martes, febrero 18, 2014

Alberto Ruiz-Gallardón: el goyim servicial

Gallardón recibe un gallardón en el "acto" que celebró el reconocimiento de sus "servicios". Dios ama al dador "alegre". Sabemos de sus báquicas aficiones.













Estimados usuarios de FILOSOFÍA CRÍTICA:
 
Va acercándose el día del apagón Gallardón, que podrá fin a centenares de entradas en esta bitácora.

Por eso nos dedicamos a la poesía, la rima, el café literario...

Alberto Ruiz-Gallardón querría ser el futuro presidente de Sefarad, pero anda muy peleado con el lobby sionista de Madrid, el mismo que, desde "El Mundo", planea derrocar a la monarquía y encender la chispa del shock neoliberal, atlantista e hipersionista(de camino al paraíso mundial con sede en Jerusalén). Palabras de Gallardón en Haifa:

Pues bien: después de muchos años de respeto, de admiración y de afecto hacia el pueblo judío y el Estado de Israel, me encuentro, como vaticina el proverbio, con el reconocimiento de aquello que sin esperar nada a cambio, pero con sincera devoción, he intentado fomentar en mi país.
 
!"Sin esperar nada a cambio"! !"Con sincera devoción"! Aleluya. ¿Pero qué ha fomentado Gallardón en su país, excepto una agresión social despiadada y sistemática en perjuicio de los más humildes? Hipócrita nauseabundo, Gallardón póstrase ante el pudiente y pisotea al débil. Con sus tasas judiciales ha reducido un 5% el índice de litigiosidad, es decir, en la práctica, "fomenta" la indefensión legal de gente honrada que no puede pagarse un abogado y además 300 euros extra porque no llega a final de mes. Pero luego indulta el ministro a amiguetes, torturadores, homicidas y corruptos... Recordemos que una destacada dirigente del PP calificó a Gallardón de "hijo puta". ¿Tenía razón?

Gallardón, el goyim servicial

Si el actual titular de Justicia dice que "no espera nada a cambio", hete aquí precisamente la prueba más concluyente de que está reclamando ya el abono de sus sucias monedas de plata. Pues una cosa es servir, como manda Ovadia Yosef, a los goyim (=gentiles=no judíos), pero otra hacerlo gratis. Las profesionales del "servicio" tienen también sus derechos. En tales intercambios y comercios divinos nos ha aleccionado el judeocristianismo, la religión del contrato do ut des: 

Si los muertos no resucitan comamos y bebamos que mañana moriremos.
(1ª Cor, 15, 32).

Por otro lado, como es de público conocimiento, incluso en el PP y sobre todo en el PP, coméntase que Gallarón es un mentiroso patológico y que su única motivación en la vida ha sido encaramarse en la cúspide a codazo limpio... Así que las famosas deposiciones de Haifa son una factura. Sión sí paga traidores.

Gallardón intenta ahora recuperar amistades, pero Federico (Jiménez Losantos) está muy enfadado (rencillas personales a la postre). Quizá Netanyahu, entre genocidio y genocidio, encuentre tiempo, una vez lavadas las manos de sangre, para sentarlos a todos ante una mesa juntos con Pilar Rahola, Lluís Bassat, etc., y ordenar los turnos de ofrendadores y adoratrices, ejemplares de raza y simples filosionistas o noájidas.

Dios ama al dador alegre.
(2ª C, 9, 7)
 
Dios bendice al hombre alegre y dadivoso.
(Pr 22.8a)
 
Todos esperan de ti que les des su comida a su tiempo.
 (Salmos, 104, 27) 
 
Tú les das, ellos recogen, abres la mano y se llenan de lo mejor.
 (Salmos, 104, 28)

Y es que la jauría en pleno se pelea por hacerse notar y estira el gaznate en el lupanar. Pero hay que computar los méritos, el pedigrí, los genes (análisis bioquímicos de limpieza de sangre)... En definitiva, es menester recompensar a cada cual sólo en función de sus verdaderas dádivas y naturaleza electa, léase: divina, o meramente goyim, animal.

Goyim filosionista.
Gallardón, con su nuevo código penal liberticida (y otros gestos) ha subido muchos puntos en la lista goyim filosionista de quienes esperan ansiosos "llenarse de lo mejor",  babea literalmente por el poder y el dinero o las prebendas a él debidas, pero ciertas veleidades socialdemócratas del pasado ofenden el recuerdo de Milton Friedman y por ahí resta ranking en favor de la archienemiga superneoliberal impoluta Esperanza Aguirre. Por muchas tasas judiciales que imponga ahora a los pobres sin importancia, por mucho dolor que reparta entre los indefensos trabajadores españoles (porque Gallardón es un elegido, sí, pero de los mismos votantes a los que masacra), el oprobio de un pasado no demasiado lejano inspira desconfianza en las cátedras de la ortodoxia económica killer.

Tal vez el próximo libro de Arcadi Espada o de Gabriel Albiac aclare qué tipo de gobierno colonial le corresponderá a Sefarad durante la Era Mesiánica, en la que hemos entrado hace ya bastantes años sin apenas percibir el evento. Llegó aquélla con pasos de paloma mientras una Europa narcotizada extinguíase dormitando frente a un televisor o una página porno.

A medida que avance el tiempo, veremos más miseria, corrupción y violencia, incluso drones asesinando a familias en plena calle, mercenarios Blackwater provocando atentados para "combatir el terrorismo"... No se asusten, es sólo que la democracia yace definitivamente muerta, suponiendo que alguna vez haya existido más allá de las apariencias.

Jaume Farrerons
La Marca Hispánica, 22 de octubre de 2013


DOCUMENTACIÓN ANEXA

http://www.aporrea.org/tiburon/n130078.html

http://porisrael.org/2012/06/04/gallardon-reivindica-sefarad-al-ser-investido-doctor-honoris-causa-en-haifa/
 


http://rafaelnarbona.es/?p=5548

http://www.eldiario.es/politica/Gallardon-condenamos-generacion-adquirir-vivienda_0_120038076.html

Quizá en la siguiente página encuentren algunas razones literarias:

http://www.espiaenelcongreso.com/2013/10/20/13-de-los-14-miembros-del-consejo-de-ministros-acusados-de-corrupcion-engano-nepotismo-y-negligencias-graves-y-iii/

Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia. La prensa descubrió que siendo alcalde de Madrid había estado pagando 12.000 euros mensuales a Iñaki Undargarín por informes falsos, pero lejos de dimitir, le “echó el muerto” a su colaboradora Mercedes Coghen, que a su vez declaró ante el juez Castro que todo lo hacía siguiendo órdenes de Gallardón. No solo no dimitió sino que fue ascendido de alcalde a ministro de Justicia.
Desde el nuevo cargo continuó con sus tropelías: indultó a un conductor “kamikaze” que mató a otro conductor pero cuya defensa la llevaba el bufete de abogados donde trabaja su hijo, José Ruiz Gallardón, e indultó igualmente a un empresario condenado por defraudar 12 millones de euros a AENA. El Tribunal Supremo, en un acto que sirvió de poco, le amonestó por utilizar el indulto con “excesiva discrecionalidad” y reclamó al Ejecutivo que aboliera tal privilegio feudal. La arbitrariedad con que Gallardón utiliza los indultos es similar a la alegría con la que maneja los fondos públicos: el ayuntamiento de Madrid, tras su paso, es el más endeudado de España a causa de las obras faraónicas que colapsaron la ciudad durante años.

El “caso Undargarín” y los indultos del ministro:

Gallardón camufló pagos irregulares a Undargarín
Gallardón pagó a Undargarín 120.000 euros por dos folios con solo 31 nombres
La hermana de la víctima del “kamikaze”: “El indulto pesará a Gallardón toda la vida”
Gallardón indulta al cliente de su hijo

 

lunes, febrero 17, 2014

El descarado racismo de la extrema derecha judía























“Los goyim (no judíos) nacieron sólo para servirnos. Sin eso, no tienen lugar en el mundo, sólo servir al pueblo de Israel”.

(Ovadia Yosef, supremo rabino sefardí) 

 
A pesar de las escandalosas declaraciones de Ovadia Yosef y del carácter "antisemita" (¿?) de las mismas -¿antisemita en qué sentido, cuando proclaman la supremacía del "pueblo elegido"?- no hubo condena, sino sólo tibia discrepancia, por parte del gobierno israelí. Era de esperar. Pero incluso la ADL, la famosísima liga antidifamación, admitió el hecho.

