "ideólogo" termina alabado por los banqueros, por los políticos corruptos y por los testaferros oligárquicos del denominado "mundo de la cultura", no es revolución, sino importura. Reflexionemos un instante: el pacifismo de un movimiento cívico coloca en el plano de las ideas la entera carga de la responsabilidad, del potencial y de la fuerza transformadora que supuestamente pretende, pero si esas ideas se limitan a remachar los valores vigentes y reciben por tal motivo el apoyo entusiasta, clamoroso y mayoritario del poder, ¿cuál puede ser el resultado de semejante "insurgencia"? ¿Qué cabe pensar de su promotor?

Hessel, perfecta caricatura del fraude intelectual y moral denominado "democracia", ha muerto. ¿Indignado o indigno? El régimen que nació de una revolución (burguesa) y ha convertido cierta retórica rebelde de consumo juvenil en una liturgia inocua marcada por el más obsceno conformismo y por una escandalosa mediocridad intelectual, también ha muerto. Pero el hedor del cadáver tardará todavía un poco en ofender nuestras narices.
 
Un indignado contra Hessel
28 de febrero de 2013

 

miércoles, febrero 27, 2013

Stéphane Hessel: fallece el envenenador de la revuelta ciudadana contra la oligarquía

Stéphane Hessel
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





Ha fallecido Stéphane Hessel, ideólogo de los indignados y personaje de fama mundial al que esta bitácora ha dedicado un libro. Sólo esperamos que no haya muerto al cerrar la última de las 362 páginas del vitriólico ensayo que arroja por los suelos sus pretensiones de ejemplaridad moral.
 
 
 
 
Ya sabemos que no está bien incordiar a los muertos, pero los lectores de este blog conocen nuestra opinión sobre Hessel, por no hablar de nuestra celebérrima bajeza, es decir, nuestra obsesión por la verdad, moleste a quien moleste.
 
De aquí a poco reproduciremos en nuestro blog el segundo capítulo del libro "La manipulación de los indignados. Stéphane Hessel y la decadencia del movimiento 15 de mayo", firmado por "Un indignado" y, como es ya de dominio público, editado por Barbarroja (Madrid) el año pasado, con copyright a nombre de la Izquierda Nacional de los Trabajadores (para que todo el dinero de beneficio vaya a parar a un movimiento asambleario nacional hispánico y no a los bolsillos del autor, quien se conforma con que ustedes lo lean y verifiquen la diferencia entre la realidad documentada y las historias que les han contado sobre el pasado reciente de Europa).
 
El 15 de enero de este año presentamos la obra en la Universitat de Girona y estamos pendientes de un posible acto con ese mismo fin en Madrid y otro, hacia el otoño, en Valencia.
 
El escrito "contra" Hessel contiene "el abc" para una refundación del nacionalismo revolucionario, tanto por lo que se refiere a la estrategia y la táctica cuanto a la ideología del único planteamiento que, a nuestro entender, permite luchar contra la globalización capitalista sin  renunciar a la universalidad de la verdad y la ciencia. Hasta ahora, el libro en cuestión ha sido completamente ignorado por casi todos los dirigentes políticos que oficialmente se declaran "nacional-revolucionarios" o "social-patriotas", pero no podía ser de otra manera dado el grado de descomposición de dicho campo político.
 
Tampoco los indignados se han dado por aludidos hasta la fecha, quizá es demasiado pronto para dar la callada por respuesta.
 
Un nuevo inicio para los indignados
 
La muerte de Hessel a los 95 años tiene que abrir, entre los indignados, un período de reflexión que les permita expulsar de su organismo político el veneno inoculado por el fraudulento ideólogo fundacional, un auténtico "infiltrado" del sistema que la oligarquía envió a las calles para mojar la pólvora de la inminente revuelta popular contra las instituciones "democráticas". Ese decorado de cartón piedra que los usureros tienen montado en occidente para beneficio de una minoría de auténticos canallas, corruptos, incompetentes y asesinos, amenazaba ruina, y Hessel contribuyó, en efecto, a salvarlo o a postergar su vetustez por unos pocos años más.
 
Hessel sabía perfectamente cuál era la última misión del espía que siempre fue cuando saltó a la palestra en defensa, ante todo, de "los inmigrantes" (=mano de obra barata del Gran Capital),  nunca de las familias autóctonas azotadas por el paro y los desahucios. La falsa crisis que, en realidad, era una coartada económica planificada por los propios amos del dinero para justificar, después de saquear el erario público, el desmantelamiento del decorado humanitario de la posguerra, podía convertirse también, empero, en la chispa que desatara el incendio de una "revolución democrática" en la  que el antifascismo de Tel Aviv, Goldman Sachs, los políticos corruptos y la entrada incontrolada de inmigrantes en el país aparecieran por fin, ante los ciudadanos, como aspectos del mismo fenómeno.
 
El autor de Indignaos (2010) hizo un último servicio a los oligarcas que le mimaron, convirtiendo el movimiento indignado en una fiesta inocua de similares características que las manifestaciones de los sindicatos subvencionados (con sobres de dinero negro que pasan de mano en mano durante las ejecutivas federales) por el gobierno testaferro de la usurería.
 
El "pensador" francés más incompetente de la historia de Francia, con un patético panfleto de unas 30 páginas, consiguió algo importante: que los "valores fundamentales" del sistema oligárquico no quedaran afectados por un movimiento 15 de mayo actualmente sólo preocupado por el retorno al estado de bienestar (=sociedad de consumo) y que acusa al "fascismo" (¿?) de ser el culpable de las miserias sociales que padecen sus conciudadanos. Los sionistas Wall Street y los mangoneadores históricos de Hollywood deben frotarse las manos al contemplar el hondo arraigo de una mitología, la antifascista, que exonera a los miembros de la oligarquía y carga a las espaldas de perversos nazis imaginarios incluso los negocios de Blackwater en Iraq. No digamos ya la burbuja financiera, que, como todos sabemos, Hitler ha orquestado desde sus bases de la Antártida para llenar de divisas unas cuentas suizas que, ya en su tiempo, superaban con mucho las de Bárcenas o la patriótica familia Pujol.
 
Un indignado
27 de febrero de 2013