martes, abril 22, 2014

La extrema derecha que gobierna el mundo (3). Los Estados Unidos de América (I)
















El territorio que aloja a ese inmundo montón de escoria denominado Wall Street, epicentro de la opresión planetaria, tiene, a diferencia de la oligarquía, ubicación pública en el mapamundi. Una "nación" sin nombre -simple acrónimo empresarial- que configura, incluso por su forma geográfica, algo así como la pista de aterrizaje de la burbuja financiera. La Franja Aérea núm. 1 de la Oceanía de Orwell en la novela 1984Voilà los U.S.A.

“Si ciertos actos de violación de tratados son crímenes, se trata de crímenes, sin importar que los cometan Estados Unidos o Alemania. No estamos preparados para estipular una norma de conducta criminal contra otros que no estemos dispuestos a invocar contra nosotros.”
Robert H. Jackson, fiscal jefe durante los juicios de Nüremberg.

Estados Unidos constituye el país de la libertad. Cuando nos invade, domina, explota y adoctrina es que somos... libres. !Tal es la opinión de... -¿lo adivinan?- los Estados Unidos! Y quien disienta de una postura tan razonable como ésta deviene, en determinadas circunstancias, "una amenaza para la seguridad nacional", de suerte que puede ser exterminado "de forma sabia y justa" como una alimaña. Carece de derechos. Por definición. Lo dice Locke, filósofo fundacional del liberalismo, padre ideológico de la constitución estadounidense.

Tenemos que aceptar el american way of life o arriesgarnos a morir. Esto vale sobre todo para las naciones, pero también, poco a poco, para los grupos, las instituciones y los individuos.

No se trata de una broma. La historia de los gobernantes usacos (Pío Moa) es una narración consistente en:

a/ genocidios: EXTERMINIO SISTEMÁTICO Y PLANIFICADO DE INDIOS PIELES ROJAS

b/ crímenes contra la humanidad: ESCLAVITUD DE LOS AFRICANOS NEGROS

c/ crímenes contra la paz: AGRESIÓN A MÉXICO Y ANEXIÓN DEL 40% DE SU TERRITORIO

d/ crímenes de guerra: HIROSHIMA / NAGASAKI

Uno tras de otro. !Pero se trata de una mera selección para formar una escalera de color! Podríamos intentar, con éxito, un trio de genocidios, un full de crímenes contra la paz y crímenes contra la humanidad y un repóquer de crímenes de guerra. Cada paso en la construcción de la "gran nación americana" incurre en un delito de lesa humanidad tipificado por el Tribunal de Nüremberg. Pero, ¿quién promovió el Tribunal de Nüremberg? Los Estados Unidos de América, !cómo no!

No lo hicieron solos, cierto. Contaron con la inestimable ayuda de una hermanita de la caridad conocida bajo el pseudónimo de José Stalin.

Más estupefaciente todavía es el hecho de que todo el mundo "lo sabe" y, sin embargo, "no importa". Pues en cuanto empiece a importarte, tío, te juegas la vida. En estos mismos momentos Estados Unidos tiene intervenidas ilegalmente las comunicaciones en medio planeta (NSA) y puede determinar a placer, mediante el uso de drones, el asesinato de cualquier persona molesta dondequiera que se oculte. El nombre de este dispositivo de opresión resulta harto curioso: "mundo libre". El responsable de tales ejecuciones administrativas a dedo es el presidente del país y, por supuesto, ha recibido el Premio Nobel en justa recompensa.

Un chiste sobre Israel puede ser materia de un delito de "apología del genocidio". La comisión de un genocidio real, verbi gratia, Vietnam, carece de sanción jurídica. El mundo libre es ansí. Cualquier persona normal entiende esto, ¿verdad?

¿Quién, pues, decide la "importancia" de las ofensas raciales, étnicas o humanitarias? Desde luego, no se trata de establecer un baremo "objetivo", sino de una ponderación oligárquica, interesada hasta la obscenidad.

Todos los crímenes de masas perpetrados por EEUU pueden catalogarse entre los peores que la historia recuerda, no obstante la historia ha sido escrita por ese gran productor de historias (propaganda, adoctrinamiento y lobotomización espiritual) que es Hollywood.