En cambio SOS Racismo, el Movimiento Contra la Intolerancia, los diarios de derecha "El Mundo", "ABC", "La Razón" callaron... El lobby sionista catalán, con Pilar Rahola a la cabeza, miró hacia otro lado. Los intelectuales filosionistas Arcadi Espada, Gabriel Albiac, Federico Jiménez Losantos y Jon Juaristi permanecieron también mudos. 


Era, empero, el momento de reflexionar y sincerarse como la persona decente que uno pretende ser. Se impuso la cobardía, la deshonestidad intelectual, el fraude, el oportunismo, my business, que dice Adrián Escudero: todos esos verdaderos reyes secretos de occidente; un mundo repleto de "críticos de Hitler" -tendríamos que haberlos visto bajo el Tercer Reich, ¿cuántos de ellos hubieran osado a la sazón declararse antifascistas?- donde casi nadie parpadea ante la injusticia perpetrada a los otros cuando corre el riesgo de sufrir el más pequeño descalabro en la nómina. No digamos ya si de arriesgar la vida se tratara.

Ovadia Yosef no inventó alegremente tales "opiniones". Desde hace siglos presuntos "antisemitas" por centenares -y de la más noble estirpe intelectual- han sostenido que en los libros sagrados de la religión judaica detéctanse pruebas aplastantes y poco anecdóticas de racismo, apología del genocidio, sexismo (entre otras delicatessen). ¿Se podrá debatir libre y racionalmente sobre el asunto a fin de determinar qué sea la verdad? ¿Perseguirán los fiscales del odio españoles las proclamas e ideas xenófobas de la extrema derecha sionista o sólo las que convenga a los oligarcas de la alta finanza transnacional? ¿Valdrán algún día lo mismo todas las víctimas en cuanto tales? ¿Se juzgarán los delitos de lesa humanidad por igual, sin dobles raseros? 
Mucho nos tememos que no. Antes bien, el antifascismo, esa ideología no ya útil sino actualmente imprescindible a los efectos de legitimar el poder oligárquico, seguirá endureciendo sus medidas de represión para enmudecer a aquéllos que no aceptaremos jamás distintas varas de medir en materia de derechos fundamentales; que, después de lo que sabemos y de aquello que hemos conocido de primera mano en las cárceles de la democracia, ya no podemos "creernos" el relato histórico de quienes han cometido tantos exterminios impunes y mentido en tantas ocasiones sobre temas de magnitud cósmica, como el gulag o la Nakba.

No podemos callar. Es un deber enfrentarse a esta criminal impostura. El derrocamiento de la oligarquía ha devenido imperativo inseparable del cuestionamiento de la historia contemporánea. No se trata sólo de una exigencia científica y filosófica, que también, sino de una cuestión política democrática de primera magnitud. Nos va la vida en ello.


Pero grito en el desierto.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
31 de octubre de 2013
























DOCUMENTACIÓN ANEXA

http://www.adl.org/press-center/press-releases/miscellaneous/adl-expresses-condolences-rabbi-ovadia-yosef.html

http://espanaisrael.blogspot.com.es/2010/10/el-rabino-ovadia-yosef-dijo-que-los.html

El rabino Ovadia Yosef dijo que los gentiles nacieron para servir a los judíos


Fuente: EFE y Aurora.

La organización judía denominada Liga Antidifamación (ADL, en sus siglas en inglés) ha denunciado que el destacado rabino Ovadia Yosef fomentó el "odio" al decir que los no judíos sólo existen para servir a los judíos y compararlos con los burros.

La Liga asegura que las palabras de Yosef, líder espiritual del partido ultraortodoxo sefardí Shas, "contribuyen a crear una atmósfera de odio y una tendencia global de intolerancia", y recuerda que "tienen eco mucho más allá de los muros de su congregación".

"En un mundo donde son frecuentes la intolerancia y los prejuicios, tiene especial importancia que los líderes religiosos usen su influencia para enseñar respeto y aceptación", en vez de "usar sus podios para predicar ideas tan llenas de odio y divisoras", se afirma en el texto.

En su discurso semanal del sábado por la noche, que se transmite vía satélite a las comunidades judías en todo el mundo, Yosef dijo que "los gentiles nacieron sólo para servirnos. Si no, no tendrían lugar en el mundo, sólo servir al pueblo de Israel".

"¿Para qué sirven los gentiles? Trabajarán, ararán las tierras y recogerán los frutos. Nosotros nos sentaremos como un efendi (título honorífico entre los turcos equivalente a 'señor') y comeremos", prosiguió el líder religioso integrista.

"Dios dará longevidad a los gentiles. ¿Por qué? Imaginad que se muere el burro de alguien, perdería su dinero", añadió el rabino, que tiene influencia en el Ejecutivo a través del partido sefardí Shas, miembro de la coalición gubernamental que lidera Binyamín Netanyahu.

Nacido en Bagdad en 1920, Yosef fue rabino jefe de Israel, fundó el partido Shas y sus palabras son dogma para cientos de miles de judíos ortodoxos de origen sefardí.

Considerado uno de los rabinos más experimentados y profundos en la interpretación de los textos sagrados judíos, Yosef es también conocido por sus polémicos y ofensivos comentarios hacia árabes, judíos seculares, mujeres y homosexuales.

El pasado agosto, en su sermón de celebración del año nuevo judío señaló que "Abu Mazen (el presidente palestino, Mahmud Abás) y todos estos malvados desaparecerán de la faz de la tierra. Que Dios los castigue con la peste, a ellos y a todos estos palestinos".

En 2009, al referirse a un grupo de mujeres reformistas, lamentó que haya "mujeres estúpidas que van al Kotel o Muro occidental (popularizado como Muro de los Lamentos), se ponen el talit (manto sagrado) y rezan. Son unas desviadas que... deben ser condenadas".

Un año antes tildó a los profesores seculares en Israel de "burros" que enseñan "toda una serie de sinsentidos sobre las naciones del mundo".

En 2007 despertó la ira de gran parte de la sociedad al decir que el enfrentamiento que mantuvo un año antes el Ejército del país con el grupo libanés Hezbollah habían muerto únicamente los soldados judíos que "no cumplieron con los preceptos religiosos".

En 2005 el ex gran rabino sostuvo que el huracán Katrina, que devastó el sur de EEUU, fue un castigo divino al entonces presidente de EEUU, George W. Bush, por haber apoyado el plan unilateral de evacuación israelí de la franja de Gaza.

En 2001 declaró en otro sermón que Dios "debería aniquilar a los árabes" porque son "demonios".



http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Mundo_Judio/32582/

* * *

Mi vergüenza ajena
Por Guido Maisuls

Sentir vergüenza ajena es vivenciar concientemente ese peculiar sentimiento humano de deshonor o de deshonra de los otros.

Estoy completamente inmerso en un absoluto estado de indignación hacia el Rabino Ovadia Yosef. Con una profunda sensación de estupor, repugnancia y tristeza he leído su discurso semanal del sábado por la noche, que se transmite vía satélite a las comunidades judías en todo el mundo.

Conceptos hacia mis hermanos gentiles (*) que sólo ayudan a incrementar el odio, la intolerancia y la violencia en un mundo que ya está hastiado de estas lacras, conceptos que no son fáciles de reproducir porque esa vergüenza ajena no me lo permite realizar.

Desde el fondo de mi alma judía declaro mi mas ferviente repudio a esas espantosas palabras que al sembrar gratuitamente el odio y la discordia en el mundo, producen tanto daño espiritual a mis hermanos gentiles, a mi pueblo judío y a los más elementales valores humanos.

De esa gran consternación y vergüenza ajena que me invade, emerge en mi una gran necesidad moral y un tremendo desafío emocional que superan mis limitadas aptitudes culturales e intelectuales.

¿Cómo explicarle a mis amigos gentiles de mi infancia con los que compartimos juegos, alegrías y el descubrimiento de un mundo nuevo?

¿Qué decirles a mis compañeros gentiles de mis años adolescentes con quienes soñábamos tantas ilusiones, emociones e inquietudes juveniles?

¿Qué expresarles a mis hermanos de la Universidad con los que proyectábamos la reconstrucción de una humanidad diferente, idealista y más perfecta el hombre nuevo?

¿Qué manifestarles a mi actuales amigos gentiles del mundo, del ayer y del hoy?

Y a mi noble y generoso amigo árabe musulmán e israelí que tuvo la generosidad y la paciencia de enseñarme el hebreo técnico de laboratorio en mis primeros pasos laborales en Israel.

Y a todos esos seres humanos ejemplares que tienen un alma grande y abierta para poder compartir, comprender, solidarizarse y también disentir con mis Cartas desde Israel.

Y a Alejandro Magno, el emperador de Macedonia que en el año 332 antes de la era común, conquistó al imperio persa y le otorgó a los judíos una mayor autonomía política, económica y religiosa en la Tierra de Israel.

Y al rey Ciro de Persia que en el 536 antes de la era común decretó el Edicto del Retorno que permitió a los judíos retornar de su cautiverio en Babilonia a la Tierra de Israel, reconstruir el segundo templo en Jerusalem.

Y a Emile Zola, el escritor francés que envía una carta abierta al presidente Faure desde el diario L'Aurore el 13 de enero de 1898 bajo el título de J'Acusse (Yo Acuso) convencido de la inocencia del capitán Alfred Dreyfus, de ascendencia judía y victima de una falsa acusación de traición a la patria.

Y a Raoul Wallenberg, un diplomático sueco que en las últimas etapas de la Segunda Guerra Mundial, trabajó incansablemente y corrió grandes riesgos para salvar a alrededor de 100.000 judíos húngaros del Holocausto.

Y a Oskar Schindler, un industrial y hombre de negocios alemán que salvó a unos 1.200 judíos polacos del Holocausto Nazi, contratándolos para su fábrica de artículos para la Wehrmacht situada en la actual Polonia. Gracias a su firme determinación y a su habilidad personal, pudo proteger a los judíos de su fábrica y salvarlos de morir en los campos de exterminio.

Y a Irena Sendler, una enfermera polaca que durante la segunda Guerra Mundial, salvó a más de dos mil quinientos niños judíos arriesgando seriamente su vida.

Y a Karol Wojtyla (el Papa Juan Pablo II) que en el año 2000 desde el Muro de los Lamentos, pidió humildemente perdón por los horrores que los malos cristianos produjeron al pueblo judío, construyendo un hermoso puente de diálogo y unión entre la Iglesia Católica y sus "Hermanos Mayores en la Fe".

Y a los cristianos Evangélicos por Israel. Ese ejemplo del sionismo cristiano del mundo que se erige en el gran apoyo estratégico al Estado de Israel y a las comunidades judías del mundo.

Y a la periodista, escritora y ex parlamentaria cristiana catalana, Pilar Rahola, quien se ha elevado en occidente como paladín de los derechos humanos con su firme y valiente voz contra la retrógrada intolerancia judeofóbica y el islamofacismo.

Y al periodista, escritor y analista político libanés George Chaya (cristiano maronita) que viene desarrollando una gigantesca tarea de justo, honesto y lúcido esclarecimiento del acontecer en este complejo y sufriente medio oriente.

Y a Pedro Gómez-Valadés, un militante vigués del Bloque Nacionalista Gallego-BNG, que fue expulsado de ese partido por presidir la Asociación de Amistad Galicia-Israel/AGAI, que promueve la amistad entre gallegos e israelíes.

Y a todos mis hermanos gentiles, a los actuales y a los de todas las épocas, a aquellos que me dieron su amistad, me ayudaron a crecer y a comprender que otros mundos también son posibles.

Y a todos aquellos hermanos gentiles cuyos nombres huyen involuntariamente de mi limitada memoria.

¿Cómo explicarles a todos ustedes que nuestros hermanos gentiles no nacieron para servir a nadie, por la sencilla razón de que son seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios, porque son nuestros hermanos?

Me consuelan las sabias palabras de nuestro maestro, Rabi Akiva:

"Ama a tu prójimo como a ti mismo"
(Vaikra 19:18)

"Amado es el ser humano, pues fue creado a imagen de Dios…"
(Mishna Avot 3:14)


(*) Gentil. (Del lat. gentilis). adj. Entre los judíos, se dice de la persona o comunidad que profesa otra religión. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

Guido Maisuls
Kiriat Bialik, Israel, IL
http://cartasdesdeisrael.blogspot.com/

Para saber más sobre el fanático ultraortodoxo Ovadia Yosef:


http://es.wikipedia.org/wiki/Ovadia_Yosef

* * *

Declaraciones polémicas de Ovadia Yosef sobre los palestinos



A sus 89 años, el rabino Ovadia Yosef no es un rabino cualquiera. Es el venerado líder espiritual de la tercera fuerza política de Israel, el partido religioso ortodoxo Shas, pilar fundamental del Gobierno de coalición de Benjamin Netanyahu. De ahí la furia con la que EE.UU ha condenado por “incendiario” y “profundamente ofensivo” el violento sermón que Ovadia pronunció el sábado deseando la muerte de todos los palestinos. Y es que, a pocos días de que Barak Obama reúna el jueves en Washington a las partes para iniciar unas negociaciones directas de paz suspendidas hace 20 meses ya de por sí frágiles y forzadas, cunde el temor a que cualquier tropiezo pueda conducir al descarrilamiento.

Las palabras del religioso eran difundidas por Israel Radio. “Que todos los malvados que odian a Israel, como Abu Mazen –decía, en referencia al presidente palestino, Mahmmud Abbás- y todos los palestinos desaparezcan de la Tierra, que la peste les azote”. Desde las filas de la OLP, la reacción no se hacía esperar, y acusaban al rabino de “incitación al genocidio”, mientras el negociador jefe palestino, Saeb Erekat, ha denunciado que se trata de un llamamiento al asesinato. Con la misma rapidez, el primer ministro judío se distanciaba de la inoportuna proclama de Ovadia aclarando mediante comunicación oficial que el polémico sermón “no representa las posturas” del Ejecutivo Israelí, ni de su jefe.

Tachado como un “viejo bobo”, -expresión del diputado Yosep Lapid-, señalado por otros por sus “problemas de senilidad”, -como apuntó el rabino Daniel Goldman-, el maestro Ovadia Yosef es conocido por sus despreciativos comentarios contra los árabes, los liberales, los judíos seculares, las mujeres y los gays. Sus mensajes son axioma para sus miles de seguidores. Ayer, uno de ellos, el parlamentario Nissim Zeev, intentaba justificar que, en realidad, lo único que había hecho el sábado era citar al Talmud en su aspiración de que Dios haga desaparecer a los enemigos de Israel a favor de la paz.


Fuente:

http://www.abc.es/20100831/internacional/palestinos-desaparezcan-201008302320.html

 

domingo, febrero 16, 2014

Bernard-Henri Lévy: pseudo filósofo y criminal

Bernard-Henri Lévy











BHL. Uno de los muchos farsantes que pueblan el imaginario mediático occidental. Lévy ha sido elegido por la oligarquía local gala para, con mucho dinero y poder a sus espaldas, controlar la patria de Voltaire en calidad de filósofo y en el ámbito filosófico. Filósofo oficial de la oligarquía, BHL hiede. Pero, en realidad, BHL es un anti-filósofo y, además, cómo  no, un criminal, instigador directo de la guerra de Libia. Sobre su naturaleza impostora en lo intelectual tenemos el ensayo Bernard-Henri Lévy ou La règle du Je (2007), de Bruno Jeanmart y Richard Labévière. En próximos posts entraremos más a fondo, por nuestros propios medios, en la bazofial obra literaria de BHL. Por lo que respecta al papel político anatémico de Lévy -nobleza obliga-, algunos testimonios pueden aclarar incógnitas o, como poco, comenzar a despertar ciertas sospechas:

http://www.wsws.org/es/articles/2011/mar2011/spn3-m30.shtml

A continuación tenemos a Lévy acusando a Francia de "fascista". Tal cual. Existiría en Francia una "ideología fascista" inherente al país.

!Sí!