Emporio del cine, Hollywood (¿radicado también en EEUU?) tiene un papel decisivo en la calificación de la criminalidad o no criminalidad de un exterminio etnicida, de una atrocidad penada por las leyes de la guerra, de una agresión gratuita o expansionista a otro Estado... Aquéllo decisivo no es el hecho en sí, sino la "relevancia", y tal "caracterización" no se adopta sin permiso de Washington y jamás contra sus intereses.

Estados Unidos es el territorio, poblado de cárceles (=campos de concentración para negros e hispanos) de "lo criminal" por excelencia y, al mismo tiempo, el país impune por excelencia gracias a Hollywood. Es el país que, al crimen y a la impunidad, ha añadido la justificación propagandística de sus tropelías. Las películas estadounidenses son legitimaciones de toda clase de delitos de lesa humanidad, convertidos, siguiendo una extraña lógica de carniceros puritano-corruptos, en actos heroicos. Bravos soldaditos vestidos de azul contra salvajes crueles que sólo se ganaban a pulso su triste fin.

De ahí el asombroso imaginario cultural y popular que posibilita, por ejemplo, hechos como el siguiente: millones de personas de nacionalidad española, francesa, marroquí -o de cualquier país del mundo- adornan inconscientemente y sin una razón concreta sus atuendos particulares con banderas americanas, es decir, con la bandera de otro país. Esto se considera encomiable, comprensible de suyo, patente como la luz del sol... Pues, ¿no son los americanos los salvadores del mundo? ¿No son los más valientes, los más listos, los más guapos, los más buenos?

¿Y quien sostiene "eso"? Casualmente, un vez más, los propios americanos. Será verdad.

Cosa que "nos creemos" los no-americanos. Cosa que hemos interiorizado. Cosa que, en vez de indignarnos, aceptamos sin rechistar a pesar de la evidencia contraria de que quien hablare de sí mismo en tales términos debería parecer, al menos, poco fiable desde el punto de vista de la objetividad más básica.

La ropa viene ya diseñada con las barras y estrellas, y uno simplemente se la compra sin pensar. ¿Haría lo  mismo con la bandera de Nigeria o Costa Rica? Por supuesto que no.  Mas la bandera norteamericana, que es la bandera de la ignominia contemporánea sin parangón, ha devenido motivo de ostentación en una sociedad cuya esencia se define, precisamente, por el delito oficial, permitido, encorbatado, premiado incluso con galardones de paz o doctorados honoris causa. Una sociedad, la society, cuyas élites y gobernantes son delincuentes. Un país donde la mafia manda. Un Estado que "es" la mafia porque no tiene una mafia, sino que la mafia lo tiene a él: la mafia incrústase en las vísceras del abyecto corpachón de Guachingtón.

Lucir la bandera americana representa, en este "mundo al revés" forjado por la oligarquía asesina anglosajona, una garantía de salud mental, de amplitud de miras, de juvenil promesa..., elevada a categoría estética, moda y signo de estatus existencial. Que las barras y estrellas identifiquen de hecho, en el mundo moderno, el exterminio de un pueblo tras otro, la explotación más cruel, las peores atrocidades y las agresiones impunes a otras naciones (una de ellas España, el "fiel aliado" de sus propios verdugos), todo esto es moralmente -que no cognitivamente- ignorado por unas "multitudes" amorfas que han sido enculturadas en el marketing comercial, cinematográfico y político usaco.

La gran victoria de los EEUU no fue, en una palabra, desde el principio, ocultar sus crímenes, ni siquiera negar que fueran crímenes en cierto sentido, sino convencer a todo bicho viviente -pues de lo contrario el bicho aparecía muerto en un plis plas- de que estamos ante crímenes necesarios, "justos", inherentes al progreso y al bien de la humanidad. Una jerigonza no muy distinta al lenguaje estalinista, la otra máquina picadora de carne -por supuesto también exonerada- del proyecto moderno.