Francia culpable ante Judea. No únicamente Vichy. La celebérrima nación, la libérrima cuna de las Luces y la Revolución sería... "fascista" hasta la volteriana médula. No se sorprendan en absoluto. Este montaje forma parte del mismo tipo de cosas que ya estamos acostumbrados a escuchar o leer en la prensa y los media con menos cobertura "teórica" pero idéntica desfachatez argumentativa. De fascistas eran acusados todos los arrojados al gulag, y hace muy poco la dirigente de un hediondo partido de derechas español, la señora María Dolores de Cospedal, calificaba de fascistas a los desahuciados que osaren protestar ante los domicilios de sus corruptas señorías... Semejante jerigonza policial, que hemos analizado en nuestro blog repetidas veces, fue acuñada por Stalin y renovada a finales de los años setenta del siglo pasado por gentes como Lévy para que los crímenes del comunismo pudieran ser calificados también de fascistas. Y ello a pesar de que las víctimas del  dictador soviético lo fueron en primer lugar de un lenguaje, a saber, precisamente el lenguaje antifascista, el mismo que a la sazón hizo suyo en su momento BHL en beneficio de la entera intelectualidad francesa al servicio de la oligarquía. Véase:

http://www.wsws.org/es/articles/2011/mar2011/spn3-m30.shtml

La retorsión del lenguaje antifascista no tenía empero únicamente la finalidad de encubrir la procedencia histórica del imaginario político y doctrinal que legitimara los peores horrores del siglo XX, sino una más importante incluso, a saber, la de perpetuar su capacidad criminógena. Así que quienes intervinieron en la operación sígnica tarde o temprano tenían que manchar sus manos de sangre incluso a título particular. El antifascismo borraba las huellas de un pasado cristiano-secularizado a efectos de poder continuar exterminando con total impunidad y, efectivamente, mató. Lévy estaba ansioso por tomar parte en la masacre y ha disfrutado pues de su anhelada satisfacción física. El lugar elegido, Libia, es uno de los muchos que el Estado de Israel debe reducir a la guerra civil, la ruina económica y el caos antes de culminar la construcción del sueño mesiánico sionista en Oriente Medio. Por ello Lévy no es sólo un bufón falsario. Es también un asesino. Conviene no olvidar este pequeño matiz.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
15 de febrero de 2014

ANEXO DOCUMENTAL


Bernard-Henri Lévy apela al humanitarismo para bombardear Libia
Alex Lantier
30 de marzo de 2011

El 24 de marzo, el escritor francés Bernard-Henri Lévy dio una entrevista por chat en el sitio web de Le Monde en la que defendía la guerra de agresión sin provocación lanzada por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia contra Libia.
En la década de 1970, Lévy fue uno de los principales "nuevos filósofos", un grupo de jóvenes intelectuales que criticaba desde la derecha tanto al marxismo como al estalinista Partido Comunista Francés (PCF), alegando consideraciones de derechos humanos después de que el PCF vendiese la huelga general de mayo-junio de 1968. Inicialmente simpatizantes del Partido Socialista (PS), estas fuerzas rápidamente giraron a la derecha junto con el PS. Se han convertido en acaudaladas y prominentes personalidades de los medios de comunicación y algunos de ellos abandonaron el gran negocio del PS para apoyar al presidente conservador Nicolás Sarkozy en 2007.
En su entrevista rigurosamente deshonesta, Lévy utiliza su falaz argumento de "los derechos humanos" para reforzar la propaganda del gobierno francés, que afirma que su intervención en Libia se produce en el marco de una campaña limitada diseñada para proteger la vida de los partidarios del Consejo Nacional rebelde.
En este sentido, Lévy no solo está protegiendo la política criminal del gobierno francés sino que se está protegiendo a sí mismo. Él, personalmente, jugó un papel importante en el período previo al ataque occidental organizando una reunión el 10 de marzo entre el presidente francés Nicolás Sarkozy y los líderes del Consejo Nacional, el grupo de rebeldes que combaten al gobierno libio del coronel Muamar Gadafi. Poco después, Sarkozy reconoció al Consejo Nacional como el gobierno libio. París, a continuación, presionó a favor de una resolución de la ONU que permitiera el bombardeo de Libia iniciado el 19 de marzo.
La entrevista de Le Monde, titulada "BHL [Bernard Henry-Lévy]: El Consejo Nacional quiere una Libia laica", comenzaba con una pregunta sobre por qué Lévy se interesó por el caso de Libia y organizó la reunión entre el Consejo Nacional y Sarkozy. Lévy respondió: "No es un caso. Se trata de Bengasi". Ante la amenaza de Bengasi, Lévy insiste, "me conmovió profundamente. Hice lo que pude".
Al preguntársele por su papel, declaró: "Simplemente, se me ocurrió, estando una noche en Bengasi, la loca idea de coger el teléfono y llamar al presidente de la República de mi país y sugerirle que recibiera a una delegación libia". Luego negaba que hubiera tenido ninguna participación en "cuestiones políticas" diciendo: "Yo soy como tú. Sigo con preocupación el desarrollo de los acontecimientos".
Este comentario absurdo plantea muchas más preguntas que respuestas. Está meridianamente claro que Lévy no es, como él sostiene, un ciudadano de a pie interesado por el desarrollo de la crisis libia. Uno se siente obligado a preguntarse cómo entró Lévy en Bengasi, en medio de una guerra civil y con línea telefónica directa con Sarkozy.
La posición adoptada por Lévy -que su apoyo al ataque francés a Libia y al Consejo Nacional está basado en una preocupación desinteresada por salvar vidas humanas- es un fraude. De hecho, Lévy no se opone a que haya muertes, como deja claro. Preguntado sobre si apoyaba las operaciones limitadas para aplicar una zona de exclusión aérea en Libia, respondió: "Debemos ir más allá de la 'zona de exclusión aérea'. Lo que significa que hay que ir a ataques dirigidos contra el armamento pesado de Gadafi. Es lamentable. Es horrible incluso la idea de un ataque dirigido. Pero si realmente queremos proteger a los civiles de Misrata, Sirte y Bengasi, no hay otra solución".
Más adelante, Lévy pretendía adoptar una posición humanitaria alegando que "en lo que a mí respecta, siento que soy absolutamente pacifista. Es en nombre de la idea que tengo de la paz por lo que creo que debemos acabar con la guerra provocada por Gadafi contra su propio pueblo".
Esto no es más que un fraude deshonesto. La "idea de paz" de Lévy consiste en ataques masivos y mortales contra soldados y civiles libios mediante la campaña aérea que las potencias occidentales han lanzado contra las unidades del ejército libio y contra Trípoli. Lévy considera, no obstante, que estas muertes son políticamente preferibles a las muertes que puedan producirse en Bengasi si las fuerzas de Gadafi volvían a hacerse con la ciudad.
Lévy no explica en ningún momento las razones subyacentes en su cálculo. En cambio, avanzaba la absurda pretensión de que respalda al Consejo Nacional porque es más democrático que Gadafi. Así, afirmaba: "Hay una cosa importante ya: [los miembros de las fuerzas del Consejo Nacional] son musulmanes laicos. La Libia que imaginan será una Libia en la que la religión será una cuestión de conciencia. El gobierno que sustituirá a la actual dictadura será el producto de elecciones libres y probablemente transparentes".
Al igual que los otros pro-imperialistas y propagandistas del Consejo Nacional, Lévy guarda un absoluto silencio sobre quién compone el Consejo Nacional, afirmando rotundamente que "probablemente liderarán un régimen democrático. De hecho, no hay ninguna razón para creer que ello vaya a ser así, ni siquiera es probable. En efecto, ya se ha informado ampliamente acerca de que el Consejo Nacional es una precaria coalición de varios ex funcionarios del régimen de Gadafi, de grupos islamistas, líderes tribales y activistas por los derechos humanos de clase media que mantienen, a través de gente como Lévy, un estrecho contacto con gobiernos occidentales de derechas.
Así, un periodista preguntaba a Lévy: "La cuestión del componente 'tribal' [del Consejo Nacional] o la rivalidad histórica entre el este y el oeste de Libia rara vez se menciona. Tras su visita a las fuerzas revolucionarias, ¿no incluyó esto en su análisis?" Lévy respondió: "No, tal vez porque no tuve tiempo de analizar la cuestión. Pero también porque los propios representantes del Consejo Nacional afirman y repiten que este 'componente tribal' desempeña un papel ínfimo en su análisis de la situación".
Lo que Lévy quiere es que sus lectores se crean que viajó a Bengasi sin saber con quién se iba a reunir y que aún no ha tenido tiempo de "estudiar la cuestión". Lo cual no es más creíble que las otras afirmaciones de Lévy. Sin embargo, algunas citas de Le Monde -un periódico que Lévy conoce bien, ya que forma parte de su comité de supervisión- ayudarán a aclarar la cuestión del Consejo Nacional.
Luis Martínez, del Centro Internacional de Investigaciones y Estudios (CERI) de Sciences-Po, en París, declaraba en Le Monde: "Hay tres grupos en la oposición: los islamistas, los defensores de los derechos humanos y los más numerosos, la juventud". Aunque Martínez no lo mencionó, es bien sabido que la máxima dirección del Consejo Nacional está integrada por tránsfugas recientes del régimen de Gadafi. Incluyen al ex ministro de Justicia, Mustafá Abdul Jalil y el general Abdel Fattah Yunis al Obaidi, comandante de la unidad Rayo de las Fuerzas Especiales libias.
Las fuerzas islamistas que participan en el Consejo Nacional incluyen al partido Umma y al Grupo Islámico Combatiente, según Hasni Abidi, un investigador de Suiza. Estas fuerzas apoyan explícitamente un Estado teocrático.
Francçois Dumasy, del Instituto de Estudios Políticos de Aix-en-Provence, ha explicado que hay jóvenes seguidores del Consejo Nacional "preocupados por la liberalización de la economía y el aumento del desempleo en los últimos años". Sin embargo, no existe una "visión común" entre los diversos componentes del Consejo Nacional; como decía Dumasy, "hay que comprender que durante los 42 años de gobierno de Gadafi, la expresión política se ha reducido a mínimos".
En efecto, Le Monde sugiere que el Consejo Nacional goza de poco apoyo popular. Rémy Ourdan, corresponsal de Le Monde en Bengasi, señala que "no se percibe en la población un gran entusiasmo por el Consejo Nacional". Le Monde añade: "La dificultad de identificar claramente a sus miembros y el hecho de que su presidente y portavoz hayan ocupado cargos en el régimen de Gadafi no ayuda a este 'gobierno paralelo'".

Las afirmaciones de Lévy al respecto de que el Consejo Nacional promoverá un régimen democrático o laico son mentiras. Se trata de una coalición inestable de la clase media y de elementos de la clase dominante que han respondido a la radicalización de las masas del norte de África aprovechando la falta de liderazgo político en la clase obrera para establecer una alianza militar con el imperialismo occidental. Dependientes del apoyo militar de las grandes potencias, negociarán a la baja la venta de las reservas petroleras de Libia y proporcionarán a Occidente una base de derechas para otras operaciones en el norte de África, en caso de que alcancen el poder.
Es sintomático de la posición clasista de Lévy que instintivamente esté del lado de esas fuerzas, a pesar del contenido reaccionario de su política.
Es preciso añadir que la clase dominante francesa tiene una larga experiencia y comprensión de la función que esas fuerzas pequeño-burguesas juegan en atar de pies y manos la unión de los trabajadores a la política imperialista. En Francia, los activistas de derechos humanos se mueven en un entorno de prósperos académicos, sindicalistas burócratas y partidos como el nuevo Partido Anticapitalista que se moviliza para contener y desarmar cada movimiento de huelga de los trabajadores. Durante la huelga petrolera del pasado otoño, por ejemplo, insistieron en que los trabajadores tenían que someterse estrictamente a la negociación de los sindicatos sobre los recortes de pensiones con Sarkozy, y responder a la disolución de la huelga por parte de la policía únicamente con protestas "simbólicas".
Cuando ha estallado la lucha en Libia estas fuerzas han apoyado la guerra. Es significativo que los argumentos presentados por el nuevo Partido Anticapitalista para justificar su apoyo a la guerra sean esencialmente los mismos de Lévy. (Véase: "Una herramienta del imperialismo: el nuevo Partido Anticapitalista francés apoya la guerra contra Libia").
Lévy es muy consciente de los intereses imperialistas que subyacen en la campaña de Francia en Libia. Esa es la inevitable conclusión que se extrae de su absurda respuesta a la pregunta de si "la intervención militar en Libia está motivada exclusivamente para proteger al pueblo libio y los derechos humanos". Lévy esquiva la pregunta diciendo simplemente: "Eso es lo que parece, sí, ¿por qué otra cosa podría ser?"
Esta respuesta tremendamente ingenua y rotundamente increíble sitúa el juego de Lévy a distancia. Él sabe que las grandes potencias están compitiendo por 46.4 mil millones de barriles de petróleo de las reservas probadas de Libia y por su estratégica ubicación en el cruce del norte de África, una región sacudida por la oleada de luchas obreras revolucionarias. Lejos de ser un inocente ignorante de cómo funciona el juego de la influencia del Estado, Lévy es un experimentado e influyente mercachifle cuya respuesta está pensada simplemente para ocultar la apropiación del petróleo y los intereses imperialistas más amplios que él respalda mediante su apoyo al Consejo Nacional.
El hijo de André Lévy, un influyente comerciante de maderas exóticas africanas que dirigió la empresa Bécob, Bernard-Henri Lévy ha explotado en varias ocasiones sus vínculos políticos para ayudar a la empresa en crisis de su padre. La primera vez fue en 1986. Como refiere L' Express "Bernard tiró la casa por la ventana por su padre. ¿Intervino ante los consejeros presidenciales para utilizar los contactos africanos de la presidencia para que Costa de Marfil liquidara sus deudas prioritariamente con Bécob? BHL niega esta intervención. Sin embargo, admite haber tenido contacto con [el entonces ministro de Economía del partido Socialista Francés] Pierre Bérégovoy para que ayudase a su padre". Lévy también buscó ayuda entre los conservadores del círculo de Jacques Chirac, entonces alcalde de París, y finalmente consiguió un préstamo ventajoso del Estado tras la intervención personal del presidente François Mitterrand.
La empresa Lévy también obtuvo un préstamo ventajoso de François Pinault, político gaullista y ejecutivo de una firma de lujo que hoy ocupa el puesto número 67 entre los hombres más ricos del mundo con una fortuna de 11.5 mil millones de dólares.
Dada la mala reputación de Pinault en los círculos empresariales y sus vínculos con figuras de la extrema derecha como Jean-Marie Le Chevallier o el neo-fascista Jean-Marie Le Pen, dirigente del Frente Nacional, L'Express señala: "Ayudar a Bernard-Henri Lévy, una estrella de la izquierda intelectual y líder de una red importante en los círculos editoriales y en los medios de comunicación, tal vez no era un movimiento estúpido... La teoría de un gesto de Pinault para ganarse a BHL se ajusta bien, en todo caso, a los acontecimientos posteriores: el cambio del grupo [Pinault] hacia la industria cultural y el nacimiento de una 'gran amistad' con Bernard".
Diez años más tarde, según L'Express, Pinault compró Bécob por 800 millones de francos, o aproximadamente 130 millones de dólares. "La fortuna de BHL es, pues, importante y suma entre 150 y 180 millones de euros. Esto ha desempeñado un papel clave en su historia".
Esto no es solo una descripción acertada de Lévy sino de todo el edificio político de los que se dedican actualmente a la fraseología de las cuestiones humanitarias en Francia. Habiendo comenzado como la ideología de varios estudiantes descontentos y de los hijos de la burguesía en el período posterior a 1968, se desarrolló muy rápidamente a medida que esas fuerzas se hicieron ricas o, en el caso de Lévy, inmensamente ricas. Hoy en día sirven abiertamente como la hoja de parra verbal de los intereses estratégicos del imperialismo francés.

Traducido del inglés para Rebelión

LA FILOSOFÍA FRANCESA PADECE UN FASCISMO SECULAR

Bernard Henry Lévy, uno de los líderes de aquel grupo de intelectuales que se autocalificó de nuevos filósofos, vuelve alborotadamente a los escaparates de las librerías francesas y al de la actualidad intelectual con un nuevo libro: La ideología francesa. Y para empezar ya ha conseguido lo. que probablemente pretendía en un primer tiempo: provocar el escándalo, o la exaltación, el debate en suma. Y, en todos los casos, como lo que es, como el niño mimado de los media de su país: su obra acaba de aparecer y a los medios de información les faltan páginas para discurrir sobre «el fascismo secular» del que, según Lévy, padece la sociedad francesa. A lo largo de esa ideología, en efecto, Lévy recorre el último siglo de la historia de las ideas francesas para concluir, en definitiva, que ha sido en Francia, la llamada patria de los derechos del hombre, en donde se han cocido todos los nacional-socialismos que han ensombrecido a Europa. Pero Lévy no se conforma con la denuncia de todos los petenismos históricos o contemporáneos. El escándalo, en esta ocasión, llega por la vía de en medio, esto es, por la boca y por la cabeza de la izquierda socialista. De los comuneros Guesdes y Lafargue a Blum, pasando por Proudhon, todos fueron panaderos del fascismo de corte francés.
¿Y por qué? En el caso del socialista Leon Blum, por ejemplo: porque saludó al mariscal Pétain, en 1939, como el «más humano de los jefes militares». Argumentos de este género, otras amalgamas o la falta de rigor histórico, sirven a algunos críticos para ajusticiar a Levy, pero desde las tribunas de más peso en el mundo intelectual francés.
En opinión de Lévy, ese paisaje intelectual galo es, «sobre todo, y cada vez más, nauseabundo».
Con este su tercer libro intentaría desfacer el entuerto. Sus dos obras anteriores ya levantaron polémicas sensacionales, porque metía los pies en el plato de tabús de la época. El primero de ellos fue La barbarie con rostro, humano, en el que denunciaba el fascismo rojo. En el segundo, El testamento de Dios, preconizaba el monoteísmo como tabla salvadora. Es de notar que, de todos los pensadores franceses del siglo, según Levy, sólo han comprendido el antifranquismo algunos escritores como Camus, Artaud, Bataille, Bretón y Caillois.
Lévy es una de las figuras más polémicas y contradictorias de la filosofía francesa. Surgido del Mayo francés, se autodefine ahora como «entre los que luchan contra el totalitarismo». Nacido en Argelia, en el seno de una familia judía, en 1948, se trasladó a París muy niño. A los veinte años, era agregado de una cátedra de Filosofía.
Su primer libro polémico, La barbarie de rostro humano, tiene su origen en la acusación del comunismo que suponía el libro El archipiélago de Gulag, de Solzhenitsin. Calificado de rebelde iconoclasta, realizó en esta obra una crítica pesimista del totalitarismo en todas sus formas, ideológicas, políticas y sociales. En su siguiente obra, El testamento de Dios, publicada también en España, intenta construir y abrir camino recordando al pueblo de la Biblia, el Antiguo Testamente, que, según Lévy, es el gran texto de la resistencia, de rebelión, de modernismo y de la historia occidental.