Resumen:

"El Estado judío no habría nacido sin la expulsión de 700.000 palestinos. Así pues, había que expulsarlos. No había otra opción que expulsar a la población. (...) Tampoco la gran democracia estadounidense se podría haber creado sin la aniquilación de los indios. Hay casos en que el buen fin general justifica los actos implacables y crueles que se cometen en el curso de la historia."

Benny Morris, historiador israelí

http://web.archive.org/web/20051228175320/www.newleftreview.org/PDFarticles/Spanish/NLR26002.pdf

Sobre la relación entre Estados Unidos e Israel en lo que concierne a las cuestiones abordadas aquí, nos ocuparemos en otra entrada de esta bitácora.




La historia estadounidense como expediente judicial de un criminal en serie

Resumamos el historial delictivo de la nación-delincuente por definición: los Estados Unidos de América.

Los "americanos" (¿?) -es decir, el "pueblo de Dios"- arribaron a América del Norte como inmigrantes y se instalaron en un "territorio ajeno" ya poblado por unos 5 millones de personas, los llamados indios "pieles rojas". ¿Qué ocurrió? Algo inesperado. El Congreso de los Estados Unidos calificó a los autóctonos amerindios de alimañas (Locke) y autorizó que pudieran ser deportados, saqueados y liquidados.  Dicho y hecho. Los indios pieles rojas se desplazaron paulatinamente, a golpe de caballería, hacia el oeste y casi desaparecieron. Todo un pueblo quedó reducido a unos pocos grupos supervivientes residuales. Los correspondientes campos de concentración se denominan reservas.

Así nace el país de la libertad. Su aparición en el mundo queda tipificada bajo dos de las cláusulas del TMI de Nüremberg: genocidio y crímenes contra la humanidad. El genocidio no prescribe. Los EEUU siguen siendo hoy "culpables" según la ley. Y cada presidente de EEUU, junto a su entera administración, hereda del anterior la "imputabilidad" por dichos delitos de dimensiones cósmicas. Capítulo primero.

EEUU es, empero, el país del genocidio por más razones incluso que las expuestas, a saber: porque está ligado estructuralmente al genocidio. No se trata únicamente de un "hecho del pasado" que convenga olvidar. USA es ante todo un dispositivo extractivo. De suerte que, como brazo armado de la oligarquía transnacional, ha continuado cometiendo, convalidando o participando en genocidios (u otros crímenes de masas) que resultan inseparables de la implementación de sus "intereses", es decir, del negocio. Esta simple constatación histórica permite presumir, sin exageraciones, que EEUU no representa ninguna garantía de paz. Antes bien, el Pentágono necesita la guerra y el exterminio como el aire que respira para vivir "a su manera". EEUU se prepara para perpetrar nuevas atrocidades en el futuro y constituye, en definitiva, una amenaza universal.

Siguiente capítulo: esclavitud y exterminio de los negros de África.

Habiendo liquidado cristianamente a la población autóctona, Estados Unidos de América, el país del soldado Ryan, tuvo que importar mano de obra esclava para que alguien trabajara en provecho de los "americanos", es decir, para que sus élites oligárquicas pudieran enriquecerse de lo lindo sin tener que agachar el lomo. Por supuesto, el hecho de que Estados Unidos hubiera enarbolado contra Inglaterra la bandera de la libertad en la Guerra de la Independencia no fue impedimento para que privaran de ella a millones de personas y las obligaran a trabajar contra su voluntadUn modus operandi harto democrático y liberal, ¿no les parece?


Además, aquellos desgraciados que se resistían a ser explotados como bestias, sin derechos y a la fuerza, eran asesinados in situ. Así es América. Liberal. More Gabriel Albiac (insaciable felador de la "democracia en armas"). También perecieron por millones los esclavos durante el cómodo transporte gratis de un lado al otro del Atlántico, o en los depósitos donde eran "alojados" como mercancía hasta la venta, o a lo largo de su "estresante" vida laboral... El tráfico esclavista incluyó a mujeres y niños. Las cifras de víctimas se cuentan por millones.

La constitución americana utilizó todo tipo de trampas lingüísticas orwellianas para hacer compatible el ideario liberista y la comisión sistemática del crimen. En la actualidad las imposturas prosiguen en orden al reconocimiento de la verdad y a las consecuencias jurídicas que derívanse de la misma:

El debate no está cerrado. Sea como sea, la idea de una reparación moral, más que financiera, recibe hoy el asentimiento de un gran número de estadounidenses. La Conferencia Mundial contra el Racismo, celebrada en Durban (Sudáfica) en septiembre de 2001, ha ido en este sentido, reconociendo que la esclavitud fue un crimen contra la humanidad, y expresando el "pesar" de los países que, de una forma u otra, se habían beneficiado de ella. Sin embargo, Estados Unidos se negó a asociarse a la declaración final, oficialmente para no colocar a Israel y al sionismo en situación de acusados... y quizá también para evitar un debate sobre la esclavitud y sus consecuencias en los propios Estados Unidos -con el alivio de muchos estadounidenses, incluidos dirigentes negros que no estaban de acuerdo con esta cuestión- (Marc Ferro, El libro negro del colonialismo, Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, p. 158).

Por tanto, ya tenemos dos delitos tipificados por el TMI de Nüremberg que se pueden aplicar a una parte significativa de sus jueces y fiscales: los estadounidenses. Otra parte de dichos "hombres justos" -antinazis- serían los soviéticos, es decir, como sabemos, unos santos. Pero aquí no toca hablar del comunismo y de sus 100 millones de víctimas. Los liberales occidentales ya han reconocido, en buena hora, que sus antiguos aliados contra el demonio Hitler eran unos criminales. El problema de los ilustradísimos liberales es que no son capaces de "captar", al parecer, que también ellos tienen las manos manchadas de sangre y que el exterminio forma parte del corazón mismo de la doctrina que reivindican tan ufanos cuan cínicos. Demostraremos esta afirmación en próximas entradas de FILOSOFÍA CRÍTICA.

No se trata precisamente de crímenes de masas de dimensiones medianas o pequeñas, porque difícilmente se detecta, en el mundo moderno, algo equiparable -como no sea bajo el propio comunismo- al genocidio de los indios pieles rojas y la esclavitud de los negros, delitos cometidos ambos por el mismo país y sin asumir ninguna responsabilidad (jurídica, moral, cultural y política) en un plazo de tiempo relativamente breve; o a la vez incluso. Los Estados Unidos de América pretenden, a pesar de ello, seguir dando al mundo lecciones de moralidad democrática. Se contonean chulescamente a guisa de policías planetarios "en defensa de los derechos humanos". Sus "aliados occidentales" les secundan. Pero esta farsa no puede continuar más. ¿Con qué autoridad ejercen en Washington el azucarado papel de santurrones? Por supuesto, quien así cuestione al "país de la libertad" puede ser el siguiente en la lista de bestias fascistas sacrificadas al Bien Infinito. El señor policía apesta a mierda pero hay que hacer como si el aire estuviera limpio; él te mira a los ojos con fijeza y grita:
-!Respira! ¿Eh que huele a rosas?
-!Claro que sí, señor policía! !Hasta pongo mi nariz en su culo!
A esto se llama ser demócrata en las zonas "liberadas" por el Pentágono.

Tercer Capítulo. Invasión de México. Habiendo exterminado a los autóctonos y forzado esclavos a que trabajaran gratis, matando a la mitad de ellos por el camino, los antepasados de la actual oligarquía decidieron ampliar su territorio. No como el Führer, ese loco, sino mediante el reparto de confeti. Delante tenían a un Estado soberano que no les había dicho ni mu. Pero los USA apelaron a algo tan racional como un "destino manifiesto", una vieja costumbre oriunda de los tiempos de Jericó. Consideró YHWH que anexionarse el 40% del territorio mexicano era perfectamente coherente con los ideales democráticos, la libertad, la salvación del alma y bla, bla, bla. !Y lo era! Así que los americanos invadieron México y hasta el autor de Das Kapital aplaudió en esta ocasión a los yanquees. A fin de cuentas, los mejicanos eran unos "españoles perezosos" (sic) (los dueños de esclavos, como los actuales "inversores", eran muy trabajadores, tanto que preferían que otros trabajaran para ellos). Esta invasión pura y simple de una nación soberana pero subdesarrollada parecía que iba en la dirección correcta del progreso. Marx dixit.