Feliciano Fidalgo
El País
17 de enero de 1981

 

viernes, febrero 14, 2014

Los más grandes filósofos serían genocidas excepto B.-H. Lévy



Bernard-Henry Lévy denuncia a los filósofos como legitimadores de la barbarie. Todos menos, precisamente, aquéllos que beben de las puras y prístinas fuentes morales del Antiguo Testamento.

Voilà, pues, una excepción: el propio Bernard-Henri Lévy, la primera pluma filosófica de Francia. ¿O mejor decir "la primera pluma abrahamánica"?

En efecto, B.-H. Lévy, cuando piensa, fúndase de forma expresa en la Biblia hebraica. Véase, para zanjar cualquier discrepancia en este punto, la obra El testamento de Dios (1979). Por ejemplo, BHL razonaría siempre al hilo de delicatessen como el Libro de Josué; entre otros centenares de casos que ilustran la doctrina de la Torah, cuyos dulces pasajes "pacifistas" sobre el anatema (=exterminio) de Jericó y de diversos pueblos autóctonos de Palestina ennoblecen el alma...

Toda una lección, pues, de "derechos humanos" y "democracia".

En definitiva: la misma hipocresía que J. P. Sartre con el Gulag, pero ahora al servicio de la Nakba y del más bochornoso imperialismo oligárquico occidental.

La patria de Voltaire lobotomizada.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
15 de febrero de 2014


DOCUMENTACIÓN ANEXA

http://www.vnavarro.org/?p=10239

http://www.vnavarro.org/wp-content/uploads/2013/12/23-12-13-donde-esta-bernard-henri-levy-v0202-vdef-261113-edit.pdf

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 27 de noviembre de 2013.
 
Este artículo critica la selectividad de Bernard-Henri Lévy en sus posturas pro derechos humanos, que siempre coinciden con la política internacional promovida por el gobierno federal de EEUU y la Unión Europea. El artículo también indica el gran silencio de este autor sobre la situación de Libia, que él contribuyó a crear.

Bernard-Henri Lévy tiene muy buena prensa en España, apareciendo con gran frecuencia en las páginas de El País predicando la moralidad de sus causas, que requieren con gran frecuencia intervenciones militares, lo cual explica que algunos intelectuales de la izquierda estadounidense lo califiquen como el moralizador de las guerras, en general, contra el Islam (ver Ramzy Baroud “France’s Sham Philosopher” en CounterPunch, 20.11.13). Presentado frecuentemente en los medios españoles como “el filósofo de Francia”, articula siempre posturas promovidas por el establishment político francés, rodeado siempre de grandes cajas de resonancia que explican su gran visibilidad mediática.
La última gran hazaña de este señor fue su liderazgo (que El País definió como moral) para que la OTAN interviniera en Libia para deponer al coronel Gadafi (basándose en una interpretación tergiversada y manipulada de la famosa Resolución 1973 de Naciones Unidas del 17 de marzo de 2011, que no permitía dicha intervención). Esta intervención se justificó por el supuesto apoyo de los Estados intervencionistas por vía militar (que incluyó desde bombardeos que afectaron a poblaciones civiles, hasta la transferencia de armas) para deponer a un dictador y sustituirlo por fuerzas democráticas que deseaban instaurar una democracia. Considerando la enorme evidencia que existe mostrando el apoyo de tales Estados (EEUU y Francia incluidos) a dictaduras casi medievales en la misma región, esta justificación carecía de credibilidad. Pero ello no inhibió ni frenó al filósofo de Francia en la utilización de dicha justificación. Y lo que es notorio es que repitió constantemente tal justificación con toda seriedad y contundencia, apelando a la moralidad democrática que según él debe caracterizar el comportamiento de las naciones civilizadas. Bernard-Henri Lévy (BHL) utiliza una narrativa llena de imágenes altisonantes, preñadas de gran pomposidad, como corresponde a uno de los intelectuales franceses más galardonados en Francia. El poder es siempre muy cariñoso y agradecido con sus sirvientes. Al servicio de su causa, BHL se trasladó a Libia con todo el aparato mediático y parafernalia teatral “en defensa de las fuerzas democráticas”. Y la intervención militar derrotó al dictador Gadafi.
¿Y qué ha pasado en Libia desde entonces? Gadafi fue un dictador como muchos de los dictadores que hoy existen en aquella parte del mundo, donde la democracia no existe ni siquiera a nivel de ensayo. Pero comparado con Arabia Saudí, Qatar y otros regímenes feudales, Gadafi no era, definitivamente, peor que los gangster que dominan aquellos otros países. La diferencia era que los últimos son fieles sirvientes de EEUU y de la UE, y Gadafi no lo era. Ni que decir tiene que el gran filósofo moralista BHL no prestaba atención a tales detalles, considerados insignificantes en la lucha entre el bien (que él representaba) y el mal (que eran todos los demás).
Pero analizaremos ahora lo que ocurre en Libia. Cualquier observador mínimamente objetivo debe concluir que Libia no es, en absoluto, una democracia, y que la situación actual es un desastre, con unos conflictos entre distintas facciones, entre las cuales están fuerzas de Al Qaeda, que se ha convertido en una de las fuerzas determinantes de los quehaceres de aquel país. Bandas armadas, sin ningún tipo de control democrático, gobiernan los distintos territorios, con asesinatos políticos y con una represión brutal hacia las voces y manifestaciones en contra de la dictadura de esas milicias armadas. Solo en un día (15 de noviembre) 31 personas fueron asesinadas y 235 heridas en una represión contra una manifestación en la ciudad de Trípoli que protestaba contra este régimen de taifas controlado por bandas armadas que atemorizan a la población a fin de defender sus propios intereses.
Y mientras todo esto está ocurriendo, el gran filósofo de Francia (y de El País) permanece callado. En realidad, y tal como señala Ramzy Baroud, lo más parecido a este filósofo son los intelectuales neocons de EEUU, que siempre alientan y exigen intervenciones militares “para defender la democracia”, detrás de cuyo noble objetivo hay intereses financieros y energéticos muy concretos que pronto aparecen, mostrándose como lo que son. Lo cual no inhibe a estos intelectuales a continuar moralizando sobre el deber de los países democráticos de ayudar a las fuerzas democráticas alrededor del mundo, cuando la realidad es precisamente lo contrario de lo que predican. Los mal llamados “gobiernos democráticos” han sido históricamente, y continúan siéndolo, los mayores soportes de los regímenes más dictatoriales existentes en el mundo.
La incoherencia de tales intelectuales, incluyendo “el filósofo de Francia” aparece con toda su crudeza no solo en el caso de Libia, sino también en el caso de Israel. BHL es un gran admirador de las fuerzas armadas de Israel, a las que clasifica como las más morales y democráticas existentes hoy en el mundo, apoyando siempre sus intervenciones militares. Es extraordinario que estas declaraciones se hicieran después de una de las intervenciones militares más sangrientas e inmorales (de las muchas que han hecho tales fuerzas armadas) en la zona de Gaza en los años 2008-2009 y 2012. La ceguera moral e incoherencia intelectual de Bernard-Henri Lévy no tiene límites, lo cual no es obstáculo para que BHL aparezca, una vez más en El País, moralizando sobre la necesidad de intervenir militarmente en algún lugar del mundo árabe para “defender la democracia”.

  
BERNARD-HENRI LÉVY Y LA IZQUIERDA ZOMBI

Diane Johnstone

El último libro de Bernard-Henri Lévy ha sido el más comentado en los medios de comunicación desde comienzos de año. Diane Johnstone, que ve en este ensayista a un propagandista encargado de reciclar los tópicos desgastados de la Guerra Fría, no se sorprende de ello en esta época de sarkozismo triunfante. Prefiere desmontar los mecanismos de esta retórica y subrayar su carácter mágico y antipolítico. En definitiva, se divierte en constatar que la hegemonía de este discurso no suple su vacuidad y no logra hacerlo operativo.

 El ensayo político más comentado por los medios de comunicación desde comienzos de año, Ce grand cadavre à la renverse (Ese gran cadáver de espaldas), de Bernard-Henri Lévy (Grasset, Paris, 2007), se presenta al público como una reflexión consagrada a la izquierda francesa. Pero curiosamente, se trata en el fondo de algo muy distinto.

Bernard-Henri Lévy es con mucho el más conocido de la pequeña camarilla de propagandistas que hace unos treinta años, con la etiqueta de «nuevos filósofos», emprendieron una campaña para invertir el sentimiento antiimperialista que se había hecho dominante en el mundo entero, sobre todo en reacción contra la guerra llevada a cabo por Estados Unidos en Vietnam. La guerra había terminado, y la izquierda francesa estaba debilitada por su dispersión sectaria y el hundimiento de sus esperanzas «revolucionarias» poco realistas. Los Jemeres Rojos, que habían tomado el poder en Camboya, tras los bombardeos y el destronamiento de Sihanouk fomentado por los Estados Unidos, cometieron el «baño de sangre» que los estadounidenses habían predicho sin razón para Vietnam. Por su descubrimiento tardío, aunque teatral y fuertemente mediatizado, del gulag soviético más de veinte años después de la muerte de Stalin, y calificando las aberraciones asesinas de los Jemeres Rojos de «golpe fatal... contra la idea misma de revolución» (p. 124), los «nuevos filósofos» trataron de estigmatizar toda aspiración a un cambio social radical como inevitablemente «totalitaria». Contra la omnipresente «amenaza totalitaria», se rehabilitó a Estados Unidos como indispensable salvador de la democracia y defensor de los derechos humanos.

Es difícil medir el verdadero impacto de aquella campaña, que formó parte de una ofensiva general de rehabilitación del imperialismo americano bajo el estandarte de los «derechos humanos». Es cierto que estos publicistas no fueron jamás tomados en serio por los universitarios y los profesores de filosofía, pero ganaron una celebridad inmediata gracias al celo que pusieron los medios de comunicación (empezando por le Nouvel Observateur) en difundir su «nueva» versión «filosófica» de la propaganda de la Guerra Fría.

No obstante, treinta años más tarde, su misión parece cumplida. Aunque no sea filósofo, Nicolás Sarkozy encarna la «nueva» Europa soñada por Rumsfeld al principio de la conquista de Irak, una Europa dispuesta a seguir ciegamente a los Estados Unidos en sus guerras de «civilización».

André Glucksmann, el más histérico del clan, se dio prisa en unirse a Sarkozy como filósofo de corte. Bernard Kouchner, el más mundano de los guerreros humanitarios, esperó a la elección de Sarkozy para unirse a él como ministro de Asuntos Exteriores.

Más astuto que los demás, BHL rechazó perderse entre la multitud victoriosa. Durante la campaña se atribuyó el papel de consejero ideológico de Ségolène Royal. Tras su derrota, prefirió rezagarse en el campo de batalla política para hacerse con el estandarte caído de la izquierda. O bien, como sugiere el título de su última obra, para recuperar su cadáver. Este libro pretende dar lecciones a la izquierda con el fin de reanimarla. BHL querría infundir sus palabras y sus pensamientos al cadáver, transformándolo en una especie de zombi para asustar a Ségolène, y alejarla de Jean-Pierre Chévènement, Noam Chomsky, Michael Moore, Rony Brauman, Alain Badiou, Régis Debray, Harold Pinter y todos los demás adeptos de malas ideas que llevarían la izquierda, según BHL, hacia un nuevo «totalitarismo».

¿Y cuál es este nuevo totalitarismo? El «antiamericanismo», ¡pues claro! Y el antiamericanismo, qué es exactamente? Según BHL (página 265), «el antiamericanismo es una metáfora del antisemitismo». Ajá.

Y claro, «el antisemitismo» es la acusación que hará desaparecer al adversario en una nube de humo, como hace la malvada hechicera en El Mago de Oz. Pero ¿funciona siempre la magia? BHL tiene miedo de estar perdiendo su poder.

El mundo según BHL

Aunque la etiqueta de «filósofo» sea exagerada, el escritor BHL tiene, como todo el mundo, su filosofía personal. De entrada, según él, las ideas son las que gobiernan el mundo, para bien y para mal (p. 402). Sobre todo para mal, aparentemente. Las ideas pueden salir casi de la nada, lo que exige una vigilancia constante. Lo que él llama su fidelidad a la izquierda no tiene nada que ver con las relaciones socioeconómicas, y aún menos con la oposición a la guerra. Se trata más bien de la denuncia de ciertos crímenes: la condena de Dreyfus, Vichy, diversos «genocidios» reales o supuestos. Se basa, como explica con detalle, en su propia galería personal «de imágenes, acontecimientos y reflejos». Nunca en algún tipo de análisis. Avanza como una especie de Isaías que clama en el desierto y no necesita útiles modernos de investigación o de análisis.

En este mundo de ideas, los hechos son secundarios, cuando no superfluos. BHL juega con ellos como juega con estas ideas maleables. Hay que adaptar los hechos a las ideas, no las ideas a los hechos. El concepto de Imperio puede aplicarse a China hoy en día o en el pasado a la URSS, a los turcos, a los árabes, a los aztecas , a los persas o a los incas. Pero es inoperante cuando se trata de una «América cuya línea principal ha sido siempre el aislacionismo y que, contrariamente a las grandes naciones de la vieja Europa, nunca ha colonizado a nadie» (página 281).

Esta afirmación pasmosa sitúa a BHL claramente por encima y al margen de la realidad. En su libro, no se trata tampoco de la política tal como se suele entender. Se trata más bien de enunciar, como dice claramente, al menos con toda la claridad de la que es capaz, una especie de religión sin Dios.

Puede parecer extraño viniendo de una celebridad de la jet set que se da la gran vida pero, para BHL, el modelo a emular no es otro que el profeta del Antiguo Testamento, fustigador de las malas ideas que llevarán al pueblo a su destrucción. Esto se hace explícito hacia el final de su último libro (como también en uno de los primeros, El testamento de Dios). De hecho, si se empieza por el final del libro en vez de por el principio, se puede ver que el verdadero tema no es el partido socialista ni la izquierda, sino una exhortación profética a una especie de guerra de religión.

Al hablar de una «evaluación genealógica» de las ideas de democracia y de derechos humanos, BHL expresa esta nostalgia por una época bíblica. De estas ideas, escribe (página 398): «Se las puede considerar demasiado griegas... Se las puede juzgar demasiado romanas... Se puede lamentar que el universalismo tal como lo entendemos haya pasado con armas y bagajes al lado “ni judío ni griego” paulino y que haya olvidado por el camino el gusto por las singularidades que se podían encontrar todavía entre los judíos y los griegos. Se puede entonces, como Lévinas, querer que se oigan de nuevo esas voces judías, ese aliento profético, que acalló el greco-romano-paulinismo. »

Se refiere al filósofo lituano-franco-israelí Emmanuel Lévinas, cuyas contorsiones metafísicas sobre la culpabilidad y la inocencia llevaron a B-H Lévy y a Alain Finkielkraut a ver en él a su propio profeta contemporáneo. En 2000, con Benny Lévy, que había abandonado la dirección de la Gauche Proletarienne para volver al seno del judaísmo tradicional, fundaron el Institut des Études Lévinassiennes en Jerusalén y en París, consagrado (según palabras textuales de Benny Lévy) al combate «contra la visión política del mundo». Su referencia inagotable es el Talmud.