Estados Unidos continuó en adelante "liberando" países. El siguiente fue España. Para ello simuló un ataque español a un barco de guerra usaco -el acorazado "Maine"- atracado en el puerto de La Habana. Previamente los oligarcas dieron permiso a la oficialidad blanca, pero los negros que había en el navío no importaban, así que los sacrificaron adrede sin pestañear. Un buen 11-S que terminó con la masacre de la flota española. Ya se sabe, la "justicia infinita" de Bush tiene también estas cosillas.

Así que quedan ya computados tres delitos tipificados por el TMI de Nüremberg: genocidio, crímenes contra la humanidad  (en dos ocasiones) y crímenes contra la paz (en otras dos ocasiones).

!Y apenas hemos llegado al siglo XX!

En unos cien años, EEUU vulneró la legislación de Nüremberg en cinco ocasiones por lo menos. Campeonato del mundo de Holocaustos: EEUU, 5-Alemania, 1. A mediados del siglo XIX, Washington estaba perpetrando dos "crímenes de masas" de manera simultánea. Comerse un par de naciones fue cosita de nada, algo así como el postre secular antes del eructito Rothschild de 1913 (fecha de fundación de la Reserva Federal).

No había, en efecto, ninguna razón "democrática", ni la más pequeña e insignificante coartada moral o jurídica, que justificara la anexión de México y el ataque a España, entre otras decenas de fechorías similares. Por ello las élites yanquees se las inventaron con todo el descaro e inauguraron de este modo el hábito de mentir que las caracteriza hasta la bochornosa comedia de las armas químicas de Saddam Hussein.

Nos falta, para la colección de la galería del horror impune, el peor crimen de guerra de la historia. Así que me saltaré otras hazañas humanitarias (de Filipinas a Vietnam o Iraq), que se suman a las anteriores, y les recordaré a los orgullosos antifascistas "liberales" que no existe, según la legislación de Nüremberg (en el imposible supuesto de que se aplicara de forma honesta), ningún crimen de guerra comparable a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Se eligió como ofrenda para el holocausto a la población civil japonesa con el fin de ahorrar vidas de soldados americanos, un argumento sencillamente vergonzoso e irracional desde el punto de vista de la legislación de Ginebra (y desde el punto de vista de cualquier reflexión ética, código moral o mero sentido común). Además, las autoridades americanas mintieron incluso en eso, porque el Japón estaba dispuesto ya a rendirse y el uso de la bomba atómica sólo tenía una finalidad política y propagandística: "advertir" a la URSS y demostrar ante los pequeños desafectos el invencible poder del amigo americano. Politiquilla de matón perdonavidas. Los niños japoneses inocentes que perecieron en esa liturgia sacrificial del "pueblo de Dios" (=la oligarquía) fueron objeto de la tecnología de exterminio más sofisticada de la historia. Todavía nadie ha sido capaz de explicarme por qué los EEUU, si pretendían intimidar a sus adversarios, reales o imaginarios, de Moscú, no lanzaron la bomba sobre una isla desierta y fotografiaron sus devastadores efectos. Sigo sin comprender el motivo por el cual había que masacrar a las familias niponas de esa manera tan horrorosa. Y encima una bomba de propina. ¿Por qué, en efecto, Nagasaki suponiendo que cualesquiera de las excusas para Hiroshima fueran válidas? El simple dato "Nagasaki" refuta todos los atenuantes o justificaciones imaginables por nadie que no sea un imbécil o un auténtico sinvergüenza (por ejemplo, Arcadi Espada). La única respuesta a la pregunta que interroga por el Gran Cabrón de Wall Street es que los EEUU estaban actuando como siempre habían actuado desde que una perra los parió por el culo. Nagasaki representaba a la sazón la culminación del proyecto que comenzó (¿comenzó?) con el genocidio de los indios pieles rojas, prosiguió con la esclavitud negra y continuará a sangre y fuego en cuantos lugares la oligarquía tope con alguna resistencia a sus chanchullos de salvación económico-teológicos. Proyecto que, subrayémoslo una vez más, sigue ahí diseñando la próxima atrocidad en cabezas de tarados bíblicos que se consideran "escogidos por Dios". Y, en fin, con el nuevo caso en el expediente del criminal universal, aparecerá oportunamente el discurso "humanitario y democrático" que legitime ante el mundo la grandeza de su causa y, por añadidura, la incomparable singularidad de Auschwitz. Amén.