El estilo profético sobrevuela los hechos para proferir lamentaciones, premoniciones y exhortaciones. Proyecta un ambiente de urgencia moral demasiado apremiante como para perder el tiempo en análisis claros y razonados, fundados en el respeto escrupuloso de los hechos y la honradez en la presentación de los juicios opuestos al suyo.

Para el escritor, esquivar el análisis no es sólo un artificio retórico, sino algo consustancial a su visión del mundo. Es una expresión de rechazo, por parte de ciertos sectores del pensamiento contemporáneo, de todo intento de explicar los acontecimientos históricos a partir de causas materiales o políticas. Este rechazo es central en la actitud religiosa hacia el Holocausto, o la Shoah (es decir, el genocidio de los judíos entendido en términos religiosos). Para los defensores de esta religión contemporánea es inaceptable buscar explicaciones materiales a acontecimientos que deben seguir siendo «incomprensibles» por su enormidad. El menor intento de explicar la ascensión de Hitler por hechos como una reacción contra la humillación de la derrota de 1918, la pérdida de territorios nacionales y la inflación galopante seguida del paro masivo, es rechazada como un intento de «justificarla». Toda explicación distinta del odio eterno a los judíos se arriesga incluso a ser tachada de antisemita.

Esta negativa a analizar los factores materiales subyacentes a los fenómenos ideológicos se extiende a otros acontecimientos. Cuanto intenta explicar la pérdida de velocidad del espíritu europeo, BHL no hace ninguna mención al hecho, sin embargo cada vez más evidente, de que la Unión Europea se haya convertido en el instrumento para imponer una política económica, especialmente la privatización forzosa de los servicios públicos, que el pueblo no ha elegido ni puede cambiar. No, si Europa ha «empezado mal», es a causa del «enorme agujero que es, en toda Europa, el vacío dejado por seis millones de judíos asesinados». Ve la crisis de Europa en «el grito de dolor de una Europa muerta al nacer, o nacida con una parte de sí misma muerta, y que por ello ya sólo sabe vivir de la vida de los espectros» (p. 232).

Esta visión antipolítica de los acontecimientos es comparable a la que se tenía de los brujos antes del desarrollo de la medicina moderna. La mayor preocupación de estos lévinassiens es claramente el antisemitismo, tal como la peste negra era la gran preocupación de los europeos en el siglo XIV. Están incluso obsesionados por la posibilidad de su resurgimiento. Pero su enfoque religioso —incluso si se declaran ateos (p. 405)—, les impide analizar las causas de un modo que ayude a evitar una nueva erupción de esta enfermedad.

Guerra de religión

En su capítulo dedicado al futuro «progresista» del antisemitismo («el neoantisemitismo será progresista o no será»), BHL lo trata como una especie de demonio que merodea a través de la historia con varios disfraces. Es «ese largo grito de odio que, desde hace siglos y siglos, persigue al Pueblo de la Palabra». No hay que preguntar: «¿por qué?». Sólo hay que preguntar: «¿cómo?».

A esta pregunta, BHL le da una respuesta. El antisemitismo hará su próxima aparición inevitable por la vía de la izquierda. Sobre este tema, por el que siente un gran interés, llega a hacer algunas observaciones acertadas. Reconoce implícitamente una realidad que muchos otros rechazan, es decir, que en Europa, hoy en día, la auténtica religión, aquélla cuyo sentido de lo sagrado aún funciona, es la Shoah, el Holocausto. O, como afirma, «la religión de la época» está «cada vez más claramente fundada sobre tres sólidos pilares que son el culto a la víctima, el gusto por la memoria y la reprobación de los malvados (el antifascismo triunfante, el amor por la víctima y el deber de la memoria)». Dicho esto, se inquieta al ver que una cierta competición entre víctimas alienta el resentimiento hacia los judíos, a los que se acusa de haberse «apropiado del capital victimario. Shoah business...».

«“¿Qué hay del genocidio de los indios americanos?” me preguntó un día el jefe indio antisemita Russell Means. “Nada; los judíos americanos lo han tomado todo; se han apropiado hasta de la idea de genocidio”». Sobre esto, BHL hace incluso una insólita mención de los palestinos, cuyo peor enemigo sería «el estrépito que se arma en torno al sufrimiento del pueblo judío, que cubre/acalla su propia voz» (p. 318).

La respuesta de BHL no es otra que insistir de nuevo en que la Shoah es realmente única en la Historia, añadiendo que los musulmanes estuvieron del lado de Hitler y no pueden entonces ser considerados como víctimas inocentes del sionismo. Y que tales quejas no son más que manifestaciones de la nueva oleada de antisemitismo. Todo ello se sigue de la premisa según la cual no puede haber otra explicación del antisemitismo que la propia naturaleza eterna del antisemitismo. Ni puede, sobre todo, haber ninguna causa por la que ciertos judíos, en este caso el Estado de Israel, puedan tener parte de responsabilidad.

En vez de analizar, BHL profetiza. Prevé la próxima oleada de antisemitismo en «la unión del negacionismo, el antisionismo y la competición entre las víctimas». ¿Qué hacer ante este peligro? De nuevo una exhortación y un nuevo enemigo «fascista» a combatir: «el islamofascismo» o, como prefiere llamarlo, el «fascislamismo».

Programación de la Izquierda Zombi

BHL se dirige a la izquierda zombi, a la que pretende inspirar con sus profecías.

Exhortación número uno: ¡dejad de hablar de Israel y de Palestina! Hay que limitar «la referencia obsesiva a Israel». Hablad más bien de Darfur, de Chechenia...

Segunda exhortación: reemplazad el concepto de tolerancia por la laicidad. Es decir, ninguna tolerancia con el «fascislamismo», que llega a divisar incluso en las posiciones relativamente moderadas de un Tariq Ramadán, por ejemplo, por no hablar de las mujeres con velo y de los musulmanes que se enfadan con las caricaturas del Profeta representado como un terrorista.

Tercera exhortación: reconocer en el islamismo una forma de fascismo.

Este zombi programado es finalmente todo lo que BHL ofrece a la izquierda o a los judíos.

¿Con qué resultado posible?

El hecho de que las reseñas pasen de puntillas sobre el judeocentrismo flagrante del libro sugiere que cierta forma de intimidación funciona eficazmente. Pero cabe preguntarse si el hecho de no atreverse a cuestionar ninguna afirmación hecha «en nombre de los judíos» (¡sin pedir su opinión!) es verdaderamente «bueno para los judíos». El propio BHL, al hablar de la «competición de las víctimas», expresa algunas dudas. Pero persiste.

Es evidente que sería mejor para la izquierda, para los judíos, para todo el mundo, superar estas inhibiciones religiosas y mirar de frente la realidad del mundo, incluyendo Israel, Irak –invisible en este libro-, Palestina, Irán y, sí, los Estados Unidos y su desatado complejo militar-industrial que encuentra pretextos para la utilización de su poderío militar en la histeria neoconservadora en torno al «islamofascismo». El modo profético por el que BHL muestra tanta afición no es más que una irracionalidad emotiva, tal como el antisemitismo, diversos delirios religiosos e incluso el “fascismo”. Se trata de una postura ideológica, sin ninguna relación con un concepto sensato de política progresista.



Fuente:

http://www.voltairenet.org/article152881.html

Artículo original publicado el 12 de noviembre de 2007

Traducido para Tlaxcala por Nuria Álvarez Agüí

Nuria Álvarez Agüí es miembro de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.

URL de este artículo en Tlaxcala:


http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=4202&lg=es

 

martes, febrero 11, 2014

Contra el racismo y por la libertad de expresión: solidaridad con el cómico Dieudonné M'bala














http://www.elmundo.es/internacional/2014/01/09/52cee2dcca4741a5088b456f.html

http://85.214.222.163/index.php?option=com_content&view=article&id=4200&Itemid=65


Los franceses empiezan a entender que Sarkozy y Hollande militan en el mismo partido, el único partido políticamente correcto, a saber, el de la alta finanza y el Estado de Israel. El partido oligárquico, en una palabra.

Por eso millones de ciudadanos del "país de los derechos humanos" darán su apoyo al Frente Nacional de Marine Le Pen.

Dieudonné M'bala, Marine Le Pen, Robert Faurisson y Alain de Benoist, entre otros, encarnan en la actualidad el último resquicio de la libertad "realmente existente" en Francia.

Esperemos que en España, Italia y Alemania los ciudadanos encuentren pronto su propia salida del laberinto.

Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
14 de enero de 2014