Jaume Farrerons
La Marca Hispànica
27 de enero de 2014


Hundimiento de la flota española tras la agresión estadounidense a mi patria. Rajoy olvida, yo no. En memoria de los marineros hispánicos caídos en un inútil y heroico sacrificio. 

DOCUMENTACIÓN ANEXA
Estados Unidos intenta desatar una tercera guerra mundial con Rusia y China y solo sus propios aliados la podrían evitar, según opinión del periodista y analista político Paul Craig Roberts.
“El cambio de la doctrina militar del país, elevándose el estatus de sus armas nucleares desde el de disuasión y represalia al de ataques preventivos, la construcción de bases antimisiles cerca de las fronteras rusas, así como la militarización de las nuevas tecnologías por parte de EE.UU. dejan claro al Gobierno ruso que Washington está preparando un primer ataque contra Rusia”, contó el experto en un artículo publicado por el portal Global Research.
Para no limitarse solo a Rusia, el Gobierno de Obama encontró otro enemigo: China. Washington declaró el mar de China Meridional como una “zona de interés para la seguridad de EE.UU.”.
“Es igual que si China declarara el golfo de México una zona de interés para su seguridad”, comentó el experto, subsecretario del Tesoro del Gobierno de Ronald Reagan. EE.UU. declaró la transferencia del foco estratégico a Asia, lo que supone que el 60% de la Armada estadounidense se desplace hacia la zona de influencia de China.

Simultáneamente, Washington no escatima recursos para mantener bases navales y aéreas en las Filipinas, Corea del Sur, Vietnam, Australia y Tailandia.
Además se ha alineado con los rivales de China en lo que se refiere a varias islas y zonas aéreas disputadas.
“La actitud militar agresiva de Washington hacia Rusia y China indica una extrema confianza en sí mismo, lo que habitualmente lleva a una guerra”, recalcó Roberts.
Si queda alguien para escribir la historia, el régimen de Obama será recordado como régimen que resucitó la Guerra Fría, para cuya finalización se esforzó tanto el expresidente Reagan, y la convirtió en una guerra abierta. A esto se suman sus insinuaciones sobre una amenaza potencial de que Irán obtenga armas nucleares y las afirmaciones de que un ataque preventivo es indispensable ahora mismo.
Pese al cumplimiento por parte de Irán de las condiciones del acuerdo internacional destinado a resolver la crisis sobre el programa nuclear iraní, EE.UU. sigue agravando la situación al aprobar nuevas sanciones contra la república islámica.
“Si queda alguien para escribir la historia, el régimen de Obama será recordado como régimen que resucitó la Guerra Fría, para cuya finalización se esforzó tanto el expresidente Reagan, y la convirtió en una guerra abierta”, dijo Roberts.
El analista subrayó que los ciudadanos estadounidenses tienen poca, si es que tienen realmente alguna, influencia sobre su Gobierno o comprensión de sus planes.
“Además no existe una oposición organizada que podría representar a los ciudadanos que quieran protestar contra la vía que conduce hacia una guerra mundial“, afirmó. Por eso el analista basa su esperanza en los “títeres” europeos y asiáticos de EE.UU., que se arriesgan sin ningún fin, excepto el de favorecer la hegemonía mundial de EE.UU.
Cree que Alemania podría salvar al mundo de una guerra sirviendo, a la vez, a sus propios intereses.
“Lo único que debe hacer Alemania es salir de la UE y de la OTAN. La alianza se desplomaría y su caída acabaría con la ambición hegemónica de Washington”, explicó 





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